Los perros, sobre todo los amarillos, necesitan su espacio

Los perros, sobre todo los amarillos, necesitan su espacio

En verano es cuando se suelen dar más problemas entre perros y niños. Y también cuando se gestan más separaciones y divorcios. En el caso de los canes, hay algunos consejos que pueden ser útiles para evitar sustos. Lo otro es más complicado.

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En verano es cuando se suelen dar más problemas entre perros y niños. Y también cuando se gestan más separaciones y divorcios. Una cosa no lleva a la otra, o no necesariamente, pero sí pueden tener causas comunes: cuestión de falta de costumbre y de roces prolongados o imprevistos... sin escapatoria.

En el caso de los canes, hay algunos consejos que pueden ser útiles para evitar sustos. Lo otro es más complicado.

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Cuando se trata de niños pequeños, ante todo supervisión: nunca se debe dejar solo a un churumbel con un perro por mucho que, en teoría, tanto el can como el niño sean santos y se comporten estupendamente.

Es buena idea enseñar a los niños a hacer el árbol: si están jugando y de pronto aparece un perro que no conocen o, incluso si su propio can está demasiado nervioso, lo mejor que pueden hacer es quedarse inmóviles, con la cabeza agachada y mirando al suelo, abrazándose el tronco. Así se convierten en algo aburrido y nada amenazante, el perro les dejará en paz.

Si evitan chinchar al animal cuando está comiendo o durmiendo, casi mejor, y si es es un can desconocido, sería mejor no intentar quitarle ese palo o esa pelota que lleva en la boca.

Los perros que están agobiados o estresados, los que en un momento dado, ante un gesto inesperado, pueden reaccionar mal, normalmente lo dicen alto y claro antes de llegar a morder. La cuestión es saber manejar el 'perruno' y captar su mensaje.

Un buen educador canino sí sabrá ver lo que se conoce como señales de calma: los gestos que hacen los perros para comunicar su incomodidad o evitar conflictos y que van desde lamerse constantemente el morro a girar la cabeza y apartar la mirada, incluso bostezar de forma continuada.

Como la mayoría no somos duchos en el idioma canino, hay que buscar alternativas. Una de las más interesantes es la campaña que han lanzado recientemente en Suecia, la de los perros amarillos.

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Gulahund en sueco, Perro Amarillo en castellano. La idea es colocar un lazo amarillo en la correa de aquellos perros que, por alguna razón, necesiten un poco de espacio.

Puede ser porque tenga miedo, por excesivamente nervioso o poco socializado, porque esté en plena sesión de entrenamiento o por algún problema de salud, quizá acabe de ser adoptado y aún esté acostumbrándose a su nueva vida, da igual... el caso es que su dueño sabe que es mejor que la gente no se aproxime demasiado a ese perro en ese momento.

No hará falta preguntar, el mensaje es claro y el objetivo es que el símbolo sea universal: ante una cinta amarilla en la correa, ni los niños ni los adultos y menos aún con perro, deberían aproximarse demasiado a ese perro.

Si se extiende la iniciativa, como esperamos, se evitarán muchos sustos y malos ratos y, seguro, se evitarán mordiscos.

¿Otra opción? Comprarse el libro que permite conocer y detectar las señales de calma. Por cierto, muchas son aplicables a los humanos, así que... a lo mejor es una lectura útil para que el verano sea más llevadero.

Una versión de este texto se publicará en SrPerro.com, la primera guía 'dog friendly' de España.