25 años después de ganar un gran premio de lotería le congelan la cuenta bancaria y su despreocupación se vuelve angustia
Su situación desató una profunda indignación en el país, ya que otras muchas personas han denunciado situaciones similares.

Lo que comenzó como un golpe de fortuna se ha transformado en una pesadilla para Izzet Erdis, ciudadano sueco de 64 años. Hace un cuarto de siglo ganó un gran premio de lotería que le permitió vivir sin preocupaciones. Sin embargo, hoy se encuentra sin acceso a sus propios ahorros tras ver cómo su banco bloqueaba la cuenta donde guardaba el dinero.
El problema surgió cuando la entidad detectó lo que consideró “saldos sospechosos” y aplicó la normativa contra el blanqueo de capitales, que en Suecia se ha vuelto más estricta en los últimos años. Aunque el origen de esos fondos era legítimo, Erdis no puede probarlo: la compañía de lotería no está obligada a conservar registros más allá de 25 años, y su premio quedó fuera de todo papel oficial.
De la tranquilidad financiera pasó de golpe a la angustia. Sin poder retirar ni un euro, lucha por pagar facturas y gastos básicos, una situación paradójica para alguien que ganó el dinero suficiente para asegurarse una vida cómoda. “Me tratan como a un criminal”, denunció en declaraciones a medios suecos.
El caso, que rápidamente dio la vuelta en la prensa local e internacional, desató indignación en Suecia. Muchos ciudadanos se identificaron con su situación, ya que no son pocos los que han denunciado bloqueos similares en sus cuentas debido a la misma normativa.
La legislación sueca obliga a los bancos a congelar fondos cuando existen dudas sobre su procedencia, pero la decisión final recae en las autoridades tras una investigación. En teoría, el proceso debería ser temporal y resolverse con la cooperación del afectado, aunque en la práctica puede prolongarse y dejar a personas como Erdis en un limbo económico.
Más allá de este caso concreto, la historia reabre el debate sobre hasta qué punto las medidas contra el blanqueo de capitales pueden terminar castigando a ciudadanos que no han cometido delito alguno. Mientras tanto, Erdis espera una solución que le permita volver a disponer de lo que un día le cambió la vida: su propio dinero.
