Los investigadores temen que seamos la última generación en ver luciérnagas antes de que desaparezcan para siempre
"La población mundial de luciérnagas está disminuyendo".

Las luciérnagas, esos pequeños faros naturales que iluminan las noches de verano con destellos misteriosos, encantadores y casi mágicos podrían estar viviendo sus últimos años en la Tierra, advierten investigadores de todo el mundo.
"Hoy en día vemos muchas menos luciérnagas que cuando éramos niños. No es solo una sensación, sino un hecho con respaldo científico, ya que la población mundial de luciérnagas está disminuyendo", asegura a National Geographic el experto en luciérnagas Raphaël De Cock, quien escribió su tesis doctoral sobre las larvas de estos insectos".
Las luciérnagas, miembros de la familia Lampyridae, con más de 2.000 especies en todo el mundo, han sido admiradas durante siglos por su capacidad para emitir luz propia. La mayoría usa esta bioluminiscencia con fines reproductivos: los machos lanzan señales luminosas para atraer a las hembras en la oscuridad. En algunas especies, como Photuris, las hembras incluso imitan las señales de otras para cazar a sus presas.
Pero, aunque las larvas de todas las especies de luciérnagas son bioluminiscentes, no todas mantienen esa capacidad en la adultez. Además, el lugar donde se localizan los órganos luminosos varía entre especies y entre sexos.
¿Por qué están desapareciendo?
Desafortunadamente, su futuro corre peligro debido a cuatro que están acelerando su declive, informa Sanook:
- Pérdida de hábitat. Necesitan ambientes húmdos y poco alterados, como bosques, humedales o zonas sombrías. La urbanización y la agricultura intesiva han destruido estos ecosistemas esenciales para su ciclo de vida.
- Contaminación lumínica. Las luces artificiales de calles, edificios y anuncios interfieren con sus señales de apareamiento. En algunas zonas, este tipo de contaminación representa una amenaza mayor que la propia pérdida de hábitat.
- Uso de pesticidas. No solo afectan directamente a las luciérnagas, sino también a su alimento principal: babosas y caracoles. Además, contaminan el agua y el suelo, dañando su entorno natural.
- Cambio climático. Alteraciones en la temperatura y los patrones de lluvia modifican sus ciclos reproductivos y la disponibilidad de recursos.
¿Estamos a tiempo de evitarlo?
Es posible mejorar el devenir de estos insectos, pero se necesita actuar inmediatamente y de forma colectiva. Los expertos recomiendan:
- Restaurar hábitats naturales como humedales y bosques.
- Limitar el uso de luz artificial en zonas críticas para la reproducción de las luciérnagas.
- Fomentar una agricultura sostenible, reduciendo el uso de químicos.
- Educar a la población sobre el valor ecológico y cultural de las luciérnagas.
