Simone Biles, el difícil camino de una valiente superestrella

Simone Biles, el difícil camino de una valiente superestrella

Pasó sus primeros años en una casa de acogida y sufrió abusos por parte del médico del equipo olímpico.

Simone Biles, durante las pruebas de clasificación para las finales de Tokio 2020LOIC VENANCE via AFP via Getty Images

El 25 de julio Simone Biles se hacía un selfie con uno de los monitores del pabellón de gimnasia después de clasificarse para varias finales de Tokyo 2020. No posaba con una puntuación record, era su familia la que estaba al otro lado de la pantalla. En el grupo de personas que la animaban desde Estados Unidos estaban sus abuelos, las personas que la han cuidado, criado y apoyado toda su vida.

“No fue un día fácil ni el mejor, pero lo superé”, escribió junto al selfie y otra imagen de ella en leotardos compartidas en Instagram. En su publicación, Biles habló de la presión que sufre por ser la estrella del equipo olímpico estadounidense, agradeció a su familia el apoyo y recordó que unos Juegos Olímpicos “no son una broma”.

Dos días después, la gimnasta decidía retirarse de la final por equipos para cuidar su salud mental después de un salto y este miércoles, hacía lo propio con la final individual, donde aspiraba a revalidar su título olímpico.

Su valiente decisión ayuda a romper el tabú sobre la salud mental en el deporte, y son varios los psicólogos que señalan que Biles abre una puerta para ayudar a muchas personas en su situación y normalizar que la salud mental es tan importante como la física.

Biles (Ohio, 1997), considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos, no lo ha tenido fácil. Con solo tres años, ella y sus hermanos entraron en el sistema de acogida estadounidense porque su madre biológica, Shannon Biles, no podía hacerse cargo de ellos como consecuencia de su adicción al alcohol y las drogas.

Sobre su experiencia en casas de acogida, la estrella ha confesado en varias ocasiones que se sentía “hambrienta y asustada”, y por las noches solía ir a la habitación de uno de sus hermanos a comprobar que seguía ahí, por miedo a que se lo llevaran a otra casa y los separaran. A los seis años, su abuelo Ron Biles y su segunda mujer, Nellie, la adoptaron junto a su hermana Adria. Según la gimnasta, “la salvaron”.

De ellos se despidió entre lágrimas cuando viajó a Tokio y ellos fueron los que la animaron en su carrera en la gimnasia, que empezó por casualidad a los 6 años, cuando probó varios ejercicios en una excursión.

Desde que comenzó a entrenarse en el programa Bannon’s Gymnastics y después con la reputada Aimee Borman, la carrera de Biles ha estado llena de sacrificios y obstáculos. Tras convertirse en una superestrella en los Juegos Olímpicos de Río, se filtraron sus informes médicos y fue acusada de dopaje. Biles tuvo que aclarar que padecía un trastorno por déficit de atención y que había conseguido una exención para medicarse. “No es nada de lo que avergonzarse”, añadió.

Abusada sexualmente por Larry Nassar

En 2016 salió a luz el escándalo que puso contra las cuerdas a la federación de gimnasia estadounidense. Larry Nassar, médico del equipo olímpico, había abusado de más de 300 menores a lo largo de 30 años. Entre ellas, las campeonas olímpicas Aly Raisman o McKayla Maroney, que denunciaron a Nassar, a la federación y al comité olímpico por encubrirlo y permitir que los abusos se perpetuaran durante tres décadas.

Pocos días antes de que las gimnastas comparecieran ante el juez, Simone Biles publicó un comunicado a través de Twitter en el que confesó que ella también había sido abusada sexualmente por parte de Nassar y que no estaba preparada para acudir a un tribunal y encontrarse frente a frente con él. 

“Se llevó un parte de mí que no voy a recuperar”, reveló la campeona en una entrevista en la cadena NBC. Biles también denuncio que “le rompía el corazón” volver a entrenar en las mismas instalaciones donde sufrió abusos durante años. La federación tomó la decisión de cerrar el rancho de los Karoli, los entrenadores de Nadia Comaneci que mandaron durante 40 años en la gimnasia estadounidense, el lugar donde el equipo americano preparaba sus competiciones.

Aún así, Biles y sus compañeras insisten en que quieren saber cómo se permitieron los abusos y exigen una investigación independiente. Nassar se ganaba la confianza de las gimnastas para hacerles tocamientos e introducir los dedos en sus vaginas haciéndolo pasar por un procedimiento médico.

El camino a Tokio

Aunque su retirada ha dejado en shock a medio mundo, no es la primera vez que Biles decide poner su bienestar antes de la competición. Tras ganar cuatro medallas de oro en Río decidió tomarse un año sabático porque estaba agotada física y mentalmente, y ella misma ha reconocido las dificultades de llegar a la cita olímpica de Tokio.

  Biles, preparándose para saltar en la final por equipos.Jamie Squire via Getty Images

“Voy a terapia porque en ocasiones no quiero poner un pie en el gimnasio”, reveló en 2019 en una entrevista con The Guardian. Hace tan solo unas semanas, en una entrevista telefónica con The New York Times, reveló que estaba deseando que llegaran los juegos olímpicos. No para competir, sino para que terminaran. La presión a la que estaba sometida para hacer historia y cargarse el equipo a la espalda era inmensa y, como se constató este martes, ha podido con ella.

En lugar de seguir y poner en peligro su bienestar y su salud mental, Biles decidió apartarse y centrarse en ella misma. Una decisión más valiente que ganar cualquier medalla.