Narrar la vida como un viaje

Narrar la vida como un viaje

Getty Images/iStockphoto

Podemos narrar la vida como un viaje. Metáfora que describe una andadura; los paseos con gentes diversas y los diversos aprendizajes que con ellas vivimos.

En la mayoría de los viajes elegimos nuestro destino, compramos un billete y si no llegamos donde queremos —o no nos gusta— tenemos a nuestra disposición un libro de reclamaciones. En la vida no.

¡La vida!, esa clase especial de viaje donde lo relevante no es el espacio que recorremos, sino los ojos que lo miran. Un viaje que demanda ser narrado —u olvidado,— de manera mas o menos selectiva y, siempre, dependiendo de nuestra audiencia.

¡El viaje!, esa metáfora de la vida, que como en la Itaca de Constantino Kavafis, resuelve con elegancia la paradoja entre lo que fue nuestra vida y lo que nos gustaría que hubiese sido.

Bendita Ítaca que nos habla de la vida, de un viaje hacia un destino fluido —al que en realidad nunca llegamos.

Ítaca

Cuando te encuentres de camino a Ítaca,

desea que sea largo el camino,

lleno de aventuras, lleno de conocimientos.

Desea que sea largo el camino.

Que sean muchas las mañanas estivales

en que con qué alegría, con qué gozo

arribes a puertos nunca antes vistos,

Ten siempre en tu mente a Ítaca.

La llegada allí es tu destino.

Pero no apresures tu viaje en absoluto.

Mejor que dure muchos años,

y ya anciano recales en la isla,

rico con cuanto ganaste en el camino,

sin esperar que te dé riquezas Ítaca.

Ítaca te dio el bello viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene más que darte.

Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.

Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,

comprenderás ya qué significan las Ítacas.

#QueTuViajeSeaLargo

Narrar la vida como viaje y desear que sea largo es una aspiración eutópica, difícil de conseguir con la belleza que le imprimió Kavafis.

Así, para el resto de quienes amamos la literatura, el viaje de la vida como género, nos servirá en el mejor de los casos para intentar soñar un poco la vida que tuvimos —y la que quisimos tener.

Narrar nuestras vidas es como contar un viaje —en definitiva se trata de contar una historia. Al hacerlo, nos transformamos en cuentistas. Y aunque la RAE no pone muy bien al cuentista —quizá el termino anglosajón storyteller suene mejor—, sinceramente, creo que las y los cuentistas nos merecemos mejor suerte.

Mi admirada Elif Shafik lo pone blanco sobre negro en Las Políticas de la Ficción de TED,

Soy una cuentista. Es lo que hago en la vida — contar cuentos, escribir novelas. Y hoy me gustaría contarles algunas historias acerca del arte de contar cuentos.

Elif Shafak, cuyas novelas recomiendo por encima de todo, nos anima a rescatar de nuestras memorias recuerdos enterrados —y nos invita a novelarlos. No conozco a nadie que ame la literatura y que despues de escuchar este TED de Shafak no proceda presto a desempolvar sus ganas de contar cosas. He de decir que a mi me ocurrió así —y perdonenme por hablar de mi libro.

Mirando y narrando la vida como un viaje —a modo de metáfora— sabiendo que la metáfora sólo existe para embellecer lo cotidiano —y que un mapa nunca es el territorio,— el viaje se ha convertido para mi en la forma de contar un cuento, en este caso, el de mi propia vida.

El viaje, metáfora de la vida —del termino desplazamiento, en su griego original— no cambia ni el sentido, ni el significado de la vida. Nos ayuda a articularla de forma mas hermosa.

Que Tu Viaje Sea Largo