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Animan a disolver esta pastilla tan común en España en la regadera para tener unos tomates hermosos

Animan a disolver esta pastilla tan común en España en la regadera para tener unos tomates hermosos

Un truco casero con una pastilla de uso cotidiano que cada vez más horticultores emplean para mejorar sus cosechas.

Un racimo de tomates recién regado.
Un racimo de tomates recién regado.kajakiki

Una o dos pastillas en la regadera. Agua, y listo. Ese es el consejo del horticultor británico Chris Bonnett, fundador de Gardening Express, que en declaraciones recogidas por el portal lituano TV3 recomienda diluir aspirina en el agua de riego para fortalecer el sistema inmunitario de las tomateras y obtener frutos más sabrosos y resistentes. La práctica, popular entre aficionados a la jardinería urbana y huertos domésticos, se basa en la acción de un compuesto bien conocido por quienes han tomado alguna vez esta pastilla: el ácido salicílico.

“El ácido salicílico refuerza la resistencia del tomate frente a plagas y enfermedades”, explica Bonnett. “El propio vegetal genera una respuesta inmunológica”, asegura. No se trata de un pesticida ni de un repelente: el aspirina no espanta a los insectos ni cura plantas ya enfermas, pero sí puede reducir la probabilidad de que enfermen si se emplea de forma preventiva. “Lo ideal es disolver una o dos tabletas en una regadera con agua y usar esa mezcla para pulverizar las hojas o regar el sustrato”, detalla el experto.

La recomendación se enmarca dentro de una serie de pautas para mejorar el rendimiento del cultivo. Según Bonnett, conviene trasplantar los plantones cuando midan unos 15 centímetros y tengan entre seis y ocho hojas. Antes de colocarlos en su ubicación definitiva —ya sea una maceta mayor o el suelo del huerto—, es útil retirar los brotes inferiores y enterrar parte del tallo para que el sistema radicular crezca con más fuerza.

La alternativa: sal de Epsom

La aspirina no es la única sustancia de uso doméstico que se sugiere incorporar al riego. En los últimos años ha ganado adeptos otra solución casera: añadir dos cucharadas soperas de sal de Epsom por regadera. Este compuesto, conocido también como sulfato de magnesio, se presenta en forma de cristales blancos solubles en agua y se utiliza para corregir carencias nutricionales, especialmente la falta de magnesio, que suele provocar hojas amarillas con nervaduras verdes. Según Tomato Bible, esta mezcla “además de reverdecer la planta, puede potenciar el sabor del tomate”. Su uso está extendido en jardinería urbana porque es barato, fácil de aplicar y no daña la planta.

Ninguna de estas prácticas sustituye a un abonado adecuado ni garantiza resultados espectaculares por sí sola, pero tanto la sal de Epsom como el ácido salicílico se han convertido en recursos habituales en los balcones y terrazas donde se cultivan tomates. Por algo será.