Carme Chaparro: "Sé de casos de acoso laboral en la tele. Hay una presión brutal y cuando hay guerras de audiencias se sufre"
Entrevistamos a la periodista por su novela 'Venganza', donde habla sobre el complejo mundo de la televisión, la tiranía del poder y la inteligencia artificial.
Carme Chaparro es un rostro muy reconocible gracias a su trabajo como presentadora de Informativos Telecinco. Lamentablemente lleva tiempo apartada a causa de una enfermedad que ha calificado como complicada y estigmatizante que le mantiene de baja y muy medicada. Eso no ha impedido que haya podido conceder una entrevista a este medio con motivo del lanzamiento de su novela Venganza, tercera parte de la saga protagonizada por Ana Arén que parecía que sería una trilogía... pero quizá no. La presentadora nos habló sobre este libro en el que retrata los abusos que sufren los trabajadores de la televisión, los peligros de la Inteligencia Artificial, la falsedad de la meritocracia, su propio estado de salud y cómo la sanidad española le ha ayudado y le ayuda. Espera dar pronto buenas noticias.
Con Venganza cierras la trilogía que empezaste con Delito y proseguiste con Castigo. ¿Vas a echar de menos a personajes como Ana Arén o Santiago Munárriz?
Más que cerrar una trilogía, y quizá lo digo para no echarlos de menos, para mí es una especie de serie. Una en la que no sabes los libros que habrá, ni los personajes que entrarán y que saldrán. Para mí es la tercera temporada de una serie. Así que, ¿los echaré de menos? Pues depende. De momento están muy conmigo ahora con la promoción. Todo se puede recuperar y si algo nos enseña la ficción es que hasta los muertos pueden resucitar.
Entonces no hablamos de un cierre con Venganza...
El gran golpe final está en el último párrafo de la novela en la que se entiende el porqué del título y en la que el lector se queda con '¿cómo? ¿Esto acaba aquí? No puede ser que esto acabe aquí'. Así que yo espero que no, que no acabe aquí, pero ya veremos. De momento estoy de baja laboral, a punto de una intervención un poco complicada y con medicación. Hay días que estoy bien, aunque la medicación me da mucho cansancio. Pero ahora al hablar de Venganza, que lleva tantos meses escrito, he estado en un pozo todos estos últimos meses y esto está haciendo que vea un poco la luz. Volver a hablar con compañeros periodistas, volver a hablar del periodismo, porque la novela va básicamente de periodismo. Me decía el otro día mi psicóloga que hasta me veía con otra cara. Aunque sé que estoy mal, pero anímicamente me siento mucho mejor.
Está siendo una terapia la promoción de esta novela...
Sí. De hecho, antes de la promoción estuve viendo con los médicos si podía hacerla o no, porque estoy en una situación delicada de la que ya hablaré cuando pueda. La parte de neurología, psicología y neuropsicología decían que me iba a venir muy bien porque necesito muchas fuerzas para afrontar lo que me viene ahora. Al hablar de la novela y volver a sentirme periodista o escritora iba a hacer que creyera más en mí, y al creer más en mí, el cuerpo tiene más mecanismos de defensa. Luego, al sentirme mejor, iba a salir mejor de la operación. Todo eso me dijeron. Pero con calma, voy poco a poco. Es verdad que la psicóloga me dijo que desde que empezamos en enero a ahora... Y fíjate que murió mi padre en mayo, que ha sido lo peor que me ha pasado en la vida y me hizo entrar en un agujero muy negro. Todo esto de la promoción me reconforta, me relaja y me hace sentir mejor, que valgo para hacer cosas, que sirvo.
