Un país entero elimina decenas de miles de 'babosas españolas': "Casi podemos hablar de una invasión"
Son eliminadas a mano.

En la ciudad finlandesa de Rauma, los vecinos llevan años enfrentándose a un enemigo silencioso pero devastador. Se trata de la babosa española (Arion vulgaris), una de las especies invasoras más dañinas de Europa.
Su proliferación ha alcanzado tal magnitud que algunos residentes aseguran que "casi podemos hablar de una invasión". Una de las víctimas es Marjaana Uusitalo y su esposo Tuomas, que viven en Taninpolku y llevan ocho años recogiendo y eliminando manualmente a estos moluscos en su jardín y alrededores.
La pareja asegura que solo en este tiempo, han destruido decenas de miles de ejemplares. "En un par de metros cuadrados puedes llegar a encontrar entre 20 y 30 babosas. Con lluvia, aparecen cientos al anochecer", relata Uusitalo al medio local Satakunta.
Amenaza cultivos y mascotas
El problema no se limita a su barrio. La presencia de la babosa española ha aumentado drásticamente en toda la ciudad y otras localidades finlandesas, favorecida por inviernos suaves y abundantes lluvias en primavera.
Las autoridades advierten de que la baba de este animal puede contener bacterias dañinas para humanos y mascotas, además de provocar graves daños en cultivos y jardines.
Los expertos recuerdan que este molusco es un reproductor muy eficiente, capaz de alimentarse prácticamente de cualquier vegetal. Además, puede cruzarse con otras especies locales, alterando ecosistemas enteros.
Plan de acción en Rauma
Ante la magnitud del fenómeno, la ciudad de Rauma prepara un plan de acción más sistemático en colaboración con departamentos de ecología, gestión de residuos y asociaciones vecinales.
Entre las medidas en estudio figura el uso de aplicaciones móviles para coordinar la recogida de ejemplares, la instalación de contenedores específicos y la formación de brigadas vecinales.
Sin embargo, los expertos reconocen que la erradicación total es prácticamente imposible. La única opción realista es controlar la población y limitar su propagación.
“Esto es una guerra de desgaste”, admite Eeva-Liisa Numminen, otra vecina afectada.
