La explicación psicológica a las largas colas en las tiendas de ropa tras el confinamiento

La explicación psicológica a las largas colas en las tiendas de ropa tras el confinamiento

No es consumir por consumir.

La cola antes de la apertura de Zara en Burdeos el 13 de mayo.NurPhoto via Getty Images

El lunes Francia dio los primeros pasos hacia el desconfinamiento y unas de las imágenes del día fueron las colas a las puertas de las tiendas de ropa. Especialmente destacables fueron las de distintos establecimientos de Zara por todo el país, pero la gente también esperó pacientemente a que Louis Vuitton levantara la persiana en la parisina avenida de los Campos Elíseos. En China, una boutique de la firma de lujo Hermès facturó 2,5 millones de euros en un solo día después de dos meses cerrada por el confinamiento.

En España las tiendas pueden abrir con control de aforo y sin cita previa en los territorios que están en fase 1 y las primeras colas no han tardado en llegar. Es el caso del Zara de la céntrica calle Juan Flórez de A Coruña, una de las primeros establecimientos de Inditex en abrir.

Las largas esperas en el país vecino han hecho estallar la polémica después de que que las redes sociales se llenasen de estas imágenes. Se cuestiona si es ético ir de compras el primer día que se levantan las restricciones y se critican las “prioridades” de la gente.

Detrás de esas colas no hay simplemente un comportamiento consumista, “refleja una actitud humana”. Así lo cree la psicóloga María Ros San Juan, que cree que es una reacción “instintiva” propia de nuestra naturaleza. “Si a mí me dicen que durante dos semanas me van a quitar el chocolate, y a mí me encanta el chocolate, cuando pasen las dos semanas y me pongan el chocolate delante, lo voy a devorar”, expone la doctora a modo de ejemplo. Lo mismo se puede aplicar a la gente que disfruta yendo de compras.

Para la doctora San Juan “es como si quisiésemos compensar el tiempo perdido” y es “el resultado de habernos privado de algo que era cotidiano”. Sucedió lo mismo el primer día que se permitió pasear o practicar deporte individual, cuando se llenaron las terrazas y cuando los lectores volvieron a las librerías. “El primer día que nos dejen ir a las playas estarán abarrotadas, pero luego la situación será normal”, vaticina la psicóloga. Lo importante es que se mantengan la distancia social, las medidas de higiene personal y, en el caso de los comercios, el control de aforo.

Si las colas y las aglomeraciones se repiten en cada paso de la desescalada, ¿por qué se critica especialmente a aquellos que esperan delante una tienda de ropa? Para el psicoanalista británico John Carl Flügel es una cuestión sexista. La moda se asocia con lo femenino desde que la ropa de los hombres se volvió más discreta y “estable” después de los cambios sociales tras la Revolución Francesa. Y por asociarse a lo femenino tienda a considerarse superficial.

Comprarse ropa no se limita a suplir un capricho consumista o a paliar el aburrimiento, tiene un componente psicológico que nos permite reconectar con nosotros mismos. Algo esencial para muchos tras dos meses de confinamiento. Para el filósofo Gilles Lipovetsky cada prenda puede permitirnos “renovar los vínculos que hay entre nuestro ‘nosotros’ íntimo y nuestra apariencia externa”.

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El proceso no es solo interior, a través de la ropa proyectamos una imagen. En este sentido, la psicoterapeuta Catherine Bronnimann explicó a la edición francesa del HuffPost que después del confinamiento necesitaríamos estar “presentes en todos los aspectos, reconocibles e identificables”. La experta señala que en ocasiones el acto de comprar una nueva prenda de ropa va más allá del placer y tiene que ver con “cambiar de piel”, algo que para ella “es una necesidad” en este momento de crisis.

La experta, que ha estudiado la relación entre el psicoanálisis y la moda, cuenta que algunos de sus pacientes que comienzan a salir de una depresión, marcan su nueva etapa “con una prenda de ropa nueva”.

Detrás de las colas no solo hay consumismo, también un deseo de volver a la vieja normalidad.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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