Está bien que pienses que vales, porque hay un personaje muy importante en la novela que cae en un pozo y que piensa que no vale. Y eso es peligrosísimo
Pero cuánta gente cae en ese pozo emocional o laboral. Me han escrito muchísimos lectores diciendo que se ven reflejados en ese personaje que cae en ese pozo emocional y que va contando cómo poco a poco va perdiendo su voz, deja de ser visible y se lo llega a creer, porque el problema es que te lo llegues a creer, que tú llegues a creerte que no vales. Ha venido una amiga a casa, una gran profesional, y me decía que también está pasando por un proceso, está en la tele, que a veces estás arriba y otras no. Y me decía que no valía. Y le dije que le iba a dar con la silla para que dejara de decir eso. Muchas veces hay personas que se dedican a machacar a los demás y a hacernos sentir que no valemos, y eso es el último territorio por conquistar, no podemos dejar que conquisten nuestras cabezas.
¿Has vivido o has sabido de una situación de acoso laboral como la que sufre ese personaje y otros más que aparecen en el libro?
La tele no deja de ser una empresa, y todas las empresas tienen sus jefes, tienen los beneficios que se han marcado para final de año. Entonces actúa como eso, tiene que ganar dinero. Lo que pasa es que en la tele hay una parte muy pública que somos los presentadores. Tú presentas un programa y tienes a muchísimas personas por detrás haciendo que tú brilles, pero las hostias las recibes tú si el programa va mal y te dicen que lo has hundido, y no es así. Lo más difícil es que un programa funcione, los menos son los que consiguen triunfar, y en este libro hay un homenaje a todos esos trabajadores. Sí que es cierto que he ficcionado, las he llevado al límite, pero hay muchas pequeñas historias de gente con acoso laboral que son reales y que han sucedido. Amigos en televisiones autonómicas... Llevo 30 años trabajando en televisión, conozco a gente en todas las teles prácticamente. Me han contado historias y yo les he pedido permiso para poder ficcionarlas en la novela.
Piensa que la tele es un medio, hablábamos antes de que es una empresa, pero es una empresa que tiene una presión brutal, primero porque se hace de cara al público, es decir, el público ve lo que se está haciendo en ese momento, en ese minuto, y porque tú al día siguiente vas a tener una curva de audiencias que te va a decir minuto a minuto lo que funciona y lo que no. Es decir, yo tengo un informativo e igual la curva, mientras yo estoy informando de un tema, y yo creo que es muy importante porque es de política internacional y que es fundamental para mí según mi criterio periodístico fundamental, la curva baja, y piensas ‘¿qué hacemos?’ Pero tengo que seguir dando esto.
Pues imagínate si el informativo es duro, pero es un informativo, la presión que puede haber en los programas de televisión cuando por media décima te gana un programa a ti, o tú le ganas a él, y estás en esas guerras de canales. Y por un periodista que va a un sitio a buscar una exclusiva, y le han quitado a la exclusiva, es decir, le han quitado al personaje protagonista, y está en un sitio al que no puede llegar, y ese periodista recibe una bronca porque su jefe sabe, y el jefe de su jefe, y el jefe de su jefe, saben que el otro canal por tener esa entrevista va a tener más audiencia al día siguiente... Es un modelo en el que la presión es terrible, porque es diaria y es minuto a minuto. La gente que trabaja en televisión tenemos vocación extraordinaria, nos maravilla la tele, y que hacemos mil horas, y si hay que hacer dos mil, las hacemos, no nos importa, que disfrutamos, pero también sufrimos mucho.
Pero una cosa es sufrir por determinadas cuestiones o circunstancias y otra es que tengas a alguien encima, o a un equipo, que te amargue la vida, que es lo que ocurre en Venganza
Claro. En esta novela hay varios jefes que amargan la vida. Esto va como un dominó: jefe, subjefe, más bajo que el subjefe y el pobre currito. Esta novela también es un homenaje a todos los trabajadores de los que siempre se olvida la televisión, que son los que no se ven en pantalla como los cámaras, los productores, los que llevan las mochilas para los enlaces, toda esa gente que hace que todos nosotros podamos salir al aire y que también sufre todo eso. Es cierto que los abusos y el acoso se dan en todas las empresas y la televisión no es una excepción.
¿Conoces o has conocido a muchos Carlos Manso, Elena Aldama o Jorge Cuervo?
