La sueca Loreen hace historia en Eurovisión y la nana flamenca de Blanca Paloma sufre un duro revés con su 17º puesto

La sueca Loreen hace historia en Eurovisión y la nana flamenca de Blanca Paloma sufre un duro revés con su 17º puesto

La representante española obtuvo un notable apoyo del jurado pero fue última en el televoto con sólo cinco puntos. El finlandés Käärijä, favorito del público, acaba segundo.

La sueca Loreen, con el micrófono de cristal de ganadora de Eurovisión 2023Dominic Lipinski

La sueca Loreen ha hecho historia este sábado en el festival de Eurovisión al convertirse en la primera mujer en ganar dos veces como intérprete el concurso, en 2012 con Euphoria y en esta edición con Tattoo, otro trallazo pop 'made in Sweden' que logró el apoyo unánime del jurado y que fue segundo en el televoto. La cantante de origen bereber iguala así al irlandés Johnny Logan, que también ganó en dos ocasiones el certamen, y consigue que Suecia encabece junto a Irlanda el ranking histórico de triunfos con siete victorias cada uno. Mientras, Blanca Paloma sufrió un duro revés tras quedarse en decimoséptima posición, siendo novena para los jurados profesionales pero última en el televoto con sólo cinco puntos (tres de Portugal y dos del 'resto del mundo', nueva fórmula aplicada por el concurso para hacer global la votación).

La nana flamenca, una propuesta de honda raíz y sabor español, no cumplió con los pronósticos - que le auguraban hasta un quinto puesto - y sufrió las consecuencias de apostar en un mercado internacional como es Eurovisión por los sonidos insignes de nuestra cultura y tradición, un concepto metamorfoseado con la electrónica hasta acabar siendo en un akelarre vanguardista por bulerías. Una España sin complejos que, cuarenta años después del 'cero' de Remedios Amaya y su 'Quién maneja mi barca', volvió a su sonido más auténtico. Aunque la suerte, una vez más, no estuviera de nuestro lado. 

Blanca Paloma recibió votos de 21 de los 36 jurados internacionales, hasta ser novena con un total de 95 puntos. Sin embargo, la crueldad del televoto la acabó hundiendo hasta la decimoséptima plaza final con sólo cinco puntos más. Demasiado castigo para una candidatura tan sublime. 

"Hemos hecho una buena actuación y estoy orgullosa. Me quedo con esta experiencia para toda la vida", dijo Blanca Paloma tras acabar el festival. Según ella, queda "mucho trabajo por hacer para que el flamenco se siga exportando". "Esto ha sido una semilla para que vaya creciendo en el corazón de la gente. Esto no ha hecho más que empezar", señaló la ilicitana con cierto aire de tristeza por el resultado obtenido. 

Manteniendo la esencia de la escenografía vista en el Benidorm Fest, que le otorgó el pasaporte a Liverpool frente a otros quince aspirantes, la representante se dejó envolver al principio de su actuación por una gran cortina de flecos que recreaba el mantón que le dejó su yaya Carmen, a quien iba dirigido este homenaje. Con palmas, bulerías y momentos de profundo recogimiento, los versos legados de la tradición lorquiana crearon una narrativa poderosa y mágica, como el momento de extremo recogimiento cuando un haz de luz incidió sobre la mano de Blanca Paloma mientras cantaba "Mi niño cuando me muera / que me entierren en la luna / y todas las noches te vea". Una flecha de emociones que esta arquera flamenca de Elche disparó para transmitir a Europa el imponente desgarro de una nana con la que Blanca Paloma intentó volar muy alto.

Hasta el prestigioso diario norteamericano The New York Times, en su cobertura en directo del festival, alabó a Blanca Paloma: "El de España es el primer número que adoro con todo mi corazón: intenso y raro. Desafía todas las convenciones y funciona completamente en sus propios términos. Esto es tan Eurovisión", señaló la periodista Elisabeth Vincentelli.

"Let's fly together" ("volemos juntos"), dijo la representante española tras culminar su actuación bajo la enorme ovación de los más de 10.000 espectadores que siguieron la final de Eurovisión dentro del M&S Arena de Liverpool. Para dicha cita, Blanca lució un corpiño esculpido sobre su cuerpo de color rojo intenso, muy acorde a la tonalidad de la actuación y parejo al vestido de sus cinco palmeras. El vestuario de la española se complementó con un pantalón blanco goyesco, de cintura alta al estilo torero y confeccionado en cuero blanco, y unos botines también del mismo color.

