¿Se han vuelto ultras los chilenos? Las claves de la victoria de José Antonio Kast
Es incontestable: el candidato de extrema derecha ha sacado a su competidora, Jannette Jara, más de 16 puntos y se convierte en el presidente más votado de la historia. Pero no puede perder de vista que escala a lomos del desencanto.

La victoria del ultraderechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales chilenas es incontestable: se ha convertido en el candidato más votado de la historia del país y se convertirá en el nuevo mandatario con el aval de 7,2 millones de sufragios, el 58,1% del total. Lejos deja, a 16,3 puntos de distancia, a su competidora en la segunda vuelta, la comunista Jannette Jara, que ha logrado un 41,8% de los avales, hasta 5,2 millones de votos. "Ganó la esperanza de vivir sin miedo", dijo el vencedor en el mitin con el que celebró los datos, en Santiago.
Estos datos tan contundentes podrían dan a entender que Chile ha virado ideológicamente por completo, pasando de apostar por un Gobierno izquierdista como el de Gabriel Boric (que legalmente no podía optar a la reelección) a otro de derecha radical. Pero las cosas no son tan sencillas: Kast ha escalado a lomos del descontento con el actual gabinete, no sólo por méritos propios o ideas genuinas. Ha edulcorado su mensaje, ha borrado sus referencias a la dictadura de Augusto Pinochet (tan buena, a sus ojos) y ha tratado de aferrarse a una agenda que coincide con las preocupaciones crecientes en la calle, de la seguridad a la economía, pasando por la inmigración.
No lo supo hacer en 2021, cuando incluso se impuso a Boric en la primera vuelta de las presidenciales y su visceralidad, tan a la vista, acabó por provocar rechazo. Ahora ha ganado, al tercer intento, pero no sólo porque haya cierto vuelco sino, también, por decepción y el miedo azuzado. Muy propio de la ultraderecha, tanto en América Latina como en la más cercana Europa.
La seguridad, el miedo, los migrantes
Los consultores de inteligencia electoral del Grupo Goberna, con sede en seis países americanos, exponen en un análisis de urgencia que "la razón número uno de la victoria de Kast es monocausal y se resume en seguridad". Durante toda la campaña, y especialmente en el debate final, "Kast martilló sobre la crisis delictual y el crimen organizado".
Desde el cambio de milenio, la violencia vinculada al crimen organizado aumentó cerca de 40%, según estadísticas oficiales. La tasa de homicidios creció un 50%, según datos de la ONU recogidos por AFP. Las encuestas muestran que la mayoría de los chilenos considera hoy que el crimen es el problema más serio del país, pese a que los especialistas policiales ponen en contexto los datos y hablan, sobre todo, de sensación: reconocen que el crimen ha aumentado y se ha vuelto más violento, pero lo hizo "desde una base muy baja", dice la agencia francesa. Si bien una encuesta reciente del gobierno mostró que el 88% de los chilenos cree que el crimen aumentó en el último año, el porcentaje de la población que fue víctima de delitos violentos fue de poco menos del 6%.
Las estadísticas policiales indican que la tasa de delitos violentos se estabilizó y en algunos casos está bajando. Hassel Barrientos Hermosilla, jefe de la unidad contra secuestros y extorsiones de la Policía de Investigaciones, expone que es raro que los chilenos sean el objetivo de esos delitos específicos de alto perfil, pese a la percepción pública. Las bandas peruanas tienden a apuntar a peruanos, y las venezolanas a venezolanos, y se utiliza la presión sobre las familias de las víctimas en sus países de origen para obtener rescates o extorsionarles.
No obstante, el miedo ha crecido mucho más rápido que la tasa de criminalidad, según el exgeneral del ejército Christian Bolívar, que dirige la seguridad municipal de Las Condes, un acomodado suburbio de Santiago. "Es evidente que la percepción, lo que la gente siente respecto de la seguridad, está muy distante de la realidad", dijo a la AFP. "Como las personas tienen un temor excesivo a salir de casa, las calles están más vacías y por lo tanto son menos seguras: un círculo vicioso de ansiedad". Y Kast ha sabido explotarlo.
La idea de inseguridad se ha vinculado también con la inmigración en la campaña del vencedor Partido Republicano. "El votante chileno, históricamente moderado, esta vez votó por supervivencia", dicen los expertos de Goberna, ahora contra los migrantes sin papeles, a los que la derecha vincula con esta supuesta crisis. Las zonas que inclinaron sobre todo la elección -como la Macrozona Sur y los cordones periféricos de Santiago- mostraron un apoyo masivo al radical de derechas.
