Álvaro Barco, joven periodista y politólogo, al volver a la casa de sus abuelos en su pueblo: "Ya nada es igual, ni volverá a serlo"
Una reflexión sobre la huella del tiempo en las familias rurales.
Para toda una generación, los veranos de la infancia estuvieron ligados al pueblo de los abuelos: días interminables al aire libre, comidas en familia y una forma de vida pausada que parecía eterna. Con el paso del tiempo, muchos jóvenes regresan a esos lugares y se encuentran con casas vacías y ausencias irreparables. Volver ya no es lo mismo, y ese choque entre el recuerdo y la realidad se convierte en una experiencia profundamente triste y compartida.
Este es el caso de Álvaro Barco, comunicador formado en Periodismo y Ciencia Política, que ha vuelto a recorrer las estancias de la casa familiar en el pueblo. Un regreso que ha estremecido a miles de usuarios en redes sociales y ha servido como altavoz para una reflexión sobre la transformación del mundo rural y la huella del tiempo en las familias. Así lo ha compartido el creador de contenido en uno de sus vídeos recientes en TikTok.
“Volví al pueblo y ya nada era lo mismo”, comienza diciendo Álvaro con tono melancólico, explicando que hace unos años que sus abuelos no están y que ahora solo quedan “recuerdos difusos de una infancia feliz”. En las imágenes, el autor muestra el exterior e interior de la vivienda, ahora deteriorada, y rememora escenas de la infancia: las comidas alrededor de la mesa, los juegos en el jardín y las despedidas junto a la puerta.
Una oda a sus abuelos
Con algo de tristeza, Álvaro resume que muchas de esas rutinas y presencias han desaparecido con el paso de los años y que nada volverá a ser como entonces. “Ya no estabas, abuelo, esperándonos en el salón, en esa butaca con la que presidías la mesa y que siempre me pareció de gigante”, dice recordando a un ser querido. El vídeo se presenta como un pequeño reportaje sobre el abandono y la pérdida que acompañan a muchos núcleos rurales.
“Ya no estabas, abuela, preparándonos esa sopa que nunca me ha vuelto a saber igual”, recuerda también, una ausencia que simboliza la pérdida de esos pequeños rituales cotidianos que daban sentido a la vida en el pueblo y que hoy solo perviven en la memoria. “Ya nada es igual, ni volverá a serlo”, lamenta, resumiendo en una sola frase el sentimiento compartido por quienes regresan a los lugares de su infancia pero sin la familia al completo.
El episodio de Álvaro encaja en un relato más amplio: para muchas generaciones, el pueblo fue durante décadas un espacio de contacto con la naturaleza y de tradiciones transmitidas en torno a una mesa. “Todo se fue con vosotros y yo sigo siendo un niño echándoos de menos”, concluye el creador de contenido, poniendo voz a una nostalgia colectiva que hoy encuentra en las redes sociales una forma de ser compartida y comprendida.