El incendio de Portugal deja historias de tristeza pero también de rescates milagrosos

El incendio de Portugal deja historias de tristeza pero también de rescates milagrosos

Como la de una viuda de 60 años que salvó a ocho personas.

Los destinos de muchas familias portuguesas han cambiado para siempre tras el incendio de este fin de semana en el centro del país.

Los padres de Rodrigo, un niño de 4 años, se habían casado hace algunas semanas. Se habían ido de luna de miel y habían dejado al pequeño a cargo de unos tíos, cuenta el Correio da Manha.

Presa del pánico al enterarse del incendio en su pueblo, Nodeirinho, la madre lanzó un llamamiento en las redes sociales para buscar a su hijo. La abuela llegó desde Lisboa, pero fue en vano. Los cuerpos de Rodrigo y de su tío aparecieron calcinados junto a un coche, atrapados en su huida desesperada.

"Era verdaderamente un infierno. Creí que había llegado el fin del mundo. Creí que no iba a salir viva", ha contado a la televisión portuguesa Maria de Fatima Nunes, que ha sido rescatada.

"Si dejo mi casa, todo arderá, pues no tenemos a nadie que nos ayude", ha declarado Fernando Pais, un agricultor de 50 años que vivía con su mujer y su hijo en Trespostos, una aldea próxima a Campelo. No han querido abandonar su vivienda y luchan solos contra las llamas con una simple manguera.

"Una de mis colegas perdió a su madre y a su hija de cuatro años porque no logró sacarlas de la parte trasera del coche", lamenta Isabel Ferreira, de 62 años, habitante de una localidad de la zona.

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LA FAMILIA QUE SOBREVIVIÓ PORQUE SE SUMERGIÓ EN EL AGUA

Mientras varios habitantes del pueblo de Pobrais morían intentando escapar al fuego por la carretera, la familia Ferreira sobrevivió refugiándose en una pequeña reserva de agua a escasos metros de la casa.

La madre, Maria do Céu, ama de casa de 52 años, su marido, exmarino mercante de 68, y sus dos hijas de 37 y 32 años, han relatado a AFP su estado de "terror indescriptible". Pero resistieron al pánico y lograron salvarse. ¿Cuánto tiempo permanecieron inmersos en el tanque de agua? Difícil de decir, el miedo les alteró la noción del tiempo. Una hora, según la madre, un cuarto de hora, cree recordar la hija.

"Sabía que, si nos quedábamos en el agua, estaríamos seguros", ha explicado esta ingeniera forestal. "Intentamos convencer a nuestros vecinos de que se quedasen, les imploramos, pero igual se fueron en automóvil". Once de ellos se toparon con la muerte en su huida.

LA VIUDA DE 60 AÑOS QUE SALVÓ A OCHO PERSONAS

El sábado, en el pueblo de Nodeirinho, dos parejas en pánico golpean junto a sus tres niños la puerta de la casa de Adelaide Silva, viuda de 60 años, cuenta el diario Expresso. Su casa, la más moderna del barrio, no teme a las llamas que devoran las demás viviendas una tras otra. Un oasis para esta gente de Lisboa, sorprendida por el incendio cuando regresaban de un almuerzo con amigos.

Adelaide acepta alojarlos. Hacia la medianoche, otra persona llama a la puerta: es una de las vecinas, que acaba de intentar escapar en automóvil junto a su marido. Pero el fuego les ha cerrado el camino, matando al marido mientras ella lograba escapar con el rostro, los brazos y la espalda quemados.

Una de las mujeres que ya estaba en la casa y que era enfermera tuvo el reflejo de cubrirle las heridas con servilletas mojadas hasta la llegada de los socorristas, que la trasladaron al hospital. Ahora que la la pesadilla ha pasado, Adelaide no quiere salir de su casa porque allí se siente segura.

LOS QUE SE SALVARON PORQUE ESTABAN EN UNA BODA

Vergel, olivares, huerta, camioneta... Virgilio Godinho y su esposa Isabel vieron partir en llamas la pequeña chacra que constituía su principal fuente de subsistencia, devorada por el fuego en el pueblo de Vilas de Pedro.

El matrimonio y su hija de 18 años lograron escapar porque estaban en otro pueblo, asistiendo a una boda. "Pero perdimos todo. No sabemos lo que vamos a comer. Estoy desesperada", se lamenta llorando Isabel, de 63 años, en medio de las colinas devastadas.

Virgilio, mecánico en paro, halló destruidas por el fuego las herramientas con las que trabajaba haciendo changas. "Felizmente no estábamos, porque hubiese tratado de salvar mis cosas y hubiese sucedido lo peor", admite resignado.

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