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Una mujer se enfrenta al presidente de su comunidad por tender las sábanas de su hija: "Es una represalia contra mí"

Una mujer se enfrenta al presidente de su comunidad por tender las sábanas de su hija: "Es una represalia contra mí"

Un edificio en el norte de Italia se convierte en campo de batalla por culpa del sol, la burocracia y un exceso de celo comunitario.

Ropa y sábanas tendidas al sol en la fachada de un edificio residencial.
El conflicto vecinal comenzó por unas sábanas tendidas al sol, algo prohibido por el reglamento del edificio.Vicente Mendez

En Oderzo, una pequeña ciudad del norte de Italia, hay un conflicto vecinal que ni Kafka habría imaginado. Todo empezó con unas sábanas, un balcón y una madre con demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse por el “decoro” del edificio. La protagonista se llama Maria Grazia Battistiol, vive desde hace diez años en el Residence Palladio y, según el presidente de la comunidad, su delito es tender la ropa donde no debe.

Maria Grazia cuida a su hija Elisa, una joven con discapacidad, y acostumbra a secar sus sábanas al sol. No hay nada más italiano que eso. Pero un día recibió una carta del administrador del edificio que sonaba a reprimenda de internado. “He sido advertida porque tiendo al sol las sábanas de mi hija Elisa”, explicó la mujer al diario Il Gazzettino. “El balcón no da a la vía pública. Uso este método para no tener que planchar y así puedo volver a poner las sábanas en la cama en un par de horas. Le digo a Elisa: tesoro, tienes las sábanas que aún huelen a sol. Que, por cierto, es el mejor desinfectante del mundo”.

El relato podría acabar ahí, con una madre orgullosa de su método doméstico, pero no. Porque en Italia, como en medio mundo, si hay algo que nunca falta en un edificio es alguien dispuesto a fiscalizar el tendedero del vecino.

Maria Grazia cuenta que su vida ya es bastante complicada y que este episodio ha sido “la gota que colma el vaso”. “Ya vivo una situación compleja, teniendo que ocuparme de mi hija. Ahora también esta historia, por la que he tenido que recurrir a un abogado”, lamenta. Cree que el aviso del administrador —que en esta historia actúa más como sheriff del portal que como mediador— es una represalia personal. “Vivo aquí desde hace diez años y siempre he tendido las sábanas sin ningún problema. Temo que sea una venganza contra mí”, asegura.

El sheriff del edificio, por su parte, se llama Tiziano Pasqualin y tiene su propia versión, con reglamento en mano. “Ninguna represalia contra la señora”, ha dicho al mismo periódico. “El reglamento de la comunidad prohíbe tender ropa fuera de los parapetos del balcón. Ya se le advirtió en varias ocasiones, igual que a otra vecina. Pero ella no hizo caso”. En su defensa, añade que la asamblea de vecinos —esa institución donde la cordura muere lentamente entre turnos de palabra— le ordenó “actuar legalmente” para preservar el “decoro del edificio”.

El tono administrativo del señor Pasqualin contrasta con la realidad cotidiana que describe la mujer. Entre pañales, rutinas de cuidados y un balcón que no da a la calle, cuesta imaginar que unas sábanas al sol sean una amenaza para el decoro urbano. Pero así está la ley, o mejor dicho, así la aplican quienes disfrutan demasiado haciéndola cumplir.

Por si no bastara, Maria Grazia asegura que también fue reprendida porque el repartidor deja en el portal los paquetes de pañales de su hija cuando ella no está. “Lógico que los recoja en cuanto puedo, pero puede ocurrir que haya salido con Elisa”, explica. Pasqualin lo niega: “Solo le envié un correo, no hay ninguna acción legal”.

Y mientras la burocracia condominial sigue su curso, la mujer sigue lavando, cuidando y, con un poco de suerte, dejando que el sol haga su trabajo. En los foros italianos el caso ya ha provocado un pequeño terremoto de empatía. La mayoría se pone del lado de ella, claro. Porque a veces una historia de sábanas al sol dice mucho más sobre un país que cien editoriales sobre la convivencia.

En el Residence Palladio, de momento, no se ha hablado de tregua. Pero si algún día la comunidad cambia el reglamento, ojalá lo haga en honor a Maria Grazia, que solo quería que su hija durmiera entre sábanas limpias y olor a sol.

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