"Inundó de tristeza la isla": cómo cuatro años después La Palma sigue tratando de resurgir de sus cenizas
La isla bonita sigue inmersa en una tediosa y lenta recuperación. El valor de las viviendas habituales ya ha sido abonado, pero las carreteras, negocios, gases tóxicos presentes y problemas de salud mental debido a la erupción siguen causando estragos mientras se anhela el regreso a la normalidad.

Caía ceniza del cielo. La lava se adentraba en el interior de La Palma aquel 19 de septiembre de 2021 dejando abrasado todo lo que encontraba por su camino. Instantes antes, un cúmulo de seísmos azotaba la isla bonita provocando el desastre. Apenas eran las 3 de la tarde cuando el magma decidió salir a la superficie y avanzar descontrolado por la llanura de El Paraíso, en el municipio de El Paso, alertando a toda la ciudadanía insular. Este viernes se cumplen cuatro años de la primera tragedia de la década y, pese al tiempo acontecido, la realidad de la isla sigue inmersa en una recuperación lenta y tediosa, en ayudas que tardan en llegar, problemas de salud derivados de la catástrofe y un pueblo que día tras día pone un pie delante del otro para avanzar después de la erupción.
Las ayudas están encima de la mesa en la actualidad española. La DANA en Valencia, los incendios en Galicia, Extremadura y Castilla y León... Son algunas de las tragedias que requieren de auxilio. Sin embargo y detrás de muchas promesas vacías que se emiten desde atriles y ruedas de prensa, la primera catástrofe natural que sacudió el país en esta década sigue en estado de espera permanente. A Antonio, de 52 años, le pilló la erupción en su casa, almorzando, recuerda las primeras semanas como las más difíciles. "La verdad que fueron complicadas porque estábamos en una incertidumbre muy alta al saber que la lava estaba por encima de tu casa. Te venía a la mente muchísima gente a la que sabías que el volcán se la iba a llevar. Lo recuerdas con tristeza: toda la familia vivía cerca y sabías que todo el esfuerzo de los padres y abuelos, de los plátanos que plantaron entonces, en un momento se habrían esfumado", recuerda a este periódico.
Jezabel es bióloga licenciada en la Universidad de La Laguna. Gracias a sus estudios, dos semanas antes de la erupción empezó a sacar cosas de su casa de Puerto de Naos por prevención. "Sabía que en cuanto la lava llegara a un punto álgido en el cráter el volcán entraría en erupción y se cortaría la única carretera que daba acceso a mi hogar. Avisé a todos mis vecinos, algunos me tachaban de alarmista y otros me hicieron caso. Muchos no avisaron a la ciudadanía, ni científicos ni medios de comunicación, y la mayoría perdieron muchísimo", explica a El HuffPost. "En La Palma nos conocemos todos y hacemos las casas de otra manera: cada uno se apaña como puede, con los terrenos que tenemos y, por ello, muchas no tienen seguro; hasta que llegó el volcán y sólo pudieron recuperar el dinero los extranjeros que pagaron una hipoteca", explica.
Decenas de familias perdieron sus hogares a causa de un volcán que se mantuvo activo durante 85 días, hasta el 13 de diciembre del mismo año, que incluso llegó hasta el mar. La tragedia obligó a las administraciones públicas a desalojar a centenares de personas de sus hogares y muchas de ellas acabaron viviendo en contenedores o casas de madera construidas en escasos días. Mientras, lidiaban con el duelo de aquel que lo ha perdido todo y soportaban una incertidumbre a la que nunca antes se habían enfrentado. Sin embargo, cuatro años después todavía queda un enorme camino que recorrer para volver a la normalidad.

"Ahora lo que hemos hecho es poner en marcha el Plan de pago para poder darle a las personas, en base a la tasación pública que hemos realizado por el valor de la propiedad que tenían y perdieron por el volcán", explica a El HuffPost Nieves Lady, consejera de Presidencia, Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias. El plan del que habla consta de cuatro años en el que la administración canaria pone 50 millones de euros y el Estado otros 100 para hacer frente a las adversidades y remodelaciones a las que se enfrenta la isla. "A fecha de hoy todas las viviendas habituales, más de 800 en las que vivían 1.412 personas, están pagadas y estamos empezando a hacer las valoraciones de las segundas residencias y las fincas", explica matizando que de las habituales todavía quedan 25 por abonar el dinero. "Hay personas que tienen problemas de herencia, porque por el camino han fallecido los titulares, no se ponen de acuerdo en las partes que corresponden y algunos incluso porque no hemos podido localizarlos", dice.
