Kilmainham Gaol es un lugar histórico cuyas paredes hablan en voz alta del sufrimiento que padecieron sus reclusos y del tributo que pagó Irlanda por su independencia.
Huevos, leche, harina, mantequilla... Yo creo que para hacer tortitas no hace falta nada más, ¿no? Salgo del súper y pongo rumbo a casa. ¡A mi nueva casa! Andy, mi nuevo flatmate, que es irlandés, me ha dicho que hoy vamos a celebrar el "Pancakes Tuesday". Estos buscan cualquier excusa para atiborrarse a hidratos de carbono...
Llaman a la puerta; es él. Yo me santiguo, que aunque no sea creyente. Le abro, y ya desde fuera, inspecciona cada rincón de la casa. Nada más entrar, posa su dedo índice en el rodapié, y no lo levanta hasta haber recorrido todo el perímetro del piso. Se gira hacia mí y me observa para asegurarse de que vea bien su dedo, envuelto en una bola de polvo.
Ser JESP es duro, -pese a que haya alguna lumbreras por ahí que opine que los jóvenes de hoy en día emigramos por espíritu aventurero-. Pero también es cierto que empezar de cero en otro país (en materia de hogar, de amigos, de trabajo y de dinero), te hace luchar más que nunca, y lograr objetivos que jamás hubieras imaginado alcanzar.
De pequeño pasaba mucho tiempo en la biblioteca. En una de mis incursiones por la sección de ciencia cayeron en mis manos las teorías centrales de la física moderna. En la primera página había una cita: "La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del Universo".
Llevo currando en los medios desde los 19 años, muchas veces sin cobrar, siempre con la teoría de que el que siembra recoge. ¿Y de qué me ha servido? ¡Si estoy de dependienta en una tienda! Ya, ya sé que hay unos 10.000 periodistas españoles en paro, y que además mi propósito es difícil.
Ay Paco. Mi querido Paco. Cuántas noches cenando pescado envasado al vacío. Cuántas horas buscando en el súper algo que no fuera salmón o bacalao. No tengo ni idea de qué haces tú, un Paco castellonense, vendiendo pescado en Dublín, pero tampoco me importa. Paco, por favor, no me abandones.
"Hello are you Ciaran? Nice to meet you!" Le doy la mano, que aquí lo de los dos besos no se lleva, y sin querer le doy un pisotón. Bfff , bien empezamos. (¡Ya os dije que soy muy torpe!). Me pongo roja pero él se ríe. Es el director de la revista online LeCool Dublín.
Somos la quinta nacionalidad que más se ha dado de alta en la Seguridad Social irlandesa este año. Sólo nos superan Polonia, Reino Unido, Brasil y Rumanía, por ese orden. Es evidente que no soy la primera JESP española que llega a este país, y me temo que tampoco seré la última.
Calculando, me doy cuenta de que con 25 horas de trabajo semanales ganaría unos mil euros netos al mes en Irlanda . Más de lo que mis amigos auditores, ingenieros, psicólogos y periodistas reciben en Madrid por 40 horas a la semana, que siempre terminan siendo 50.
Amanezco en el cochambroso sofá de Mr.Dirty y tecleo en mi portátil el nombre de la web donde empezar a buscar piso. Mi escaso patrimonio me llega para pagar, o tres meses de alquiler, pero sin comer, o sólo dos si quiero evitar la muerte por inanición.