Carlos Manso no, porque es casi un Rupert Murdoch. Quise poner al megajefe, a alguien tan poderoso como él.
¿Te inspiraste en Rupert Murdoch para este personaje?
No. Me inspiré en alguien que en España no existe que yo imaginé que tenía muchísimos medios de comunicación en España, radios, teles, y en Latinoamérica, o sea, todo un conglomerado en lengua española, y que tenía un poder que ahora mismo nadie tiene. En el mundo anglosajón sí hay alguien así, Rupert Murdoch, pero en el hispano no lo hay. Pero hay gente con mucho poder que está detrás. Solemos creer que el poder lo tienen los políticos y cuando llegan de verdad a gobernar se dan cuentan de que solo tienen un caminito, el que les dejan, porque realmente hay muchos otros poderes, y tiene mucho que ver con la economía o con los que manejan los secretos, que son los que mandan casi más de verdad. Y eso pasa en todos los países.
Ahora mira lo que está pasando en Estados Unidos. Para mí las personas más poderosas del mundo son los magnates de las telecomunicaciones, la gente que controla la inteligencia artificial, porque la inteligencia artificial controla ya y está empezando a controlar lo que pensamos. El otro día me decía una bloguera que ella y sus amigas le piden a la inteligencia artificial las respuestas por WhatsApp que le tienen que dar al chico que les gusta. Y yo tengo 52 años, igual soy muy vieja para esto, y eso que yo he estudiado un máster de inteligencia artificial, y pienso que esto ya está llegando a un punto en el que vamos a tener una máquina hablando con otra, no vamos a saber hablar, no vamos a saber rebatir argumentos sin recurrir a alguien que piense por nosotros. Eso es muy peligroso porque le estamos dejando el pensamiento a unas máquinas a las que no le estás preguntando la receta de verduras. No le estás diciendo que conteste a un email. Eso es un trabajo automático que es maravilloso que haga una máquina y que tú no pierdas tiempo. Eso es una inteligencia ampliada, pero cuando ya haces que la inteligencia artificial piense por ti tenemos un peligro enorme porque la inteligencia artificial la controla muy poca gente. Para tener una inteligencia artificial poderosa necesitas muchos datos y esos los tienen muy pocos. Y en Estados Unidos esa poca gente se ha arrodillado ante el presidente de Estados Unidos porque saben que en cualquier momento les puede hacer una regulación que les quite hasta sus empresas. Si estamos viendo un despliegue ahora que no nos imaginábamos hace un año, dentro de uno o dos años igual nos hemos vuelto como quien se pone Google Maps para ir a un sitio y no sabe ir solo. Vamos a dejar que las máquinas hablen entre ellas y vamos a dejar de pensar y eso para mí, que en la novela también hablo mucho de cómo funciona la IA, es realmente peligroso.
Me impresionó ese giro que hay en la novela con respecto a este tema.
Todo lo que hay en la novela, sobre todo lo que es tecnología, a mí me gusta mucho hablar de la novela de tecnología porque yo soy muy friki de la tecnología, en todas mis novelas y en esta también, todo lo que tiene que ver con la tecnología y la inteligencia artificial, todo se puede hacer. Evidentemente he hablado con gente que sabe del tema, todo se puede hacer. Solo hay que querer hacerlo y tener el tiempo para ponerse a ello. Pero toda la parte tecnológica de la novela que puedes pensar que Carme Chaparro se ha vuelto loca, cómo se le ocurre, pues todo se puede hacer. Por eso esta novela también es un grito a volver a pensar por nosotros mismos, a hablar entre nosotros y vamos a afrontar el mayor reto que tiene la humanidad y que ha tenido nunca que es la llegada de la inteligencia artificial. Es para mí el mayor reto, el más rápido y el que nos puede comer como no estemos informados de lo que puede y no puede hacer.
¿Qué mensaje quieres que cale en el lector con Venganza?
