Luchar por la educación, de Afganistán a Irán

Luchar por la educación, de Afganistán a Irán

¿Cómo es posible que hoy en día se haya podido llegar a la situación extrema de una educación en clandestinidad para las mujeres?

Chicas iraníes en mitad de un examen de acceso a la universidad, en una imagen de archivoAFP via Getty Images

Existen momentos en la vida que nos exigen una mirada tranquila y sosegada para hacernos reflexionar sobre el valor de algunas cuestiones, como pueden ser los derechos consolidados, pero no por ello menos importantes. Me refiero al derecho a la educación. Estas últimas semanas, las mujeres en todo el mundo hemos observado, con enfado primero y admiración después, como las mujeres afganas e iraníes, se han plantado, aun a riesgo de perder su vida, frente al régimen de los ayatolas y los talibanes para defender algo tan esencial y, a la vez, en muchas ocasiones minusvalorado, como es el derecho a la educación.

Irán y Afganistán son el reflejo de una involución en derechos, una involución en igualdad, pero sobre todo en dignidad. Privar del derecho a la educación básica a jóvenes y mujeres, como está sucediendo en Afganistán, no debe dejarnos impasibles, porque privar del derecho a la educación significa un destino de aislamiento y sometimiento a la mujer, de ataque a su dignidad y condición humana y a su desarrollo pleno como personas, consecuencias que los países occidentales no deben permitir.

¿Cómo es posible que hoy en día se haya podido llegar a la situación extrema de una educación en clandestinidad para las mujeres? Hoy en día las niñas afganas se juegan la vida para acudir tan solo dos horas a colegios clandestinos, a oscuras y antes de amanecer para poder acceder a una mínima formación. Todas corren el riesgo de sufrir una redada y sus terribles consecuencias. ¡Qué futuro tan desalentador cuando día tras día se intenta eliminar el rastro de las mujeres!

De Afganistán a Irán la situación no es mucho mejor, recientemente la persecución y penalización a las mujeres se ha recrudecido hasta el punto de haber causado la muerte de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que entró en coma después de ser detenida por la policía de la moral el 13 de septiembre en Teherán, por presuntamente violar la ley que exige que las mujeres se cubran el cabello con un velo o pañuelo.

Las mujeres iraníes ya no pueden saber, ya no pueden formarse. Más de 30 universidades en Irán aplican en este nuevo año académico una serie de restricciones, que prohíben la presencia de mujeres en casi 80 carreras de todo tipo de estudios, desde ingeniería, física nuclear e informática, hasta literatura inglesa, arqueología y negocios.

Necesitamos muchos aliados, hombres poderosos en distintos foros mundiales que nos ayuden a ayudar a los millones de mujeres que sufren discriminación a diario

Una política deliberada de las autoridades para excluir a las mujeres de la educación, para restringir su acceso, para que dejen de ser activas en la sociedad y para que vuelvan al hogar.

Un paso enorme hacia atrás, hacia el pasado, porque Irán fue uno de los primeros países en el Oriente Medio que permitió que las mujeres estudiaran en la universidad y, desde la Revolución Islámica en 1979, ha hecho grandes esfuerzos para alentar a más mujeres a matricularse en la educación superior.

Los resultados son claros, las mujeres en Irán suponen el 60% de la población estudiantil en general. Gana la motivación ante la posibilidad de vivir una vida más independiente, tener una carrera y escapar de la presión de los padres para quedarse en casa y casarse.

En una sociedad en la que el extremismo gana a la racionalidad y al bien común que suponen la igualdad y la educación, se han impuesto nuevas restricciones. La triste realidad es que todavía la educación, la formación y la cultura en las mujeres son vistas como amenazas, como un poder temido y nada deseado por políticos tradicionales.

Estas situaciones nos hacen ver la suerte que tenemos por tener garantizado el derecho a la educación. Nos hacen ver también lo inútil de ciertos debates estériles sobre falsos adoctrinamientos, culturas del esfuerzo, rechazo a la educación en igualdad o a la afectivo-sexual. ¡Qué lejos quedan esos debates cuando hay niñas que arriesgan su vida por educarse y aprender!

Las mujeres seguimos estando muy lejos de poder estar tranquilas. Los terribles acontecimientos que suceden con demasiada frecuencia en estos países y otros muchos países de casi todos los continentes nos deben hacer reflexionar que debemos seguir en la lucha por la igualdad, por los derechos humanos, por el derecho a la educación, por una vida digna, por una vida.

Estas situaciones nos hacen ver también lo inútil de ciertos debates estériles sobre falsos adoctrinamientos, culturas del esfuerzo, rechazo a la educación en igualdad o a la afectivo-sexual

Necesitamos muchos aliados, hombres poderosos en distintos foros mundiales que nos ayuden a ayudar a los millones de mujeres que sufren discriminación a diario, que reclaman sus derechos, el derecho sobre todo a vivir.

Ante semejantes situaciones, reivindico la lucha por la educación, porque sin ella y sin formación, desaparece también el conocimiento del derecho, de las libertades, y solo queda un vacío, una vida limitada a la imposición, la obediencia y la inacción cívica, ciudadana y social.

Reivindico la educación porque es la clave para saber que hay mucho por lo que luchar, porque la educación hace pensar y crea ciudadanía crítica y comprometida, porque la educación muestra la cara de la injusticia y enseña el camino para combatirla.

Reivindico la buena educación, de la que debemos sentirnos privilegiados por tenerla, por ello debemos valorarla y nunca olvidar a aquellas que arriesgan y pierden su vida por alcanzarla.