Ni una ni dos sino hasta cuatro piscinas naturales de aguas cristalinas en un rincón de Valencia
Su acceso es sencillo y su profundidad moderada lo convierte en una opción perfecta para familias con niños.
Los Charcos de Quesa, en la comarca valenciana de La Canal de Navarrés, son un tesoro natural que ha permanecido relativamente al margen del turismo masivo. A tan solo una hora en coche desde la ciudad de Valencia, este enclave ofrece una experiencia única para quienes buscan un contacto directo con la naturaleza, lejos del bullicio urbano. Rodeado de montañas, vegetación mediterránea y senderos que invitan a la exploración, este paraje es ideal para una escapada veraniega.
El entorno, modelado por el curso del río Grande, ha dado lugar a cuatro piscinas naturales que destacan por la pureza de sus aguas y la belleza de su entorno. Cada una de ellas posee características propias que las hacen especiales, tanto por su morfología como por las sensaciones que despiertan en quienes las visitan. Se trata del Charco de la Horteta, el Charco de las Fuentes, la Bañera y el Charco del Chorro de Corbera.
El Charco del Chorro de Corbera es, sin duda, el más emblemático de los cuatro. Su popularidad se debe en gran parte a la cascada que lo corona, una caída de agua que forma una cortina líquida tras la cual se esconde una pequeña cueva accesible. Esta piscina natural, de aguas profundas y rodeada de cantos rodados blancos, se ha convertido en una imagen icónica de la naturaleza valenciana. Su entorno invita tanto al baño como a la contemplación, y es habitual ver a visitantes capturando el momento con sus cámaras.
Más discreto pero igualmente encantador es el Charco de la Horteta, situado aguas abajo. Este charco es ideal para quienes buscan tranquilidad y un baño relajante. Su acceso es sencillo y su profundidad moderada lo convierte en una opción perfecta para familias con niños. La vegetación que lo rodea, compuesta principalmente por pinos y monte bajo, proporciona sombra natural durante las horas más calurosas del día.
El Charco de las Fuentes, por su parte, destaca por su amplitud y por la presencia de varios manantiales que alimentan sus aguas. Es una de las zonas más frecuentadas por los senderistas, ya que se encuentra en el trayecto de una ruta lineal que parte desde el municipio de Quesa. El sonido constante del agua fluyendo y la frescura del ambiente lo convierten en un lugar ideal para descansar tras una caminata. Además, cuenta con zonas de picnic y áreas habilitadas para el disfrute familiar.
La Bañera, el cuarto de estos charcos, debe su nombre a su forma ovalada y a la sensación de intimidad que ofrece. Es la más pequeña de las cuatro piscinas, pero también una de las más acogedoras. Su fondo de piedra lisa y su agua cristalina la hacen perfecta para un baño pausado. Es habitual que quienes la descubren por primera vez queden sorprendidos por su belleza serena y su atmósfera casi mágica.
El acceso a Los Charcos está bien señalizado y puede realizarse tanto a pie como en vehículo. Existe un área recreativa con aparcamiento, aseos, fuentes y zonas de sombra, lo que facilita la visita incluso para personas con movilidad reducida. Durante los meses de mayor afluencia, se establece un pequeño peaje simbólico destinado al mantenimiento del entorno: un euro por persona y dos por vehículo.