Seguimos hablando de lo mismo. De apocalípticas reinas magas, de líneas rojas, de Susana, de Soraya, de siglas, de radicales, de romper España y de Venezuela. Pero no hablaremos de toda la sangre derramada en República Centroafricana o Burundi. Ni unos, ni otros. Como no hablamos del drama de los refugiados en campaña, como seguimos sin hablar ahora.