Quiero que con Venganza, que además se puede leer sin haber leído el resto de la saga, le lleguen muchos mensajes al lector. Cuando un escritor escribe una novela y la pone a la venta ya no es suya, ya es de cada lector. Cada lector la interpreta según la vida que ha tenido, las relaciones que ha tenido. Hay unas historias de amor y unas rupturas muy duras en Venganza. Y hay lectores que me han escrito que no pueden dejar de llorar porque le acaban de dejar y no puede soportarlo, otros que se ríen. Para cada uno es una historia distinta, pero yo quisiera que fuera un libro de esperanza a que el dolor no nos puede destruir y hemos de dejar pasar el dolor a través de nosotros para no querer vengarnos y no darles poder sobre nuestro dolor a personas que no lo merecen.
Hay personajes en tu novela que se quieren tomar la justicia por su mano. ¿Es justa la Justicia? ¿Es igual para todos?
En las novelas siempre tiene que haber mucha tensión y si en ellas nadie se tomara la justicia por su mano, no habría novela. En todos los libros hay alguien que se quiere tomar la justicia por su mano o hay un drama. Las novelas condensan la vida en unas pocas páginas, pero para mí la justicia es justicia si es reparadora. Es decir, si repara parte del daño que ha hecho, si hace que la persona que ha recibido el daño se sienta mejor. Y eso no quiere decir una pena máxima, sino que la justicia tiene que ser rápida, limpia y sobre todo no tiene que revictimizar a la víctima, porque muchas veces la víctima, la persona que denuncia, recibe lo que se llama revictimización en todo este proceso tan largo en el que se ve expuesta o expuesto y se debate sobre si sí o sobre si no. Ha habido muchos casos mediáticos en los que la familia de la víctima se ha visto muy expuesta y hemos hablado o se ha hablado de cosas en las que esas víctimas vuelven a ser víctimas otra vez. Por lo tanto, la justicia es justa si conseguimos que sea reparadora y que inicie el camino de reparar un dolor que puede ser más o menos, pero que se pueda empezar el luto. Vale, pues la justicia ha hablado, ahora ya puedo empezar mi proceso de luto, porque muchas veces tú no puedes empezar un proceso de luto porque sientes que la Justicia te ha fallado.
Con lo que me dices de la revictimización y la exposición mediática de las víctimas o de sus familias. ¿Alguna vez como periodista has sentido vergüenza de cómo se han tratado esos temas?
He sentido pudor y quizá dolor. Hace poco murieron dos personas en el pueblo donde mi padre falleció en mayo, en el pueblo donde vivía mi padre, en Sant Quintí de Mediona, donde hubo unas riadas y fallecieron un padre y su hijo en el coche arrastrados por el agua. Es algo que a mí me toca muy de cerca, pero tú sabes que la obligación del periodista es ir allí y es hablar con los vecinos, es conocer un poco más a esas personas, es estar en funerales en los que tú no querrías estar porque sabes que la presencia de las cámaras en determinados funerales causa más dolor, pero tú tienes que estar allí, tienes que estar informando, como en la Dana, por ejemplo. Es algo que muchas veces tenemos que hacer los periodistas, que sabemos que causa dolor a las víctimas porque salir de un tanatorio en el que está una de las personas que más quieres del mundo y encontrarte con un montón de cámaras es una experiencia que no le deseo a nadie. Pero como periodista, si tú eres educado, si respetas el silencio, si ves que esa persona no quiere o no puede hablar, si respetas su dolor, creo que las cosas se pueden hacer bien porque ese es nuestro trabajo, es mostrar cosas que son noticia y que, tristemente, la mayoría de las veces no son noticias buenas.
Hay una cita de un personaje llamado Conchita Manso, rica y poderosa, que dice exactamente: "En este país todos tenemos las mismas oportunidades, hay quien las aproveche y quien no". ¿Qué opinas tú sobre estas palabras?
