Me dedico a escribir sobre sexo y mi vida sexual... ni fu ni fa

Me dedico a escribir sobre sexo y mi vida sexual... ni fu ni fa

Ya he perdido la cuenta de las fotopollas que recibo a diario en mis redes sociales.

Nice sweet lovely attractive fit slim thin girl wearing red maroon lingerie lying on bed typing on laptop in white light room house indoorsDeagreez via Getty Images

En algún momento de cada cita o cuando conozco a una persona, siempre surge la pregunta: “Dime algo sobre ti. ¿A qué te dedicas?”.

Imagino que las personas que tienen trabajos normales no se ponen de los nervios al responder a esa pregunta, pero mi trabajo no es muy habitual.

No solo escribo sobre sexo en prensa online e impresa, sino que también me estoy sacando la carrera de terapeuta sexual.

“Entonces, ¿eres ninfómana?”, me preguntó un tío la primera vez que conté que me ganaba la vida escribiendo sobre sexo, y mi corazón se encogió en un puño pese a que había visto su reacción a la legua.

“No, no soy ninfómana”, respondí con un suspiro.

Solo soy una persona que habla públicamente de sus experiencias sexuales, pero eso no significa que quiera tirarme a cualquier persona que se me ponga por delante. Más bien al contrario, soy muy selectiva y disfruto del proceso de flirteo que tiene lugar incluso meses antes de llegar al sexo.

Y, por si no fuera suficientemente molesto que la gente dé por hecho que me acuesto con cualquiera, ya he perdido la cuenta de las fotopollas que recibo a diario en mis redes sociales. Cuando un desconocido entra a mi perfil y lee “bloguera sexual”, me manda fotos en bolas porque piensa que es lo que quiero. Si me dieran un dólar cada vez que me ha pasado, probablemente sería más rica que Jeff Bezos. En estas situaciones, el botón de bloquear viene muy bien.

Y no me hagáis hablar de las peticiones que recibo cuando comparto alguno de los blogs que escribo, sobre todo si es más tabú de lo habitual. A estas alturas si comparto algo sobre tríos u orgías, ya soy consciente de que mis conocidos (y otros tíos) me van a pedir (y a veces suplicar) que haga un trío con ellos y otra chica.

Una vez, un tío fue tan grosero que directamente me metió en un chat con su novia para organizar un trío, mientras me decía por privado: “No te rayes por su silencio, es un poco tímida, pero te juro que también quiere hacer un trío”.

Una vez más, a sacarle brillo al botón de bloquear.

  La autoraTatyannah King

Por otro lado, ser bloguera sexual también actúa como repelente de hombres. Hay quienes no se sienten a gusto con una mujer tan abierta en el tema sexual. También me han dicho que les incomodaría salir con una mujer que habla de forma tan pública sobre su vida sexual. Otros simplemente huyen de mí porque temen que los utilice para escribir algo jugoso para mi siguiente blog.

No les culpo por ello, porque mentiría si dijera que nunca me he acostado con un tío para inspirarme y escribir una buena historia.

Tampoco puedo negar que ser bloguera sexual tiene sus ventajas. Tengo la suerte de que algunas marcas de juguetes sexuales me patrocinan los blogs y me dan productos gratuitos para que les escriba reseñas a mis lectores. Hacer reseñas es más divertido cuando tengo una pareja seria porque así cuento con un conejillo de indias con el que probar los nuevos lubricantes, vibradores, fundas de extensión de penes y toda una parafernalia para sexo BDSM y así, de paso, le añadimos chispa a nuestras relaciones.

La única forma de saber de verdad cómo soy en la cama es conocerme antes como persona
 

Nunca me quedo sin ideas porque me invitan a muchas conferencias sexuales, exposiciones para adultos y seminarios educativos. Apuesto a que ir a una convención porno no suele ser una cita muy habitual.

Pero lo más importante es que ser bloguera sexual me ayuda a filtrar a los hombres que solo buscan lo mejor para ellos. Un montón de tíos me han dicho que les interesa lo que hago solamente para empezar a hacerme preguntas muy intrusivas sobre cómo soy en la cama, así que he aprendido a distinguir a quién le interesa mi trabajo de verdad y quién lo utiliza solo para romper el hielo e intentar acostarse conmigo.

La realidad es que si un hombre ya ha decidido en su mente que soy ninfómana, me va a seguir viendo así haga lo que haga y diga lo que diga. Supongo que es parte del precio de ser una mujer que habla abiertamente sobre sexo en una sociedad machista que no sabe ver la sexualidad de la mujer a través de una lente objetiva.

Al final, creo que mi vida sexual no tiene nada que ver con mi profesión y la única forma de saber de verdad cómo soy en la cama es conocerme antes como persona.

Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.