Los investigadores piden que volvamos al dinero en efectivo por la teoría del "dolor de pagar"
Según un estudio del Banco de España, el dinero en efectivo continúa siendo la principal forma de pago para un 60 % de los españoles.

En España todavía nos resistimos al pago con tarjeta de crédito. Según un estudio del Banco de España, el dinero en efectivo continúa siendo la principal forma de pago para un 60 % de los españoles, y un 65 % incluso asegura que utilizó este método diariamente durante 2023. A pesar de que la pandemia de la covid disparó el uso del pago digital por la recomendación de evitar el dinero en efectivo, las monedas y los billetes siguen siendo los reyes de nuestra cartera.
Aunque el pago con tarjeta sí es más habitual en otros países, el efectivo vuelve a ponerse 'de moda'. El gobierno danés ha pedido a sus habitantes tener dinero físico por si se produce alguna situación de emergencia o crisis en un contexto marcado por las amenazas de guerra.
Pero no sólo es bueno disponer de efectivo en una situación de crisis potencial, sino que existe otra ventaja, bastante significativa, al utilizarlo en la vida cotidiana.
Investigadores australianos concluyen que el efectivo puede desempeñar un papel crucial en el control financiero personal y los hábitos de ahorro, relata el diario danés nyheder24.
Al analizar datos de 71 artículos de investigación, de 17 países y más de 11.000 participantes, investigadores de la Universidad de Adelaida y la Universidad de Melbourne han descubierto que el método de pago tiene un impacto significativo en nuestros patrones de consumo.
Está claro que los pagos con tarjeta están asociados con un mayor consumo en comparación con los pagos en efectivo. "Probablemente gastamos más dinero cuando pagamos con métodos digitales o de tarjeta que cuando pagamos en efectivo", afirma uno de los investigadores.
La cuestión es que la forma de pago afecta nuestro comportamiento y sentimientos a la hora de gastar dinero. Una teoría central detrás de este comportamiento es el concepto del "dolor al pagar", que se introdujo en 1996.
La teoría explica que el dolor que sentimos al gastar dinero varía según el método de pago. Cuando pagamos con tarjeta no hay intercambio físico, lo que lo hace menos doloroso. "No perdemos nada tangible al deslizar o escribir el número de la tarjeta, por lo que resulta menos doloroso", dicen los investigadores.
Con el efectivo es diferente, ya que hay que contar y entregar físicamente el dinero, lo que hace que la pérdida sea más concreta y emocionalmente significativa.