Ni en cuclillas ni poner papel en el inodoro: los expertos dan un mensaje tranquilizador a los que usan los baños públicos
El peligro real lo podemos llevar encima constantemente.

Durante años, la idea de sentarse en un baño público ha generado repulsión e incluso miedo. Ya sea en un festival, en un avión o en una gasolinera, muchos dudamos antes de apoyarnos en un asiento que han usado cientos de desconocidos y optamos por diversas estrategias, como colocar papel en el inodoro o ponernos de cuclillas.
Sin embargo, la ciencia ha revelado ahora que los gérmenes están en nuestro cuerpo, y no en el retrete. Diversos expertos señalan en Discover Magazine que los microbios necesitan condiciones específicas, como humedad y materia orgánica, para sobrevivir, y la superficie lisa y seca del asiento no las ofrece. Incluso el virus del papiloma humano (VPH), uno de los pocos que puede resistir varios días en ambientes húmedos, rara vez se transmite por esta vía.
El riesgo de contagio solo aumentaría en situaciones muy específicas, como si una persona tuviera una herida abierta en la piel o un sistema inmunitario comprometido. En condiciones normales, nuestra piel actúa como una barrera sumamente eficaz contra bacterias y virus.
Falsos mitos extendidos
A pesar de ello, las estrategias que muchos utilizan para "protegerse", como cubrir el asiento con papel higiénico" ofrecen una falsa sensación de seguridad, ya que el papel, por su naturaleza porosa, no impide el paso de microorganismos microscópicos.
Por su parte, mantener una postura suspendida sobre el inodoro, una práctica común entre las mujeres, puede dificultar el vaciado completo de la vejiga y aumentar el riesgo de infecciones urinarias o problemas del suelo pélvico.
Otro mito extendido es que cerrar la tapa antes de tirar la cadena evita la dispersión de gérmenes. Un estudio reciente de la Universidad de Arizona demostró que esto solo cambia la dirección del llamado "aerosol del inodoro", pero no lo elimina.
Entonces, ¿dónde está el verdadero peligro? En nuestras manos. Los asientos del inodoro suelen estar más limpios que los pomos de las puertas, los grifos o incluso los teléfonos móviles. Estos objetos, que tocamos constantemente, son los principales vehículos de transmisión de microbios.
Por ello, la medida más efectiva para prevenir enfermedades sigue siendo la más simple: lavarse bien las manos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), frotarlas durante al menos 20 segundos con agua y jabón o usar desinfectante a base de alcohol reduce drásticamente el riesgo de infección.
