El parque de Yellowstone acapara la atención científica por los lobos que han cambiado por completo el paisaje
Supone una inyección de vida para muchas especies animales.

El Parque Nacional de Yellowstone es uno de los lugares más impresionantes del planeta. Fundado en 1872 en Estados Unidos, se trata del primer parque nacional del mundo y, desde entonces, se ha convertido en un auténtico icono de la naturaleza y la biodiversidad.
Cada año, según cuenta Viajestic, millones de turistas se acercan hasta este paraje para maravillarse con sus aguas termales multicolor, géiseres, cañones, bosques y una fauna tan diversa como sorprendente.
Pero Yellowstone no solo es un destino turístico, también es un enclave natural que ofrece a la ciencia la oportunidad de estudiar fenómenos únicos. Y en los últimos años, un acontecimiento inesperado ha puesto al parque de nuevo en el centro del debate científico.
El renacer de los árboles
Tras más de 80 años sin que crecieran nuevos árboles en algunas zonas del parque, investigadores han comenzado a detectar la regeneración del álamo temblón, una especie clave para el ecosistema. Este fenómeno ha sorprendido porque rompe con décadas de esterilidad en áreas que parecían condenadas a quedarse sin nuevos brotes.
Según el medio Live Science los expertos apuntan a que esta recuperación podría deberse a varios factores entre los que se encuentran: las variaciones en el clima, mejoras en la calidad del suelo y, de forma indirecta, la acción de los lobos reintroducidos en los años noventa.
Lo interesante es que este renacimiento no se limita a un cambio estético del paisaje. Supone una inyección de vida para muchas especies animales que dependen de estos árboles para alimentarse, refugiarse o reproducirse. Además, la vuelta de los álamos contribuye a mejorar la captura de carbono, reforzando la capacidad del parque como sumidero natural en plena crisis climática.
Lo nunca visto en 80 años
Como cuenta Live Science, la historia se remonta a la década de 1930, cuando los lobos grises fueron erradicados de Yellowstone debido a campañas de caza. Sin depredadores, la población de alces se disparó, alcanzando los 18.000 ejemplares. El resultado fue devastador ya que los brotes de álamo eran devorados antes de crecer, lo que impidió la regeneración durante décadas.
En 1995, se reintrodujeron lobos como parte de un plan de restauración ecológica, y el efecto fue inmediato. La población de alces se redujo y los álamos comenzaron a brotar de nuevo. Estudios recientes, como el publicado en Forest Ecology and Management por el ecólogo Luke Painter, muestran que un tercio de las masas de álamos del parque ya cuenta con ejemplares jóvenes y saludables, algo inédito en más de 80 años.
Este proceso ha desencadenado una cascada de beneficios como: el aumento de vegetación, mayor diversidad de aves, repunte de castores, recuperación de osos y hasta un entorno más favorable para los pumas.
