Indignación ante la construcción del ascensor de cristal de 182 metros en el 'acantilado T-Rex': "Es una tontería"
Los residentes locales defienden que los turistas quieren disfrutar de los paisajes naturales de la zona, no ver más construcciones humanas.

El ser humano parece tener un talento especial para alterar los últimos refugios naturales del planeta. Esta vez, la polémica llega a Bali, donde la construcción de un ascensor de cristal para acceder a la famosa playa de Kelingking, en la isla de Nusa Penida, ha desatado una ola de críticas y protestas.
El proyecto, impulsado por la promotora China Kaishi Group, pretendía facilitar el acceso de los visitantes a la playa, ubicada al pie del famoso 'acantilado T-Rex', de 182 metros de altura y conocido así por su peculiar forma. Pero las imágenes de los primeros agujeros excavados en la roca se hicieron virales y despertaron la indignación de los habitantes y la preocupación por el impacto ambiental.
"Es una pena que la hermosa vista de la playa de Kelingking haya sido destruida por el proyecto del ascensor", lamenta Made Sediana, un residente local, en declaraciones al diario Bali Sun. "Los turistas vienen a Nusa Penida para disfrutar del hermoso paisaje, no de los ascensores", añade. "Es una tontería. Los turistas vienen a Bali a disfrutar de su entorno natural porque sus países ya están llenos de rascacielos. Esto solo lo empeora aún más", critica otro.
Naturaleza vs. comodidad
Actualmente, llegar a la playa implica una caminata de entre 45 y 60 minutos por un sendero empinado. El ascenso de regreso puede tardar hasta dos horas. Para muchos, precisamente ese esfuerzo forma parte del encanto del lugar. El plan de construir un ascensor transparente, valorado en 12 millones de dólares, pretendía eliminar esa "barrera natural" y hacer el sitio más accesible.
Sin embargo, las autoridades balinesas han decidido suspender las obras, tras constatar que el proyecto carecía de los permisos necesarios y ante la creciente presión social. La senadora balinesa Niluh Djelantik fue una de las voces más firmes en contra de la iniciativa: "Mucho antes de que se construyera este ascensor, ya habíamos expresado nuestra oposición. Los riesgos son demasiado grandes".
En redes sociales, Djelantik instó a los visitantes a actuar con respeto hacia el entorno: "Disfruten de la belleza de Bali con prudencia. No creen accesos que parezcan conducir a los turistas a las puertas del desastre".
Un futuro incierto
No se sabe aún cuánto durará la suspensión ni si el proyecto será cancelado definitivamente. Algunos proponen una alternativa más sensata: reparar las escaleras existentes en lugar de construir nuevas infraestructuras invasivas. Otros alertan de que un acceso más fácil podría aumentar el riesgo de accidentes en una playa donde no está permitido nadar por las fuertes olas y las corrientes peligrosas.
El caso del ascensor de Kelingking es un nuevo ejemplo del dilema entre desarrollo turístico y conservación ambiental. Mientras las inversiones extranjeras, especialmente las chinas, se multiplican en Bali, la pregunta persiste: ¿hasta qué punto la modernización puede convivir con la naturaleza sin destruirla?
