La respuesta de un hostelero a una camarera de prueba que le pide que le dé de alta indigna (y no poco)
Un mensaje de WhatsApp con aires de sermón, un contrato laboral que nunca llegó y una joven que solo pidió lo básico: que se cumplan sus derechos laborales.

En España hay cosas que no fallan: la tortilla de patata siempre con cebolla, las fiestas del pueblo y la hostelería abusando del "estás en prueba" para justificar lo injustificable. Una conversación de WhatsApp, compartida por la cuenta Soy Camarero en la red social X, ha vuelto a circular por todas partes y no, precisamente, por la forma en la que se tiran las cañas o se sirven los cafés, sino por cómo se contrata o, mejor dicho, no se contrata en muchos bares y restaurantes del país.
La conversación entre un hostelero y una trabajadora que ya lleva algunos días trabajando en su establecimiento, arranca de forma aparentemente anodina. Él le informa de que el lunes va a tener el día libre porque el establecimiento todavía no va a abrir por las tardes. Ella, entonces, aprovecha para preguntarle si podrá contar con el turno vespertino a partir del martes: "Me tienes que confirmar”, escribe mientras espera, como alguien que espera mesa, a que se aclare si sigue contando con trabajar en ese horario.
Horas después, vuelve a escribirle a su jefe: “Estoy esperando tu confirmación ya que llevo desde el día 11 allí trabajando sin darme de alta ni saber nada tampoco del contrato y condiciones, debes confirmarme porque ando denegando también otras ofertas”.
"Entonces no puedes volver"
La respuesta del hostelero llega con una fórmula que en la hostelería nacional parece que ya se ha convertido en un eufemismo de explotación: "Pues no puedo confirmar nada, estamos de prueba” y la trabajadora, que se conoce los derechos laborales mejor que su jefe, le responde con firmeza: "Entiendo que quieras hacer un periodo de prueba, pero según la ley, incluso en prueba es obligatorio darme de alta en la Seguridad Social y firmar un contrato desde el primer día”, le escribe.
Doce minutos después, para ser más exactos a las 15:03 de la tarde, el empresario zanja la conversación con una frase lapidaria: “Bueno, pues entonces no puedes volver”.
Sin embargo, ella no se achanta y le reclama el pago de los días que ya lleva en período de pruebas: “Entonces tendrás que pagarme los días que llevo trabajados”, le responde con claridad y sin perder la postura, dejando bien claro que conoce sus derechos y que también ha llevado un milimetrado control horario, detallando que ha trabajado desde el día 11 hasta el 22 de julio, ocho horas y media desde las 7:30 hasta las 15:00 horas, además de los días 23 y 24, con otras siete horas que van de las 8:00 a las 15:00 horas.
La conversación se cierra con una última línea, tan escueta y tan vaga como el contrato que nunca ha existido y que firma el empresario: “Se líquida todo. Ya te aviso mañana”.
No hay más. Tampoco hace falta más. En apenas dos pantallazos se resume una escena que se repite en muchas terrazas, en muchos restaurantes y, casi, en cualquier ciudad de España. “No encontramos camareros”, se lee en el tuit que acompaña las capturas de la conversación de WhatsApp, pero lo que sí se encuentra, una y otra vez, son empleadores que creen que el período de prueba les exime de todo, empezando por cumplir con la ley vigente. Muchos trabajadores, con razón, ya no están por la labor de regalar más horas.