Sin embargo, según el gobierno autonómico, este lleva dos años sin recibir los 100 millones del Gobierno de España. "Han hecho un ingreso —el Gobierno— del primer año que abonamos y los 100 millones de 2024 y 2025 todavía no los han ingresado, lo que nos imposibilita seguir pagando esas residencias y otras reconstrucciones que necesita la isla. Los 50 millones de nuestra parte ya están agotados", expresa Lady. Fuentes del Ministerio de Política Territorial consultadas por este periódico, sin embargo, aseguran que "se trató de una partida extraordinaria que se incluyó a través de enmiendas y que, en el acuerdo de legislatura del Partido Socialista con Coalición Canaria, no existen esos 100 millones cada año". De hecho, en el acuerdo mencionado no queda reseñado ese apartado.
Sergio Rodríguez es el presidente del Cabildo Insular de La Palma y asegura que la reconstrucción de la isla pasa fundamentalmente por la capacidad económica que puedan manejar. "Es cierto que la medida de los 100 millones anuales no está aprobada en la Agenda Canaria, pero sí que se encuentran en los presupuestos de 2023 que están prorrogados desde entonces y el Gobierno tiene la partida. El compromiso está, pero se han comprometido en numerosas ocasiones. Ni siquiera tiene que aprobarlo el Consejo de Ministros porque con un Real Decreto valdría para sacarlo adelante y llevamos un año con este tema. El dinero es para la gente y esta situación nos está limitando para conseguir los plazos de la recuperación", explica a El HuffPost.

En agosto de este mismo año se han empezado a retirar las primeras viviendas. "Empezamos este verano, no han sido muchas todavía, pero en torno a once o doce viviendas de contenedor y madera están retiradas. Y con eso lo que hemos planteado es dar un plazo razonable para que la gente vaya abandonando las casas. Es decir, quien ha cobrado hace cinco meses o hace un mes, no puede ni comprarse una casa ni hacerse una casa de hoy para mañana", afirma la consejera. Jezabel por su parte lleva tres años viviendo en una casa de 50 metros cuadrados con sus tres hijos. "Las ayudas han llegado, pero sigue siendo difícil poder pagarte un alquiler o construir una vivienda. Ahora además te piden todos los papeles y licencias con lo que la burocracia hace que todo vaya mucho más lento de lo que ya es", comenta a este periódico.
Más allá de la situación de las viviendas, la isla sigue inmersa en un proceso tedioso de recuperación. Muchas de las carreteras no se han podido restablecer, al igual que los comercios y el pilar fundamental de la economía de la isla: el plátano. "La isla económicamente no se ha terminado de recuperar. El PIB todavía tardará un tiempo en recuperarse. No todos los negocios que desaparecieron tras el volcán han vuelto a abrirse. La zona más importante del plátano es la del Valle del Aridane que quedó arrasada por el volcán. Hay momentos en los que puede repuntar algo por el turismo, especialmente en verano que es más cuando gente viene a la isla, pero nos queda mucho", afirma Lady.
"La isla es muy pequeña y prefiero no dar mi nombre ni el del negocio", introduce uno de los vecinos de La Palma. "Fue un desastre monumental, tanto la erupción como todo lo que vino después. Uno tras otro", explica. "Nosotros tuvimos la suerte de que en el negocio tenemos dos sedes. Una en el oeste y otro en el este. La zona afectada sigue cerrada y evidentemente no genera ningún tipo de beneficio, tiramos gracias a la otra, pero hay gente que tiene restaurantes, cafeterías o tienda de souvenirs lo han pasado bastante mal y no ha podido hacer nada. Pasado el tiempo pudieron reabrir, pero costeándose todo y en otro lugar. Han llegado ayudas del Estado dependiendo del negocio. Yo por ejemplo no me puedo quejar de las ayudas en el negocio, pero a título personal nos prometieron que nos iban a ayudar a pagar el alquiler a aquellos que tuvimos que irnos de nuestras casas por los gases y sólo nos han dado seis meses de los cuatro años que llevamos", denuncia.
Antonio es autónomo y gracias a las ayudas ahora están construyéndose una casa. "Para las viviendas la verdad que ha llegado el dinero, pero para la agricultura general de la isla no. Ahora hay tropiezos y las ayudas para los plátanos se están demorando en llegar y eso es fundamentalmente de lo que vivimos aquí para movernos porque sin la agricultura en el valle estamos muy jodidos", afirma. "Yo me siento afortunado porque nunca dejé de trabajar, tenía una ferretería y una tienda de lotería de mi hijo y todo se lo llevó el volcán. Logramos abrir tiempo después, tenemos que tirar para adelante porque nadie va a venir a salvarnos y si lo hacen pues bienvenido sea".
