El Barça vuelve a ser campeón de Liga. Lo ha hecho en el mismo lugar que hace dos años: Cornellà. Esta vez, sin sardanas ni invasiones, pero con otro golpe en la mesa para sellar el campeonato liguero. Un golazo de Lamine Yamal en la primera mitad y otro de Fermín en el tiempo de descuento le bastó a los de Hansi Flick para tumbar al Espanyol y llevarse el título a falta de dos jornadas de campeonato.

El equipo de Hansi Flick ha rematado una temporada de altibajos con una victoria en el derbi barcelonés (0-2), que deja la Liga sentenciada. No fue un partido brillante, pero sí práctico. El Barça tiró de pegada, cerró filas cuando tocaba y salió campeón del campo… aunque fuese bajo los aspersores y con el himno del Espanyol sonando a todo volumen. 

Porque la noche en la que el Barça ganó su liga número 28 tuvo de todo: tensión en la grada, un susto inicial por un atropello múltiple en los alrededores del estadio en el que no ha habido heridos, un derbi con más músculo que juego, y unos blaugranas que fueron de menos a más. La Liga vuelve a ser culé. Y otra vez, en casa del eterno rival.

Lamine Yamal encendió la mecha y Fermín cerró el trato

El Espanyol salió como un tiro. En los primeros compases metió el miedo en el cuerpo al Barça con dos llegadas claras, primero de Urko y luego de Puado, que obligaron a Szczesny a emplearse a fondo. El portero polaco, con poco trabajo pero clave cuando tocaba, sostuvo al equipo en los momentos de mayor agobio. Flick, mientras tanto, no lo veía claro. Su equipo no terminaba de asentarse y Lewandowski, titular por obligación ante la baja de Ferran Torres, apenas inquietaba arriba.

Pero tras el descanso, todo cambió. Lamine Yamal decidió que ya era hora. En el 53’, se inventó una jugada marca de la casa: arrancó desde la banda, rompió a su par y soltó un zurdazo que se coló por la escuadra. Golazo. De esos que no se ensayan, se sienten. El Espanyol se vino abajo, el Barça respiró y el título empezó a olerse en el aire.

Aun así, el partido no estaba cerrado. Cabrera fue expulsado en el 80’ por una agresión a Lamine tras revisión del VAR y, aunque los blanquiazules apretaron con más corazón que cabeza, el Barça aprovechó los espacios. En el descuento, Fermín cazó una asistencia del propio Lamine y la cruzó al fondo de la red. Con ese 0-2, ya no había vuelta atrás. El Barça era campeón.

La celebración fue mínima. Algunos jugadores del Espanyol trataron de sacar a los culés del césped, y Flick, precavido, ordenó volver al vestuario. Para rematar, el club local encendió los aspersores, como ya hiciera en 2023, evitando así una celebración abierta. Pero el título ya estaba en el saco.

Una Liga de locura y, otra vez, de remontada

Pocos lo esperaban. Con nuevo entrenador, sin fichajes potentes y con un equipo aún por hacer, el Barça arrancó la temporada como un tiro: siete victorias en siete partidos y un colchón de cuatro puntos sobre el Madrid. Pero luego llegó el bajón. El famoso “shit November” que dijo Flick no fue sólo noviembre: se alargó y dejó una racha nefasta de seis puntos en ocho jornadas. En enero, el Barça era tercero, a siete del líder. Muchos ya le daban por muerto.

Pero el equipo se rehízo. A partir de la jornada 21, con una goleada al Valencia (7-1), volvió la pegada. Llegaron nueve victorias consecutivas, incluidos un 2-4 en el Metropolitano y un 4-3 en el Clásico de Montjuïc, que fue decisivo. El Barça cogió carrerilla y no soltó el liderato.

El Barça de Flick no ha sido el más equilibrado, ni mucho menos. Ha encajado 36 goles, por los 20 del equipo de Xavi en 2023. Pero a cambio, ha marcado 95, frente a los 70 de hace dos temporadas. El peaje defensivo lo compensó con una delantera demoledora. Lamine, Fermín, Pedri, Dani Olmo cuando ha podido, y hasta Lewandowski en ratos, han sumado para que el Barça se llevara una Liga loca.

Y sí, el Madrid volvió a desinflarse. Cayó en los dos Clásicos y, como le viene pasando desde hace casi dos décadas, no fue capaz de encadenar dos títulos seguidos. Desde 2008, el Barça ha ganado nueve Ligas. Esta es la número 28. Otra vez, sin necesidad de esperar al último día.