Pues que las dice la hija de un multimillonario. Pienso que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades. Yo me considero una persona inmensamente afortunada porque claro que me lo he currado, claro que me lo he trabajado, claro que he estado días y noches sin dormir, pero he sido muy afortunada porque he podido trabajar en lo que he querido y en lo que más me apasiona que es la televisión. Y además durante muchos años, porque sigo en Mediaset. Pero hay personas, compañeros míos, que han trabajado igual que yo, que se han esforzado igual que yo y que ahora tienen trabajos de reponedores en un supermercado. Y te tienes que aguantar y estar con una sonrisa. No todo el mundo tiene las mismas oportunidades, no todo el mundo tiene el mismo dinero para ir a hacer un máster maravilloso en Londres o en Nueva York y conocer a gente. Porque al final todo funciona a través de los círculos en los que te mueves. Hay gente que logra salir de barrios, que es una noticia porque es una excepción, pero en todas las profesiones del mundo, en la nuestra también, lo que importa es el ambiente en el que te mueves, los hijos de las personas importantes a las que conoces, los que te pueden presentar a otras personas. Es el mundo de los Manso y ellos no lo ven y por eso Conchita Manso dice que todo el mundo tiene las mismas oportunidades si se lo ha currado. Yo no digo que no te lo hayas trabajado, pero si hubieras nacido en un barrio humilde, por mucho que te lo hubieras trabajado, seguro que no estás donde estás ahora.
Soy una firme defensora de la educación como ascensor social, que todo el mundo tenga las mismas oportunidades educativas. Y eso significa también que un niño, cuando llegue a su casa, tenga un lugar para estudiar, no tenga que estudiar en una habitación con más gente que no se pueda concentrar, no tenga que estudiar en el salón, que tenga la capacidad de tener un profesor particular si lo necesita, que no tenga que hacer un montón de cosas en casa porque sus padres llegan tarde y tiene que cuidar a sus hermanos y no puede estudiar. Eso también es diferencia de oportunidad, no solo el colegio al que vas y no solo la gente de la que te rodeas. Son muchos factores y, egoístamente, como sociedad estamos perdiendo a gente que podría ser un genio, que podría encontrar vacunas para enfermedades o tratamientos para enfermedades, como por ejemplo el Alzheimer, y no lo va a hacer porque tiene ahora 12 años y llega a su casa y tiene que ponerse a cuidar de sus hermanos pequeños porque sus padres están trabajando, tiene que ponerse a hacerles la cena y quizás a las 10 de la noche, cuando está muerto de sueño, repasa un poco los libros del cole.
Es que el mundo de las oportunidades tiene muchas vertientes y no, las mismas oportunidades no las tenemos todos. Yo he tenido mucha suerte. Con 14 años me iba al taller de mi tía a cortar hilos a las camisas con una tijera que yo odiaba, y empecé a dar clases también con 14 años a niños del cole de monjas donde yo había estudiado. Y yo la primera peseta que gané, el 25 por ciento de todo lo que yo ganaba lo aportaba en casa, siempre. Pero incluso así me considero afortunada porque, a pesar de eso, una noche en TV3, yendo a trabajar de noche porque yo iba a transcribir unas entrevistas larguísimas para un programa e iba por la noche porque de día todos los ordenadores estaban todos ocupados, bajé a cenar y me encontré con un productor de informativos al que conocía de saludarnos, nos sentamos a hablar y me dijo que Telecinco iba a abrir una delegación en Barcelona y estaban buscando a gente que hubiera hecho directos, como había hecho yo en la tele local de mi barrio. Y mi golpe de suerte fue ese: ir a trabajar esa noche, encontrarme a esa persona, que esa persona me presentara a la dueña de la productora que iba a abrir la delegación de Telecinco de informativos en Barcelona y que me cogieran. Si yo esa noche no hubiera ido a trabajar ni me hubiera sentado al lado de Jordi, ¿dónde estaría yo? Y no todo tiene que ver con lo mucho que trabajes.
En la dedicatoria del libro haces una referencia a lo que me has comentado antes, al fallecimiento de tu padre, y también al dolor y a la enfermedad. ¿Qué te ha enseñado todo esto, si es que te ha enseñado algo?