Un triunfo para la historia

Pese a la maestría de su propuesta, los vaticinios se cumplieron y la sueca Loreen y el finlandés Käärijä fueron quienes protagonizaron el gran duelo por la victoria. La representante sueca barrió entre los jurados gracias a una imponente puesta en escena en la que la artista cantó aprisionada entre dos paneles gigantes - uno colgada del techo - bajo el efecto de la claustrofobia y una simulada tormenta de arena de la que ella emergía con larguísimas uñas y tatuajes de henna. Toda una proeza visual que demuestra el gran dominio eurovisivo de Suecia, que consuma su tercera victoria en apenas once años y se sitúa a la cabeza del palmarés histórico del concurso acompañando a Irlanda. 

"Lo único que puedo decir ahora mismo es que siento mucho amor y estoy muy agradecida", dijo la cantante instantes después de recoger el preciado micrófono de cristal que la avalaba como ganadora. "Ni en mis sueños más salvajes me hubiera imaginado que esto pasaría", añadía.

Su Tattoo, un tema emocional y poderoso que combina elementos de pop, electrónica y sonidos étnicos, parece predestinada a seguir los pasos del implacable hit que supuso Euphoria en 2012, todo un salvavidas para el festival tras varios años de discretos éxitos. Y eso que en el televoto se quedó 140 puntos por debajo de su principal rival y no sumó ni un solo 'doce'. Es la primera vez, desde que no hay combinación de votos, que la opción predilecta de los jurados se impone a la del público. 

Porque si hubiera sido así, el ganador indiscutible de la noche habría sido el finlandés Käärijä. El cantante tiró abajo el estadio con su pegadiza Cha Cha Cha, una canción muy festiva que conjuga en tres minutos de fiesta estilos como el metal y la electrónica. Como si de un púgil se tratase, Käärijä resistió con fortaleza su particular duelo con Loreen vestido con su característico bolero verde mientras sus bailarines lucían un vestuario rosa chillón más acorde para ritmos latinos. El finlandés fue el más votado por el público con 376 puntos, pero los jurados - que previsiblemente vieron en su apuesta una mera gracieta estrafalaria y pintoresca - le relegaron a la cuarta plaza en sus preferencias. Algo insalvable frente al 'torbellino Loreen'.

  El finlandés Käärijä, en Eurovisión 2023EFE

El televoto también fue de nuevo generoso con la representación ucraniana. El dúo Tvorchi se llevó más de 189 puntos del público en una nueva demostración de solidaridad del pueblo europeo con el país actualmente en guerra con Rusia. Un importante respaldo que, sin embargo, se queda muy por debajo del cosechado por Kalush Orchestra el año pasado y les dejó abocados a la sexta plaza. 

En todo caso, los guiños a Ucrania fueron constantes durante todo el show al ejercer de coanfitriones en una fiesta en la que participaron vencedores como Ruslana (2004), Jamala (2016) o los propios Kalush Orchestra (2022), así como exrepresentantes de la talla de GO_A, Tina Karol y Verka Serduchka. Una muestra de apoyo a Ucrania a través de su cultura en un festival que, eso sí, rechazó unos días antes emitir un vídeo del presidente Volodomir Zelenski para mantener intacto el carácter apolítico del concurso. 

El bronce de la noche fue para la israelí Noa Kirel, digna heredera de Chanel con Unicorn, un tema pop muy festivalero que incluía otro espectacular dance break en el que la artista mostraba su lado más salvaje junto a sus coristas. Tras la victoria de Netta en 2018, el país hebreo recupera su pulso eurovisivo. Algo que nunca ha perdido Italia, que suma un nuevo top10 a su haber con Marco Mengoni y su preciosa balada Due Vite. El cantante, que mejora su séptimo puesto de 2013, quiso reivindicar la lucha LGTBIQ+ exhibiendo la bandera arcoíris junto a la italiana en el tradicional desfile inicial de banderas del festival en un momento de máxima tensión por los retrocesos de los derechos de este colectivo bajo el gobierno de Giorgia Meloni.

Italia fue, una vez más, el mejor país del Big5 en la clasificación final tras la nueva debacle de Francia, sólo un puesto mejor que España, y los fracasos de Reino Unido y Alemania, otra vez los últimos de la tabla. En el lado opuesto, la Suecia de Loreen, que acogerá el año que viene el festival coincidiendo con el cincuenta aniversario del triunfo de ABBA con Waterloo. Eurovisión se embarca así en un nuevo viaje que le llevará de Liverpool, cuna de Los Beatles, al país del schlager y el dansband. Ya se sabe: The winner takes it all

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es redactor de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es