Los universitarios y la ética de la limpieza

Los universitarios y la ética de la limpieza

Quizá algún día las futuras generaciones se pregunten qué ocurría en nuestra sociedad para que grandes concurrencias de jóvenes universitarios -a los que les esperaba un cincuenta y pico por ciento de desempleo- requiriesen un lugar donde emborracharse, sin que esa costumbre fuera considerada al menos preocupante.

EFE

La fotografía muestra el estado en que quedan los acogedores espacios arbolados de la Ciudad Universitaria cada vez que se celebra un botellón en ese ámbito. Este tipo de eventos, que en un principio tenían como emplazamiento determinados escenarios urbanos ante las reiteradas protestas del vecindario, se consienten ahora en otros espacios más alejados del centro de las ciudades.

Quizá algún día las futuras generaciones se pregunten qué ocurría en nuestra sociedad para que grandes concurrencias de jóvenes universitarios -a los que les esperaba un cincuenta y pico por ciento de desempleo- requiriesen un lugar donde emborracharse, sin que esa costumbre fuera considerada al menos preocupante. El resultado de esas aglomeraciones etílicas queda bien patente en la fotografía a la que me refiero. Por lo que aquí se ve, no deberían ni el PSOE ni el Partido Popular calificar de obsesión ni de ocurrencia la propuesta de la alcaldesa de Madrid de incluir a los jóvenes universitarios en la limpieza de la ciudad.

Se trataría de un servicio social -según leo- que tendría un tiempo de duración breve, a fin de que con ese trabajo ocasional los universitarios adquieran conciencia de lo que significa esa tarea y sean así más repetuosos con el entorno en el que celebran actos de carácter masivo, tales como los aludidos botellones de fines de semana en la Ciudad Universitaria. Quienes hemos tenido oportunidad de comprobar en directo los resultados de esas convocatorias sentimos mucho bochorno ante semajante espectáculo y consideramos elemental que Manuela Carmena lo haya tenido en cuenta, mediante una reunión con el rector Carlos Andradas, para tratar de impedirlo o inculcar en esos jóvenes la ética de la limpieza como elemento clave de la sostenibilidad.

Hace bastantes años, otras generaciones de universitarios se enfrentaban a la policía en esos mismos escenarios al objeto de conseguir la libertad y la democracia conculcadas por una larga dictadura. Personalmente nunca hubiera imaginado que, después de la consecución de esos derechos, hubiera que reclamar a los universitarios de nuestros días que no fueran guarros cada vez que hacen de la borrachera o del alcohol la clave de una diversión acostumbrada. Pero hay que intentarlo, y por la vía de urgencia a ser posible, porque da mucho asco y mucha vergüenza que el Campus de la Moncloa esté hecho una mierda cada fin de semana.