Cataluña: ¿una pregunta clara para una clara mayoría?

Cataluña: ¿una pregunta clara para una clara mayoría?

La pregunta de la consulta catalana no es clara. No porque su enunciado sea difícil de comprender, que no lo es; sino porque son dos preguntas encabalgadas que hacen difícil de interpretar las respuestas. Será difícil averiguar si la consulta tuviera lugar, si se produjo o no una mayoría clara. Cuando la leí por primera vez me vino a la cabeza, y no me resisto a contarlo, la hilarante escena de los Hermanos Marx en la película Una noche en la ópera.

En la literatura académica reciente, filosófica, jurídica y política, acerca de la secesión de Estados la decisión de la Corte Suprema del Canadá en 1998 (Reference re Secession of Quebec [1998] 2 SCR 217) dando respuesta a tres cuestiones planteadas por el Gobierno canadiense, se ha considerado un ejemplo de razonabilidad ecuánime y un buen punto de partida para cualquier reflexión sobre el particular. El núcleo de dicha posición puede sintetizarse en el siguiente pronunciamiento: "El voto de una mayoría clara a favor de la secesión, en el Quebec, respondiendo a una pregunta clara conferiría de legitimidad democrática a la iniciativa secesionista que el resto de participantes en la Confederación deberían reconocer".

Eso supone, con arreglo a la decisión del Alto Tribunal canadiense, un proceso previo de negociación con el Gobierno central y, sobre todo, un largo proceso posterior para proceder a la reforma constitucional que permita articular legalmente la decisión tomada. Lamentablemente ninguno de los elementos señalados por la sentencia se dan en las dos preguntas ("¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?", "Y si es así, ¿independiente?") que el jueves pasado acordaron cuatro formaciones catalanas, que representan una mayoría amplia del Parlamento de Cataluña.

En primer lugar, no es el resultado de un previa negociación con el Gobierno de Madrid. Es cierto que no parece fácil negociar este punto con el presidente Rajoy. Sin embargo, dado que una consulta de esta naturaleza sólo será constitucional si es planteada, o al menos autorizada, por el presidente del Gobierno español; parecía sensato comenzar por negociar con él los términos de la consulta. Así lo hizo Salmond con Cameron al parecer.

En segundo lugar, la pregunta no es clara. No porque su enunciado sea difícil de comprender, que no lo es; sino porque son dos preguntas encabalgadas que hacen difícil de interpretar las respuestas.

En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, será difícil averiguar si la consulta tuviera lugar, si se produjo o no una mayoría clara. El recuento de dicha consulta sería una pesadilla (como nos recordaba el domingo en El País un politólogo de referencia, Josep M. Colomer). De hecho hay (dejando aparte los votos nulos) nueve respuestas posibles: 1) sí/sí, 2) sí/no, 3) sí/blanco, 4) no/no, 5) no/sí, 6) no/blanco, 7) blanco/sí, 8) blanco/no, 9) blanco/blanco. Hay formas de reducirlas: alguien puede argüir que 5) es nulo y que todas las que tienen algún blanco excepto 6) (que es claramente no como 4) son equivalentes a voto en blanco. Pero, ¿por qué 8) no es no y 7) es sí en lugar de blanco?

Ni pregunta clara ni forma de establecer si la mayoría es clara, entonces. Cuando la leí por primera vez me vino a la cabeza, y no me resisto a contarlo, la hilarante escena de los Hermanos Marx en la película Una noche en la ópera:

"-Haga el favor de poner atención en la primera cláusula porque es muy importante. Dice que... la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?

- No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo.

[...]

- Sí, es demasiado largo. ¿Qué es lo que nos queda ahora?

- Dice ahora... la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte."

Bromas aparte, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Me parece que la política de lo urgente ha desplazado lo importante. Cómo también nos recordaba el constitucionalista Francesc de Carreras en El País del sábado, el presidente Mas necesitaba reivindicar su liderazgo en el proceso, aprobar los presupuestos y gobernar con menos presión por un tiempo más. Las otras formaciones políticas, y sobre todo Esquerra Republicana, se habían comprometido a tener el texto de una pregunta y una fecha para la consulta en 2014. Es una consulta pensado más en las formaciones políticas que en los ciudadanos a los que, supuestamente, va dirigida.

Este fin de semana estuve en Girona y tuve la oportunidad de volver a admirar el magnífico Tapiz de la Creación, una obra del siglo XI que siempre me ha producido una emoción estética profunda que combina la ingenuidad telúrica con los atisbos de la modernidad. Ahí están los monstruos marinos y el paso de las estaciones, la siembra y la siega, el frío y el calor, un pantocrátor bizantino y joven y Eva saliendo de la costilla de un Adán que podría ser el dibujo de un cómic. En la parte inferior está representada la historia del encuentro de la santa cruz por Santa Elena, un trending topic del comienzo de la Baja Edad Media, que después se esfumó sin más. Me temo que estas preguntas sean un trending topic destinado a correr la misma suerte.