La promesa de cerrar la frontera y construir cárceles de alta seguridad "dejó de ser una propuesta radical para convertirse en una demanda transversal de la clase media y baja, que sintió que el gobierno actual fue 'blando' ante el avance del Tren de Aragua y otras facciones", destacan. Jara, la candidata de izquierda, visitó incluso en campaña la frontera, sabedora de lo sensible de esta percepción, pero su política más social no podía competir, ahora mismo, con la mano dura que ofrecía su oponente.
Eso sí, anoche, ya con la victoria en el bolsillo, Kast avisaba: "Los resultados no se verán al día siguiente". Primera venda puesta antes de la herida, en un país históricamente poco acostumbrado a recibir oleadas del extranjero.
"El bolsillo votó"
El análisis de Goberna destaca que también "el bolsillo votó". Chile llega a diciembre de 2025 con una economía estancada y una inflación "persistente": la anual bajó al 3,4% el mes pasado, en su menor nivel en cuatro años y medio, pero sigue siendo elevada. "La propuesta de Kast de bajar impuestos agresivamente y achicar el Estado resonó con la clase media emprendedora y las PYMES, agobiadas por la burocracia. El rechazo a la gestión económica del Gobierno saliente se tradujo en un voto castigo que benefició al opositor mejor posicionado", exponen.
Kast ha prometido masivos recortes en el gasto público, comenzando por 6.000 millones de dólares en los primeros 18 meses de su Gobierno. Supuestamente, es gasto superfluo. También prometió privatizar la industria del cobre, una de las más lucrativas para el país, y reducir el papel del Estado en la economía.
Tendrá el reto de encontrar un modelo para el aprovechamiento del litio, que todavía es un recurso cuya rentabilidad no ha sido completamente explotada en el país y en el que tiene esperanzas de prosperidad.
Crisis ajena y discurso edulcorado
Los especialistas hablan de una especie de "techo de cristal" de Jara, que habría sido un obstáculo para ella y una ventaja para Kast. "Se topó con una barrera cultural insalvable. A pesar de intentar moderar su discurso hacia la socialdemocracia en las últimas semanas, la marca 'PC' (Partido Comunista) generó un rechazo visceral en el votante indeciso". Aunque ya era conocida como ministra antigua de Boric, su posición ideológica era aún más marcada y al ultra los extremos le han venido bien.
El análisis de flujo de votos muestra que el centro político chilelo prefirió la "seguridad autoritaria" de Kast antes que la incertidumbre económica asociada al comunismo, que obviamente hay quien en el Partido Republicano ha vinculado con Salvador Allende, el presidente derrocado por Pinochet en 1973. Su Ejecutivo enfrentó severos problemas económicos, incluyendo hiperinflación (llegando a más del 600%), desabastecimiento masivo de productos básicos (generando largas filas y mercados negros), caída drástica de la producción agrícola e industrial o un enorme déficit fiscal financiado con emisión monetaria, llevando al país a una crisis profunda y quiebra técnica. A eso se aferró el fascismo, entonces, para dar un golpe de Estado. Ahora no se habla en esos términos, pero se trazan paralelismos oportunos. Renacen los fantasmas en ciertos sectores de la población.
La campaña del miedo oficialista, avisando de que viene el fascismo de nuevo, no ha funcionó porque, "para el ciudadano de a pie, el miedo real estaba en el portonazo de la esquina, no en la ideología del Gobierno". En Chile, un portonazo es un robo violento de coches, que ocurre justo cuando la víctima entra o sale de su casa, aprovechando el momento de vulnerabilidad en el portón, en la cochera. Y los jóvenes tampoco han ayudado a la izquierda: "con el voto obligatorio, millones de chilenos despolitizados acudieron a las urnas" y este segmento, "que no consume noticias políticas tradicionales sino que vive la realidad económica y de inseguridad diaria, votó pragmáticamente por el orden". Los datos preliminares sugieren que Kast penetró en segmentos populares, de todo espectro, "que históricamente votaban izquierda, pero que hoy [por ayer] priorizaron el discurso de control migratorio y orden público".

