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Los hoteles de lujo se están despidiendo de los edredones para apostar en la innovación textil del bienestar

Los hoteles de lujo se están despidiendo de los edredones para apostar en la innovación textil del bienestar

El confort ya no se mide en centímetros de pluma, sino en experiencias sensoriales.

Habitación de hotel de cinco estrellas con cama doble preparada con textiles ligeros y sin edredón tradicional.
Una trabajadora prepara la cama de una habitación en un hotel de cinco estrellas.Jan Woitas

Imagínate llegar a la suite de un hotelazo de cinco estrellas en la Costa Azul, en el sureste de Francia, destapar la cama sin reverencias ni gaitas y descubrir que no hay nórdico. Ni rastro del nórdico mullido que durante décadas se vendía como el summum del confort. La sorpresa, lejos de ser negativa, forma parte de la apuesta que han hecho los hoteles en los que solo duermen los bolsillos más pudientes, por un descanso más ligero y pensado al milímetro. Bienvenido al nuevo lujo, donde el confort ya no depende de un edredón sino de un arsenal de textiles diseñados para que duermas como un bebé.

Lo que hace unos años habría parecido una herejía, ahora se presenta como la última moda en los hoteles. París, la Riviera francesa y parece que hasta los castillos del suroeste galo, se han puesto de acuerdo: el nórdico sobra. Y no lo decimos nosotros, lo asegura el diario francés 20minutes, que da por hecho que el edredón, muy caluroso para el verano y poco flexible para los nuevos ritmos de vida, ha pasado a mejor vida. Lo que manda ahora es la experiencia a medida, porque ya no basta con un colchón mullido; los clientes exigen un descanso que no les haga sudar como si durmieran en una sauna finlandesa.

Las camas de los hoteles ya no se limitan a tener un edredón encima. Ahora parecen laboratorios textiles. Se habla de lino lavado, algodón orgánico, fibras de bambú y hasta gasas que dejan pasar el aire como si fueran ventanas abiertas. El relleno de pluma se ha vuelto ultraligero para que nadie sienta que duerme atrapado en una jaula de calor. Y ojo con los sobrecolchones: entre los de espuma visco y los de fibras naturales, abrazan al cuerpo como si te conocieran de toda la vida. La estrella de esta temporada es la manta con peso, con un relleno especial -microperlas de vidrio o gránulos plásticos- que ejerce una ligera presión sobre el cuerpo, convertida en fetiche por su supuesto poder relajante y por dar la sensación de un abrazo constante. Según sus defensores, esa presión ayuda a reducir la ansiedad y a conciliar el sueño más rápido.

La revolución no se queda solo en el tacto. También hay un guiño a la obsesión por la higiene. Lavar un edredón era un drama logístico; en cambio, las capas finas, plaids y cobertores pasan por la lavadora sin protestar. Y, de paso, cambian la estética del cuarto. Basta con poner un plaid color oliva o un camino de cama en lino arrugado para que el dormitorio se convierta en un decorado digno de Instagram. El objetivo es claro: que el huésped se quede con ganas de sacar fotos antes incluso de probar la almohada.

El resultado es un ritual del descanso en el que todo cuenta. El olor de las sábanas, la sensación de la tela sobre la piel, los colores que rodean la cama… Cada detalle se vende como una experiencia sensorial. “Menos calor nocturno, menos despertares y un sueño más reparador”, presumen los promotores de esta nueva ola del descanso. Lo llaman “lujo inteligente”, aunque al final todo se resume en cobrar más por algo que ocupa menos espacio en el armario.

El resultado es un ritual del descanso en el que todo cuenta. El olor de las sábanas, la sensación de la tela sobre la piel, los colores que rodean la cama… Cada detalle se vende como una experiencia sensorial. “Menos calor nocturno, menos despertares y un sueño más reparador”, presumen los promotores de esta nueva ola del descanso. Lo llaman “lujo inteligente”, aunque al final todo se resume en cobrar más por algo que ocupa menos espacio en el armario.

Y, como siempre, lo que empieza en los hoteles de alto standing acaba llegando a casa. Marcas de decoración ya se han subido al carro. Septiembre ha venido cargado de colecciones de Zara Home o Maisons du Monde con algodones lavados y colores suaves que prometen ese “confort híbrido” para la transición del verano al otoño. La moda de las capas superpuestas no se va a quedar en las suites de Niza o Cannes, sino que aspira a invadir dormitorios de media Europa.

Así que la pregunta no es si los hoteles de lujo están dispuestos a jubilar el edredón. La pregunta es si tú estás preparado para hacer lo mismo en tu casa. Porque, en pleno 2025, el verdadero lujo ya no es dormir bajo un nórdico mullido, sino poder decir que duermes “como un bebé” en una cama vestida con cinco capas distintas de marketing textil.