El rinconcito de Burgos de tan solo 10 habitantes que buscar tocar el cielo con su columpio gigante: "Desde el pueblo más pequeño se puede hacer el proyecto más grande"
Una enorme atracción que es toda una vuelta a la infancia.
Los columpios son una de esas atracciones eternas que conquistan a los más pequeños: ese asiento sujeto por dos cuerdas o cadenas que invita a dejarse llevar, reírse a carcajadas y sentir la magia del vuelo entre un balanceo y otro. Son memoria de veranos, tardes en el parque y juegos compartidos que perduran en el tiempo; y en Burgos han decidido convertir ese recuerdo íntimo en algo a lo grande.
El pueblo de Santocildes ha estrenado este verano todo un imán turístico: un columpio panorámico de casi diez metros de altura que se alza sobre el paisaje y ofrece la sensación de balancearse a un palmo del cielo. Más concretamente, la estructura tiene 9,6 metros y está hecha de madera maciza, incitando no solo a la diversión de los más pequeños, sino también atrayendo a aquellos adultos que encuentran en el columpio un abrazo a su infancia.
La pedanía, que cuenta con menos de una decena de habitantes censados, ha visto multiplicada su visibilidad gracias a esta iniciativa que combina arquitectura rústica, paisaje y participación vecinal. “Desde el pueblo más pequeño se puede hacer el proyecto más grande”, aseguran los vecinos en declaraciones recogidas por Burgos Conecta, quienes tardaron tres meses en levantar este gigante de madera que hoy es el orgullo de toda una comunidad.
Unas vistas de ensueño
El columpio se instaló sobre una base acondicionada y ha sido diseñado para ofrecer vistas amplias hacia los Montes Obarenes, la sierra de Arcena y, en días claros, la silueta del castillo de Frías y otras localidades cercanas. Para llegar a esta estructura basta con caminar diez minutos desde el centro del pueblo, recorriendo a pie un sendero rodeado de vegetación que desemboca en un merendero cubierto junto a la instalación.
Aunque es posible acceder en coche hasta zonas próximas, se recomienda aparcar en la zona habilitada y completar el último tramo a pie para disfrutar del entorno. El columpio ha funcionado a la perfección como reclamo estival y se espera que siga atrayendo a turistas deseosos de experimentar el silencio del lugar, el viento en la cara y la impresión de flotar sobre un mar de montañas mientras vuelven de lleno a su infancia.
Santocildes se encuentra en el Valle de Tobalina por lo que, además de por esta nueva atracción, el enclave destaca por sus calles empedradas junto a su aire medieval. Esto ofrece al visitante una sensación de calma que contrasta con la emocionante perspectiva desde el columpio. A pesar de su diminuto tamaño, Santocildes es el ejemplo perfecto de cómo los proyectos de mayor impacto nacen de las ideas más humildes.