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¿Quién condesciende ante Trump?

¿Quién condesciende ante Trump?

Europa ha rendido pleitesía al hombre más poderoso del mundo tras los mensajes de Rutte, que asegura que todos los estados miembros pagarán el 5%. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.Getty Images

Europa ha rendido pleitesía a Trump en la cumbre de La Haya, la primera a la que asiste el mandatario americano en este segundo mandato. Con aparatosa servicialidad, el secretario general de la organización Mark Rutte, nacido en dicha ciudad y durante 14 años primer ministro de los Países Bajos —hasta 2024, cuando fue encumbrado a la cúspide de la Alianza—, ha condescendido aparatosamente ante la opinión pública con la «exigencia» del líder americano de que los 32 miembros de la organización militar incrementen la financiación de la misma, hasta el 5% del PIB. Rutte, en sus palabras de bienvenida, ha asegurado a Trump que Europa “pagará a lo grande”, dando a entender que el Viejo Continente se pliega sin problemas a la voluntad del hombre más poderoso de la tierra, aunque este sea un excéntrico imprevisible que en cualquier momento, sin consultar siquiera a su propio parlamento, es capaz de lanzar cientos de toneladas de bombas sobre Irán, por la sospecha de que este país estaría cerca de conseguir la bomba atómica. Ni Trump ni los europeos han aprendido lo inseguros que resultan los indicios de que alguna nación almacena armas de destrucción masiva. Lo sucedido en Iraq está todavía reciente. Sadam Husein nos sonríe a todos irónicamente desde la horca

Trump repitió incansablemente durante la última campaña electoral americana que él resolvería en veinticuatro horas los conflictos abiertos, el de Ucrania y el de Gaza. Y no solo ambos permanecen en carnazón y supurando sangre a diario sino que es patente su agravamiento, ya que hay cada vez menos expectativas de solución. Una solución de la que se ha desentendido Europa, que no solo no parece tener nada que decir sobre lo que sucede en Palestina —la denuncia de genocidio es débil y quienes la lanzan están visiblemente acobardados— sino que también está archivando el terrible drama que se desarrollo en Ucrania, que permanece abierto desde febrero de 2022 —se han cumplido ya sobradamente los tres años— y que desestabiliza todo el continente.

Resulta patético ver cómo la Unión Europea, que tuvo vocación federal, no existe como tal en el concierto de las naciones, no es ya nadie internacionalmente en las materias de más candente actualidad. Cuando el conflicto de Oriente Medio es la consecuencia tardía de una pésima descolonización realizada por las metrópolis europeas, en tanto la guerra de Ucrania ha surgido de la impotencia para poner límites a las consecuencias del final de la guerra fría. Pero aún es más patético observar a los miembros de la Alianza piadosamente inclinados ante Trump y dispuestos a rendirle los diezmos y primicias que reclame para descargarlo siquiera en parte de su pesado hiperliderazgo militar. Trump quiere que Europa costee su propia defensa mientras él bombardea Irán sin que medie provocación, financia el genocidio judío y planea construir un bello resort en Gaza sobre millones de cadáveres, al estilo de la Riviera francesa.

La fórmula contractual de la Alianza Atlántica se mide en capacidades y no en recursos financieros, como bien ha admitido Rutte en sus relaciones epistolares con Sánchez. Cada país adquiere un compromiso operacional determinado, que deberá coordinarse con el conjunto. En abril pasado, a requerimiento de Rutte, Pedro Sánchez anunció la aprobación del “plan nacional para el desarrollo e impulso de la tecnología de defensa y seguridad española”, según el cual España, cuyo gasto militar fue en 2024 del 1,28% del PIB, invertirá 10.471 millones más de euros en defensa en 2025, hasta llegar a un total de 33.123 millones en años sucesivos. De aplicarse la fría norma del 5% que predica sin matices Trump, España debería dedicar a defensa en torno a los 80.000 millones de euros. La derecha española, tan poco refinada, critica a Sánchez por su remoloneo ante Trump, pero no se atreve a aclarar cuál sería su posición si gobernase. ¿Estaría Feijóo, el enemigo del salario mínimo que tanto perturba a las empresas, dispuesto a llegar a estos 80.000 millones reclamados?

Es indudable que si Europa cediese graciosamente la ingente cantidad de recursos acopiados mediante este 5% del PIB, Washington, que según el Banco Mundial ha investido en Defensa en 2024 el 3,4% del PIB (en 1967 llegó al 9,4%, pero aquellos tiempos han pasado), podría dedicar su fuerza a otros menesteres. Pero, ¿a cuáles menesteres? ¿A concluir más aceleradamente el exterminio del pueblo palestino, brutalmente colonizado por Israel, que está muriendo físicamente de hambre y que ha rendido el tributo de más de 56.000 vidas en la última confrontación, que se ha convertido ya en un brutal genocidio, en un horrendo crimen de lesa humanidad ?

Sánchez, que gobierna gracias al apoyo de una coalición de izquierdas, no ha vacilado a la hora de marcar límites precisos a la exigencia americana. España ofrece unas capacidades militares razonables y compatibles con la preservación del Estado de Bienestar. Y juegan con fuego los reaccionarios de este país cuando afean al progresismo su alergia a las guerras. Aznar nos metió en la guerra de Irak, un atrevimiento que provocó los atentados del 11-M, y el PP perdió el poder en las urnas 2004. Es muy dudoso que la opinión pública haya cambiado de posición y se equivocará quien intente que los ciudadanos convalidemos en el futuro que nuestros impuestos sean malversados en sanguinarios y sucios juegos de guerra.