Ton, 61, despedido tras 32 años en la empresa, recoge latas y botellas para su jubilación: "Vivo al día"
De una oficina en Róterdam a la calle.

Tras más de tres décadas en la misma empresa, la vida de Ton Venix dio un giro radical. A los 61 años, este trabajador neerlandés recorre hoy las calles de Ridderkerk recogiendo latas y botellas para poder llegar a fin de mes y guardar algo de dinero para su jubilación. “Vivo al día. ¿Qué más se puede hacer?”, afirma según un medio local.
Hace apenas diez años, Ton trabajaba en una elegante oficina de Róterdam como asesor hipotecario. Había entrado en la compañía nada más salir de la escuela, convirtiéndose en el empleado más joven de su departamento.
Descubrió que las hipotecas eran su vocación ya que le gustaba analizar casos complejos y dedicar tiempo a las personas. Con los años, fue ganando experiencia y responsabilidad, convencido de que aquel sería su empleo hasta la jubilación.
El despido que lo cambió todo
En 2013, los rumores de una gran reorganización se hicieron realidad. Más de la mitad del departamento fue despedido y Ton se encontró de repente fuera del mercado laboral. “153 de 280 personas perdieron su empleo. Yo estaba entre ellas”, recuerda según recoge AD. Aún hoy, cree que su forma de trabajar, más humana y cercana al cliente, jugó en su contra en un entorno cada vez más enfocado al beneficio y a la rapidez.
Tras el despido, Ton intentó reincorporarse al mercado laboral, pero se topó con una barrera difícil de superar, la edad. A sus cincuenta y tantos años, las oportunidades eran escasas. Incluso cuando se ofreció para trabajos básicos, como en un supermercado, la respuesta fue siempre la misma. “Soy demasiado viejo, demasiado caro y demasiado testarudo”, resume.
Vivir con lo justo y no rendirse
Desde hace una década, vive en la casa de su abuela, casi completamente pagada, y no recibe ayudas sociales. Ha sobrevivido gracias a sus ahorros y a una vida austera, intentando gastar lo mínimo posible en comida y gastos diarios. Para mantenerse activo, trabaja 16 horas semanales en una tienda de segunda mano por un salario simbólico.
El giro más inesperado llegó cuando descubrió el sistema de devolución de envases. Necesitaba dinero para un billete de tren y decidió recoger botellas y latas. Funcionó. Desde entonces, pasea a diario por Ridderkerk recolectando envases, con los que gana alrededor de 100 euros al mes. Ya ha conseguido ahorrar unos 4.800 euros, que guarda como colchón para su jubilación.
Cómo funciona
Según Bonapi el programa de devolución incluye botellas de plástico de un solo uso, latas de aluminio y botellas de vidrio reutilizables, cuyos importes son: 15 céntimos por botellas pequeñas y latas, y 25 céntimos para botellas de más de un litro.
Los envases se introducen en máquinas automáticas instaladas en supermercados y grandes superficies, donde se identifican mediante un código de barras y el reembolso se emite al instante, ya sea en forma de cupón para descontar en la compra o como donación a una causa benéfica.
El proceso es rápido, sin contacto y apenas lleva unos segundos, lo que ha integrado esta práctica en la rutina diaria de los ciudadanos. Actualmente, el sistema cubre a más del 90% de los principales comercios del país y cuenta con más de 27.000 puntos de devolución, haciendo que reciclar envases sea tan habitual como comprarlos.
