Es necesaria la geografía

Es necesaria la geografía

Con un pueblo con formación elemental de geografía, es muy posible que la crisis inmobiliaria de 2008, que la proliferación del despilfarro en infraestructuras inutiles o que la contaminación en nuestras ciudades fuese diferente. Sirva esto para hacernos reflexionar.

Cada poco tiempo salta al debate público, con motivo de alguna reforma legislativa o de algún informe internacional, la calidad de la enseñanza en España. Los resultados, ciertamente, son cualquier cosa menos esperanzadores. Recuerdo las respuestas un reciente examen de cultura general en una oposición a maestro de la Comunidad de Madrid, que eran más propias de auténticos analfabetos que de candidatos a maestro. Aunque lo que deberíamos preguntarnos es si el fracaso no es sobre todo de la sociedad cuando un adulto titulado universitario es capaz de cometer tales aberraciones en una prueba.

Una de las mayores carencias, en mi opinión, de nuestro sistema educativo son las enseñanzas de geografía. Esta ciencia antiquísima, ya fundamental en la Grecia clásica, que nada tiene que ver con recordar toponimia (del mismo modo que aprender derecho civil no es memorizar un código), y que es, sobre todo, la ciencia del territorio y de las relaciones de los seres humanos con él; una materia imprescindible para entender el mundo, el medio ambiente, la economía, las relaciones en el marco de la globalización, la ciudad o la movilidad. En definitiva, para comprender holísticamente la sociedad en que vivimos y el lugar en que nos desarrollamos.

En un mundo en constante cambio, que muta con una velocidad nunca antes vista, la geografía es una disciplina de la que nuestro sistema educativo no puede prescindir. Hace unas semanas, en el congreso europeo de geógrafos celebrado en Roma se firmaba la declaración que lleva el nombre de la capital latina, que pide a los gobiernos europeos que intensifiquen los programas de geografía en sus sistemas de enseñanza y que la docencia de los mismos esté reservada a profesionales de la geografía, ya que, del mismo modo que, por ejemplo, un matemático no imparte clase de lengua castellana, no tiene ningún sentido que un historiador del arte imparta docencia de geografía, una ciencia a caballo entre las ciencias sociales -geografía humana- y las ciencias naturales -geografía física-, que poco tiene que ver con las también muy nobles y necesarias humanidades.

Los españoles no pueden acabar la educación primaria y secundaria sin conocimientos elementales de geografía que les permitan conocer la realidad ambiental y territorial en la que viven y trabajan; sin tener unas lecciones elementales de las implicaciones que tienen en el desarrollo de un país las diferentes formas de implantación de la industria, la organización espacial de las infraestructuras del transporte o la urbanización del suelo, o sin haber oído las posibles consecuencias del calentamiento atmosférico. No es solamente una cuestión de cultura, sino también de desarrollo social. Con un pueblo con formación elemental de geografía, es muy posible que la crisis inmobiliaria de 2008, que la proliferación del despilfarro en infraestructuras inutiles o que la contaminación en nuestras ciudades fuese diferente. Sirva esto para hacernos reflexionar. Es necesaria la geografía.