¿Es San Valentín símbolo del amor tóxico?
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¿Es San Valentín símbolo del amor tóxico?

Algunas prácticas del amor romántico, tan extendidas el 14 de febrero, se han cuestionado los últimos años.

Ilustración sobre manipulación emocional.Daryna Zaichenko via Getty Images/iStockphoto

Llega San Valentín y con él todo se llena de corazones, palabras de amor, eslóganes románticos y baladas de amor. Sin embargo, no es purpurina oro todo lo que reluce y estos mensajes aparentemente amorosos esconden los valores más tóxicos de las relaciones que ni Cupido aprobaría.

Eso se incrementa aún más si se tiene en cuenta que entre los adolescentes aún calan algunos de los mensajes tóxicos de dependencia. Según un estudio de la Fundación Mujeres y el Instituto Andaluz de la Mujer, el 70% de los jóvenes encuestados creen que son “la mitad de algo”, es decir, que todavía forman parte de ese mito de la media naranja.

En ese estudio se muestra que el 50% de las chicas y el 67% de los chicos encuestados tienen integrado que “el amor lo puede todo”.

Si bien regalar unas flores o unos bombones en una relación sana no hacen daño a nadie, se convierte en un escaparte propicio para ver si ese regalo va impregnado de conductas o comportamientos dañinos. Estas son algunas de ellas:

Este tipo de expresiones se escuchan en canciones, películas románticas e incluso tarjetas de felicitación por San Valentín, sin embargo, tal y como señala la psicóloga Belén Picado, en ellas hay “muy poco de amor y mucho de dependencia emocional y de pérdida de la propia identidad”. “Eso sí, todo ello disfrazado de pasión. Ese ‘todo vale’ si te quedas conmigo y esa falsa idea de ‘la media naranja’ esconden un miedo muy profundo: el miedo a la soledad”, explica.

Este tipo de comentarios suponen una claro signo de posesión, control o celos “como muestra de amor”. “Esto hace que sea más complicado detectar lo que son en realidad: actitudes y conductas abusivas”, sentencia Picado.

Muchos son los que deciden el 14 de febrero ir a buscar a su pareja, su compañero o la persona con la que inician una relación sentimental a su casa o el trabajo a modo de sorpresa. Error. Esta conducta, si no es realizada con consentimiento, también puede ser un signo de control.

“Una cosa es ir un día a buscar a tu pareja porque ha salido el tema en alguna conversación y te ha comentado que le gustaría. Y otra muy distinta es disfrazar de ‘sorpresa de enamorado’ lo que luego termina siendo una conducta controladora. Desde luego, esto último poco tiene de demostración de amor”, recalca la psicóloga.

Otra práctica disfrazada de romanticismo y que encubre una estrategia de manipulación es la mostrada en tantas películas —hola, Licorice Pizza— especialmente en las ambientadas en San Valentín en la que, generalmente él, insiste en conquistar a ella mediante citas, halagos, regalos... lo que Picado define como love bombing o bombardeo de amor.

Una cosa es ir un día a buscar a tu pareja porque ha salido el tema y otra muy distinta es disfrazar de ‘sorpresa de enamorado’ lo que luego termina siendo una conducta controladora
Belén Picado, psicóloga

“Consiste en demostrar interés por alguien de forma muy insistente y abrumadora a través de obsequios, halagos, acciones… para ganarse la confianza de esa persona y conquistarla”, detalla.

La psicóloga advierte de otra práctica muy extendida ante la que estar alerta sobre un posible comportamiento tóxico: los mensajes de WhatsApp. “El problema llega cuando la cantidad de mensajes de uno de los miembros de la pareja empieza a ser desproporcionado o comienzan a aparecer mensajes del tipo ‘Sé que has leído mi mensaje ¿Por qué no me contestas?’, ‘Sé que estás en línea, ¿con quién estás hablando?‘, ’¿Qué haces conectada/o a estas horas?”, recuerda.

La especialista recalca que, socialmente —como se ha plasmado en el mencionado estudio— “mostrarse celoso o celosa también es una conducta que a menudo se ve como una muestra de amor cuando es todo lo contrario”. “El control, la desconfianza o la intromisión en la intimidad del otro nunca pueden ser concebidos como una señal de afecto”, avisa.

Es habitual que entre las parejas haya un pequeño detalle los 14 de febrero, pero cabe recordar que cuando estos empiezan a ser una competición o ponen en compromiso la relación, dejan de ser detalles.

“Lo que ocurre es que a menudo se termina ‘tasando’ el amor en función de lo ‘generosa’ que es la pareja con sus regalos y esto nunca funciona”, explica Picado. “Esto pasa, en parte, porque uno de los mensajes que se transmite cuando llega esta fecha es que comprando un obsequio a nuestra pareja se va a arreglar cualquier problema o conflicto y vamos a ser mucho más felices”, añade.

La psicóloga recuerda que “tener un detalle con la pareja o hacerle un regalo como un modo más de expresar los sentimientos está muy bien, pero no debería convertirse en una vía de escape a los problemas”. “Ni tampoco en una excusa para chantajear emocionalmente con objeto de conseguir algo del otro”, apostilla.

Por mucho que Cupido con sus flechas haya llenado todo de corazones y purpurina el 14 de febrero, no hay que dejar que eso tape la realidad y hay que estar atentos a ciertas conductas que no beneficien a la pareja. Y sí, precisamente un momento como San Valentín es el propicio para ver si esa persona es tóxica.

“Por ejemplo, que en la primera etapa de la relación, o incluso antes, todo vaya demasiado deprisa o parezca demasiado perfecto… O bien que veamos que las muestras de atención o los detalles que la otra persona está teniendo con nosotros reflejen un grado de seriedad en la relación que no concuerda con el tiempo que llevamos juntos o el tiempo que hace que nos conocemos”, detalla Picado.

Tenemos que hacer caso a nuestro instinto y a nuestras sensaciones porque, aunque no garantizan que seamos objetivos, sí van a darnos señales que pueden ayudarnos a identificar este tipo de conductas
Belén Picado, psicóloga

La psicóloga recuerda que tampoco da buena sensación que a nuestra pareja le moleste que pasemos tiempo con la familia o los amigos, “que nos pida pruebas de fidelidad y confianza como darle la contraseña de nuestro móvil, que nos diga —con más o menos disimulo— cómo vestir o con quién hablar, etc.”.

“Tenemos que hacer caso a nuestro instinto y a nuestras sensaciones porque, aunque no garantizan que seamos objetivos, sí van a darnos señales que pueden ayudarnos a identificar este tipo de conductas”, enfatiza.

Una vez evaluada la situación, la psicóloga recomienda que si se duda que se esté en una relación tóxica se hable con algún familiar, amigo e incluso con un psicólogo.

Lo mismo para celebrar San Valentín, antes de plantarse a dar una sorpresa o hacer un regalo, todo debe pasar por hablarlo. “Lo primero, sería preguntar al otro miembro de la pareja si está a favor de esta celebración antes de aventurase a sorprenderle con un detalle super romántico. A veces lo damos por hecho y, sin buscarlo, acabamos consiguiendo lo contrario de lo que deseamos”, indica Picado, quien recomienda que lo ideal sería que ambos hablasen de lo que le gustaría hacer en esa fecha. 

“En realidad, lo mejor que podemos hacer por la persona que amamos, no solo en San Valentín sino todos los días del año, es escucharla e interesarnos en conocerla mejor”, sentencia.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

Sobre qué temas escribo

Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.

 

He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.

 

Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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