Los problemas de salud derivados del volcán
La salud está siendo uno de los mayores lastres que lleva arrastrando la isla cuatro años después de la erupción del volcán. No sólo por el dióxido de carbono, que obligó a desalojar a decenas de personas por la toxicidad que suponía para la vida humana, también en relación a salud mental y el golpe brutal que supone llegar a perderlo todo. "Tenemos una oficina específica en el Gobierno de Canarias para la atención a las personas afectadas por el volcán, donde se ven todas las asociaciones, se les notifican los pagos que se les va a hacer, etcétera. Ha habido más de 7.000 consultas en estos dos últimos años", comenta Nieves Lady desde la consejería de Presidencia.
"La gente aquí está muy jodida y tocada. Procuro hablar lo menos posible de este tema e intento ser positivo. A mi madre el volcán se la llevó y la intenté animar como pude y así mucha gente", explica Antonio. "Hay gente que lo está pasando muy mal y necesita ayuda, quiero pensar que la Cruz Roja sigue ayudando, pero durante la erupción vinieron a la isla muchísimos psicólogos y fueron momentos muy duros", explica otro de los habitantes de La Palma. Jezabel afrontó el volcán como un reto y, pese a la tragedia, reconoce que la tragedia les puso en el mapa. "Ahora todo el mundo sabe dónde estamos, en la isla más bonita", dice emocionada recordando las acciones solidarias tanto de fuera como de dentro para con los palmeros. "Hay gente que lo perdió todo y otros que no pudieron recibir las herencias porque las recibieron de palabra o no tenían los papeles en regla y claro, esa gente lo ha pasado fatal. Para salir de esta situación y volver a una mínima normal habría que invertir mucho en salud mental porque hay mucha gente en depresión", afirma.

La toxicidad de los gases sin embargo siguen siendo uno de los puntos clave que siguen lastrando a la ciudadanía de La Palma. "Llevo fuera de mi casa, que está en Puerto de Naos, desde la erupción por los problemas de dióxido de carbono hasta este 15 de agosto que me dieron la posibilidad de volver. No nos han dado soluciones, lo único esperar hasta que los niveles bajasen porque nadie sabe qué hacer. En niveles altos pueden provocarte la muerte dulce, pero los niveles en los que nos encontramos ahora, no sabemos qué nos pueden producir porque no hay estudios y la gente está volviendo a sus casas", expone uno de los habitantes de la isla que sigue repleta de medidores de la toxina.
"La gente cree que son historias, pero los gases existen y te pueden llegar a provocar la muerte. Por eso se ponen los medidores, para saber cómo están los PPM que es el medidor del dióxido de carbono. Muchas de las zonas tienen pozos volcánicos bajo las viviendas y eso emite muchísimos gases. La gente que está en esa circunstancia no ha recibido casi ayudas y las que han llegado no llegan a cubrir los alquileres de aquellos que fueron desalojados", explica Jezabel desde su formación académica y bajo la experiencia de muchas de las personas que conoce tanto en La Bombilla como en Puerto de Naos.
Sergio Rodríguez, presidente del Cabildo Insular de La Palma, explica a este periódico el proceso por el que han pasado para lograr que la gente vuelva a sus casas y abran los negocios. "En este momento se ha logrado habilitar el 50% de La Bombilla y el 90% de Puerto de Naos. Se han colocado más de 1.500 sensores a través del Plan Insular de Emergencias, que tiene el servicio de emergencia. Lo que todos esos datos nos van ofreciendo es que se pueda ir permitiendo la apertura de viviendas y negocios. Sabemos así dónde está el problema", explica a este periódico.
"¿La mínima exposición al gas o una exposición menor puede afectar a nivel de salud a largo plazo? Eso es algo que no se sabe. No se sabe nada al respecto, vaya. No hay normativa en España que explique entre qué tantos PPMs puede afectar a la salud. Hay unos criterios que los aplican en otros países del mundo que hablan que se podría autorizar hasta los 1000 PPMs y en el ámbito laboral hasta los 5000 durante 8 horas. Nosotros hemos establecido el límite en 700 PPMs, no más arriba", expone el presidente.
Un futuro incierto y una lucha incansable
Cuatro años después, la ceniza aún pesa en la memoria de La Palma, pero también lo hace la fuerza de un pueblo que, pese a la pérdida y la incertidumbre, se niega a rendirse. Entre escombros, burocracia y promesas que tardan en cumplirse, han brotado gestos de solidaridad, resistencia y esperanza. El volcán arrebató hogares, tierras y sueños, pero no logró apagar la voluntad de quienes cada día vuelven a empezar, con la mirada puesta en el futuro y la certeza de que, aunque el camino sea largo, la isla más bonita sigue latiendo gracias a su gente.