El divorcio con esta población venía de lejos, porque Boric, que empezó en el cargo levantando una enorme ilusión, tropezó pronto al ver que su reforma de la Constitución no convencía a más del 60% de los chilenos. Las dos propuestas -una de izquierda y otra de derecha- no lograron representar el sentir mayoritario, polarizando a la ciudadanía, generando desconfianza por la complejidad de los textos y provocando lo que pasó a llamarse "fatiga constitucional" tras años de debate. No pudo levantarse de aquello, tras su último episodio, en diciembre de 2023. Kast debería tener cuidado por esto mismo, por las expectativas levantadas por su promesa de cambio entre personas de todo tipo, no sólo puros correligionarios, sobre todo en seguridad. Lograr cambiar las sensaciones es vital para él y Boric y su partido no lo logró y encalló.
Kast ha sido listo también, tratando de evitar sus declaraciones pasadas de apoyo a la dictadura, tan rotundas que alejaban al centrismo y, obvio, al progresismo. Los que piensan como él ya eran voto ganado, ahora debía conquistar a los templados e indecisos y afirmar, como antaño, "Pinochet votaría por mí", no era prudente. Siempre ha dicho que los 17 años de dictadura pinochetista fueron un tiempo de "progreso ejemplar", que el "Gobierno militar" fue un respiro porque "interrumpió una dictadura marxista que se instaló vía democrática" y "trajo paz". Será el primer presidente en haber votado "sí" en el histórico plebiscito de 1988 para decidir si Pinochet seguiría en el poder. El triunfo del "no" marcó el fin de la dictadura y la convocatoria a elecciones, al fin.
En su día, Kast también buscó indultos para criminales de lesa humanidad recluidos en el penal de Punta Peuco o se alineó con su hermano Miguel, ministro de Pinochet, al cargo de Desarrollo Social y Familia, uno de los ideólogos económicos del régimen. El nuevo mandatario de Chile es hijo de un militante del partido Nazi y la Juventudes Hitlerianas que escapó a América en los años 50 del pasado siglo.
Ahora quiere aparentar ser otro y también ha rebajado sus mensajes sobre batallas culturales, algo que le ha salido bien a otros líderes europeos como Giorgia Meloni, hoy blanqueados. La imagen de flexibilidad no se corresponde con lo defendido a lo largo de toda su trayectoria.
El contexto regional a favor
Goberna habla, al fin, de "la tormenta perfecta geopolítica: el factor Trump y Venezuela", como clave para entender esta victoria de Kast. Lo regional, condicionando lo nacional. Las sanciones de EEUU contra los familiares de Nicolás Maduro a 72 horas de la elección fueron "el golpe de gracia", dice. La noticia validó la narrativa internacional de Kast: "El socialismo regional es un narco-estado" y está en el centro de su lucha por la seguridad.
"En un país que ha recibido la mayor ola migratoria per cápita de la región, vincular a su oponente con el chavismo (aunque fuera indirectamente) fue letal. El electorado chileno votó alineándose con el nuevo eje de poder Washington-Buenos Aires, buscando estabilidad financiera y evitar el aislamiento", ahonda.
Los ejes de campaña de Kast han sido un espejo de las propuestas con las que ganó Donald Trump en EEUU, en 2024, y se une así a la lista de fuertes líderes de ultraderecha de la zona, pero es una incógnita en qué grado buscará el calor de este tipo de personajes, tan sesgados. ¿Será tan osado de defender a un Jair Bolsonaro o a un Nayib Bukele? Por lo pronto, el presidente de Argentina, Javier Milei, y el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, fueron dos de las primeras figuras en felicitarlo en redes sociales.

Se da por descontado que habrá un endurecimiento en la postura sobre Venezuela, aunque Boric ya condenó varias veces al Gobierno de Maduro, y que mejore las relaciones bilaterales con Argentina, con quien comparte una frontera de más de 5.000 kilómetros. Alfredo Joignant, investigador de la Universidad Diego Portales, dijo a la CNN que la derecha de Kast "se mueve en el mundo reaccionario, es ultraconservadora" y recordó que el presidente electo fue el titular de Political Network for Values, una red internacional de radicales de derecha. "Ha estado muy involucrado, ha asistido a los festivales de Vox [en España], que es donde un observa en toda su plenitud la internacional neoreaccionaria", agregó.
Aunque haya vasos comunicantes entre presidentes de derecha de América y se espera una mayor conexión con Washington, tampoco es de esperar que haya rupturas radicales con otras potencias de fuerte implantación en la zona, como China, que hoy por hoy es el principal socio comercial del país. Tendrá que nadar entre dos aguas sin molestar a nadie.
