Nerea del Río, pastora, deja Madrid para regresar a su pueblo de Palencia: "No hay sábados, domingos ni fiestas, pero tiene sus pros y sus contras"
Su vida en el campo es exigente y variada, pero gratificante.

Cada vez más personas están dando la espalda al ritmo frenético de la ciudad para regresar a los pueblos de los que un día se marcharon. Tras años persiguiendo oportunidades laborales y estabilidad en entornos urbanos, muchos jóvenes replantean su modelo de vida y apuestan por el medio rural, atraídos por un mayor contacto con la naturaleza, la autonomía y la posibilidad de construir un proyecto vital propio.
En ese contexto se enmarca la historia de Nerea del Río, una joven pastora de 32 años que decidió cambiar Madrid por Robladillo de Ucieza, su pueblo de Palencia de apenas 21 habitantes. Tras años formándose y probando suerte en la capital, decidió volver y dedicar su trabajo a la Ganadería Ovejas y Ríos, el negocio familiar, que ahora combina con actividades divulgativas dirigidas al público.
En un reportaje de La Sexta, Nerea cuenta que, como a muchos de su generación, le vendieron la idea de “estudia y vete”: modelos de éxito urbano presentados como la única vía para prosperar. Estudió Bellas Artes en Salamanca y se trasladó a la capital para especializarse en ilustración y diseño, pero la experiencia laboral no fue la esperada: “Mi objetivo era la ilustración del cómic… acabé de dependienta en una tienda”, relata.
Un oficio sacrificado
Fue durante una visita a casa, tras una intensa campaña de Navidad, cuando una conversación con su padre le empujó a tomar la decisión de volver al pueblo. Ahora su vida en la granja es exigente y variada: pastoreo tradicional, ordeños, alimentación y limpieza de animales, atención a partos y el adiestramiento de perros de trabajo forman parte de sus jornadas. Un trabajo sin horarios fijos ni festivos que le ha devuelto el sentido de pertenencia.
Nerea advierte que el retorno tiene ventajas, como una mayor conexión con la naturaleza, autonomía y un ritmo diferente; pero también tiene sus inconvenientes, como largas horas sin días festivos claros y la responsabilidad de gestionar una empresa agraria. “No hay sábados, domingos ni fiestas, pero tiene sus pros y sus contras”, sintetiza, consciente de que la elección implica sacrificios, pero también una satisfacción personal difícil de encontrar en la ciudad.
Por su lado, la ganadería Ovejas y Ríos no es solo un núcleo productivo, sino que recientemente ha abierto sus puertas para visitas educativas y experienciales, acercando a familias y centros escolares la realidad del campo y el manejo del ganado, con el objetivo de tender puentes entre la ciudad y el mundo rural y diversificar las fuentes de ingresos de la explotación. Así, el proyecto funciona tanto como empresa como escaparate para explicar la vida en el campo.