Muchas cosas. Para empezar el no dejar a nadie poder sobre mi dolor. Hay cosas en la vida que duelen y duelen de verdad, como es la muerte de un padre, pero a las malas personas no hay que dejarles poder sobre tu dolor. Que tú cuando llegues a casa, aunque estés derrotado, aunque te digas 'es que si ahora sigo enfadado o sigo odiando a esta persona porque me ha hecho esto en el trabajo le estoy dando poder sobre el único momento que tengo para mí', que igual es de 10 a 11 de la noche, cuando acabo dormida o dormido en el sofá. Lo que me ha enseñado todo este tiempo de enfermedad por el que estoy transitando, que es una enfermedad muy complicada, y la muerte de mi padre, es a no darle a nadie el poder sobre mi dolor. Solo, evidentemente, a las personas a las que yo quiero y que a mí me importan.
Has comentado que algún día contarás cuál es tu problema de salud para ayudar a otras personas
Por ahí se ha dicho que es el síndrome de Ménière y no, no lo es. Si ahora no lo cuento es porque, como me decían mis doctores, hemos encontrado el barrio, pero tenemos que encontrar la habitación. Sé lo que me pasa, pero hay que acabar de ponerle el último apellido. Hay que pasar por un proceso quirúrgico que dirá si hay solución, si no la hay, cómo me pueden tratar o cómo no me pueden tratar. Y una vez sepamos eso quiero contarlo porque lo que sufro es algo que es muy estigmatizante. Y creo que las personas que tenemos cierto altavoz cuando contamos algo así estamos ayudando mucho, o podemos ayudar mucho a otras personas que lo sufren o a sus familias. Porque cuando yo conté que tenía esos pitidos en los oídos, que tenía tinitus, y que tenía unos ruidos constantes, no sabes la cantidad de gente que me escribió.
Pero yo recuerdo especialmente un compañero de la redacción, periodista como yo, al que admiro muchísimo, que vino y me dijo que su madre llevaba meses con esto y que se sentía avergonzado porque le decía que era una exagerada y que se había dado cuenta de lo que estaba sufriendo su madre y del daño que le había hecho por no hacerle caso y decir que era una pesada. Así que yo sí que espero que dentro de poco pueda, cuando ya tenga todo, pueda salir, incluso con mis doctores, salir y contar y poder ayudar a los pacientes y a los familiares. Aquí también necesitas a alguien. He tenido la suerte de tener a mi marido que me ha estado cuidando estos meses, que se ha venido conmigo a todos los médicos, a todas los pruebas, a todos los hospitales y que ha sido la persona que me ha llevado de la mano a todos los lados, porque mi familia está toda afuera.
Es generoso por tu parte que quieras hablar abiertamente de lo que te pasa.
Es un proceso que lleva conmigo cinco años y que se ha ido agravando hasta tal punto que un día los neurólogos me dijeron que tenía que pedir la baja y doblarme la medicación. Y como no conseguimos curarlo, pues ahora hubo que hacer muchas más pruebas. No me considero generosa, considero que es mi obligación. Respeto a la gente que no quiere contar las cosas que le pasan como a la gente que no quiere salir del armario. Si es que todo es respetable, pero yo creo que si puedo ayudar a alguien, pues bienvenido sea.
Entiendo que tu baja es temporal y que esperas volver a presentar.
Ojalá. Yo sigo contratada por Mediaset desde hace 28 años. Mi idea es volver y volver a la pantalla. Pero voy día a día y a ver lo que me dicen después de la operación. Pero confío plenamente en la medicina. La medicina en España es uno de los mejores regalos que tenemos en nuestro país. Poco pagamos a los médicos para el esfuerzo y el sacrificio que hacen y en pocas manos vamos a estar mejores que con ellos. Los tratamientos que te hace un médico español, no es que en ningún otro sitio te lo hagan, pero eso de me voy a Houston a curarme, cuidado que no. Aquí tenemos a los mejores profesionales y que de lo de aplaudir ya nos hemos olvidado, pero yo estoy inmensamente feliz de estar en sus manos, confiada y muy contenta porque sé qué van a hacer y de hecho están haciendo todo lo que pueden.