Entre todos los chavales, seguro que alguno sufre fobia escolar. Ese miedo que te paraliza y te aterra hasta el punto de no ser capaz de ir a la escuela.
Una de las primeras medidas que propongo a los padres para convertir los suspensos en aprobados es aprender a usar bien la agenda. Parece una tontería, pero la gran mayoría de mis alumnos o no la usa o no sabe hacerlo y son pocas las familias que revisan las agendas de sus hijos a diario para saber qué tareas tienen pendientes.
Soy un cabrón porque me lo he currado, porque me he tenido que esforzar para conseguir las cosas. He tenido que sufrir injusticias, y así aprendí a reconocerlas y combatirlas. Y eso es lo que no tienen mis alumnos; por eso votarían a Trump, porque se lo creen todo y porque no dice cosas tan alejadas de su forma pleistocénica de pensar.
Los cambios económicos están generando una creciente complejidad en los procesos, los instrumentos y los mercados financieros, al tiempo que enfrentan a los usuarios a un abanico de opciones y decisiones más amplio, complicado, en muchas ocasiones incomprensible y, desde luego, con mayores riesgos. La educación económica y financiera adquiere, por ello, cada vez más importancia.