Un joven pasea por el bosque y vuelve a casa con cinco tesoros dorados de 3.300 años de antigüedad: "Esperando evaluación"
Aunque todavía falta un análisis completo que confirme su antigüedad y procedencia exacta, la primera valoración ya apunta a su relevancia histórica.
El hallazgo de un tesoro arqueológico en pleno bosque ha colocado al condado rumano de Gorj en el foco informativo. Esta vez, el descubrimiento no lo ha hecho un equipo profesional, sino un aficionado a los detectores de metales durante un paseo sin mayor pretensión. Según ha informado el portal rumano Libertatea, cinco brazaletes de oro de unos 3300 años de antigüedad han salido a la luz en circunstancias tan fortuitas como sorprendentes.
George Ștefan Andreescu, vecino de Târgu Jiu y apasionado por este tipo de búsquedas recreativas, relató que todo ocurrió tras varias horas caminando por el bosque. “Fue un descubrimiento inesperado. Salí a caminar por el bosque y, tras dos o tres horas deambulando, recibí una señal en el detector. Dudaba si excavar o no”, explicó a la agencia Agerpres. Finalmente decidió retirar la capa superficial de tierra y allí encontró las piezas que ahora son consideradas un importante testimonio del pasado remoto de la región.
En total, los brazaletes suman alrededor de 36 gramos y, según la evaluación preliminar realizada por especialistas del Museo del Condado “Alexandru Ștefulescu”, podrían datar de la Edad del Bronce. Aunque todavía falta un análisis completo que confirme su antigüedad y procedencia exacta, la primera valoración ya apunta a su relevancia histórica. Andreescu asegura que la sorpresa fue mayúscula: “Me sorprendió mucho lo que encontré. Son piezas de oro, las entregué conforme a la ley y, tras hablar con el director del Museo del Condado, me dijeron inicialmente que son piezas de oro de más de 3000 años de antigüedad. Estamos esperando la evaluación”.
El descubrimiento ha generado también emoción en su entorno personal. Su esposa, Mihaela Andreescu, expresó públicamente su orgullo a través de Facebook, donde escribió: “Orgullosa de ti, mi esposo, Andreescu George. Rumania, en su cumpleaños, recibe otro tesoro como regalo. Me alegra que lo hayas descubierto y lo hayas dejado a tus descendientes, como testimonio de este pueblo con profundas raíces en esta tierra bendita”.
Además del valor material, el hallazgo abre una nueva ventana al conocimiento sobre las comunidades que habitaron esta parte del país hace más de tres milenios. Los brazaletes podrían aportar datos sobre las técnicas artesanales, los rituales o incluso las redes de intercambio de aquella época. Para los arqueólogos rumanos, cada pieza de oro recuperada es una oportunidad única para reconstruir fragmentos de una historia aún incompleta.