La técnica con algas y bambú de los 50 que se usaba para mantener la casa fresca y que hoy aún puede darte una buena sorpresa
Es más económico que usar el ventilador o el aire acondicionado durante casi todo el día.
España se acerca al esperado final de la ola de calor que ha estado sufriendo durante dos semanas. A partir de este lunes, se producirá un descenso de temperaturas casi generalizado, especialmente marcado en la mitad noroeste del país, aunque todavía se registrarán valores considerablemente altos en la mitad sudeste, así como en algunas áreas de Baleares y Canarias.
Pese a este ansiado alivio térmico, todavía queda verano por delante, con lo que los ventiladores y los aires acondicionados seguirán siendo herramientas fundamentales para mantener las casas frescas. No obstante, también existen métodos tradicionales, económicos y sostenibles que han demostrado su eficacia durante décadas, especialmente en días en los que las temperaturas son más normales.
Una de estas soluciones, tan práctica como estética, son las alfombras de fibras naturales, afirma Le Journal Des Femmes. Muy populares entre las décadas de 1930 y 1960, especialmente en países como Francia y en sus colonias de clima cálido, como Argelia o la antigua Indochina, estas alfombras eran protagonistas indiscutibles de las casas de verano.
Durante los meses más calurosos, los suelos de baldosas se cubrían con finas alfombras de algodón, yute, bambú o algas marinas. Estos materiales permitían aislar el calor sin obstaculizar la circulación del aire, al tiempo que evitaban quemaduras al andar descalzo sobre superficies recalentadas por el sol. Además, su ligereza facilitaba el mantenimiento, mientras que su durabilidad las hacía ideales para un uso prolongado.
A diferencia de las alfombras gruesas de invierno, que se guardaban en el desván durante la temporada estival, estas alfombras naturales son transpirables, resistentes a la humedad e incluso capaces de purificar el ambiente. Absorben la humedad del aire y la liberan cuando el ambiente se vuelve más seco, ayudando a regular de forma natural la temperatura interior.
Este hábito doméstico, que apareció en catálogos como los de Manufrance o Le Bon Marché, se ha mantenido vivo hasta hoy. En la actualidad, estas alfombras de verano se encuentran fácilmente tanto en tiendas físicas como en plataformas en línea, con una gran variedad de diseños, tamaños y precios.
Más allá de su función práctica, aportan un toque decorativo impecable. Sus colores suaves, estampados sobrios y su estética natural combinan a la perfección con una decoración veraniega y minimalista. Se adaptan a todo tipo de interiores, modernos o rústicos, y también se integran bien en terrazas o jardines.