100 personas activan su plan para capturar al cocodrilo más grande y no contaban con la pesadilla de 1075 kilos
Terminó como una estrella.
En 2011, la tranquila localidad de Bunawan, en Filipinas, se convirtió en noticia tras la captura de Lolong, un colosal cocodrilo de agua salada (Crocodylus porosus) que medía más de seis metros de largo y pesaba más de una tonelada. Su tamaño descomunal lo convirtió en el cocodrilo más grande jamás mantenido en cautiverio, un récord certificado por el Libro Guinness de los Récords.
La operación para capturarlo fue digna de una película: más de 100 personas unieron fuerzas para arrastrarlo fuera del pantano, luego de tres semanas de intensas búsquedas. Aunque se sospechaba que el animal era responsable de varios ataques a humanos y ganado —incluyendo la desaparición de un pescador y la muerte de una niña—, nunca se encontraron restos humanos en su estómago. De hecho, surgieron reportes de otro cocodrilo aún más grande en la zona, apodado “Potol”, que nunca fue capturado.
Lolong fue trasladado a un parque ecoturístico local, donde rápidamente se convirtió en una atracción. Su nombre fue elegido en honor a Ernesto “Lolong” Coñate, el cazador que lideró la operación y que falleció de un paro cardíaco poco antes de lograr su objetivo. A diario, el reptil atraía a más de 500 visitantes y era alimentado con 17 kilos de carne de cerdo.
Durante su cautiverio, Lolong fue examinado por el experto en cocodrilos Adam Britton, del canal National Geographic, quien confirmó sus impresionantes dimensiones: 6,17 metros de largo y 1.075 kilos de peso, superando al anterior poseedor del récord, Cassius, un cocodrilo australiano de 5,48 metros que vivió hasta los 120 años.
Sin embargo, la historia de Lolong tuvo un final prematuro. Falleció en febrero de 2013, menos de dos años después de su captura, a los 50 años de edad, como consecuencia de una neumonía y un paro cardíaco. Organizaciones animalistas como PETA criticaron las condiciones en que fue mantenido, alegando que el encierro en un estanque de concreto y poco profundo pudo haberle causado un estrés letal. Su esqueleto cuelga hoy en un museo en Manila.