Descolonizar los museos: qué se ha hecho en España y qué medidas se están tomando a nivel internacional
La intención de Cultura de revisar las colecciones provocó revuelo, pero el debate está sobre la mesa desde hace años.

"Se trata de establecer espacios de diálogo e intercambio que nos permitan superar este marco colonial". Estas palabras de Ernest Urtasun, ministro de Cultura, sobre la revisión de las colecciones de los museos estatales para una posible descolonización provocaron hace un año un auténtico terremoto en el sector, a pesar de que el debate y las discrepancias sobre qué hacer con el pasado colonial de algunas colecciones artísticas no es nuevo.
De hecho, como recordó Urtasun cuando anunció la intención de Cultura, es algo en lo que ya se estaba trabajando en el Museo Nacional de Antropología o el Museo de América. "Se trabaja en visibilizar y reconocer la perspectiva de las comunidades y la memoria de los pueblos de los que proceden los bienes expuestos", aseguró el ministro entonces.
Así lo confirma Inmaculada Real, coordinadora adjunta del Máster Universitario en Estudios Avanzados de Museos y Patrimonio Histórico-Artístico UCM, que señala que la intención del ministerio para los próximos años va en consonancia con lo que se está haciendo en todo el mundo. “Se enmarca a nivel internacional dentro de esas líneas que se están empezando a diseñar sobre hasta dónde tienen que ir los museos”, explica la historiadora.
“Cultura creó en verano de 2024 grupos de expertos, uno para el Museo de antropología y otro para el Museo de América, con el fin de descolonizar desde el punto de vista del discurso expositivo”, señala la experta sobre las líneas de actuación del ministerio, que tiene competencias en estas instituciones estatales. “El Museo de América ya había hecho una revisión de las cartelas, sobre todo entorno a la terminología, porque había determinados términos que no eran correctos”, asegura.
Es algo que también ha implementado el Museo de Antropología: “Llevaba tiempo trabajando en esta línea a través de seminarios en los que hablaban de procesos de descolonización”.
“Creo que el ministerio ahora está trabajando más en esa línea de cómo reconfigurar esos discursos, esas líneas de estudio que se habían hecho hasta ahora en torno a las colecciones estatales. Pienso que el camino sería ir abriendo las líneas de colaboración con respecto a esos países cuyo patrimonio se encuentra en España, para que al final no sea una visión en cierto modo imperialista o una mirada subordinada sobre esas culturas. Que nosotros podamos tener el conocimiento de expertos del lugar de esas obras como si estuviéramos en esos países, contextualizando y con una mirada no manipulada. Que es una de las cuestiones que se había llevado a cabo, la manipulación. El Museo de América surge durante el franquismo con esa mirada de exaltación”, ejemplifica Real sobre el camino que tienen por delante el ministerio y los museos.
Esas líneas pueden aplicarse en museos que son competencia de Cultura, pero no está tan claro cómo puede intervenir el ministerio en los museos regionales, que dependen de las comunidades autónomas. “En esas colecciones, ¿hasta qué punto el ministerio tiene la capacidad para devolver? Imagino que requiere una comprobación legal de la devolución y cómo se tiene que hacer y si se puede hacer”, señala la investigadora.
Sobre las piezas o colecciones que están en el punto de mira actualmente, Real cita el tesoro de Quimbaya, un lote de 121 piezas de oro y cerámica entregadas a la reina María Cristina a finales del siglo XIX y que se han reclamado desde Colombia. “Ya se ha enviado una notificación al Ministerio de cultura y al Ministerio de asuntos exteriores de que se devuelva, pero sí que entró de una forma lícita a las colecciones porque fue un regalo que se hizo a la reina María Cristina de Habsburgo”, cuenta Real, que cree que la pelota está en el tejado del ministerio. “Ahí está un poco ya la postura que tiene que tomar el ministerio con respecto a las colecciones estatales sobre qué quiere hacer o si se ve en el compromiso de tener que responder a una serie de compromisos éticos, de hacer una revisión o de qué manera poder comprobar el carácter lícito de sus propias colecciones”, reflexiona Real.
Este mismo lunes, el Museo Arqueológico Nacional (MAN) anunció que comenzaba la retirada de la Momia Guanche, cumpliendo así la Carta de compromiso sobre el tratamiento ético de restos humanos elaborada y adoptada por el Ministerio de Cultura y los 16 Museos Estatales. La carta sigue las directrices del Código Deontológico del Consejo Internacional de Museos (ICOM).
El Cabildo de Tenerife y el Parlamento canario habían pedido en varias ocasiones que la Momia Guanche regresara a Tenerife, pero las fuentes de Cultura han explicado que "se retira al almacén".
Para Alice Procter, autora de El cuadro completo (Capitán Swing) y fundadora de los Uncomfortable Art Tours, que el gobierno se haya abierto y ampare a los museos es un paso en la buena dirección. “Tengo ganas de ver qué pasa. El hecho de que el ministro de Cultura haya dejado claro que los museos no serán castigados es un paso enorme”, cuenta la historiadora.
Procter explica que en algunas instituciones de Gran Bretaña o Estados Unidos “hay resistencia” a hacer cambios en las colecciones o incluso explicar cómo ciertas piezas llegaron hasta sus almacenes por “miedo a perder sus fondos”. “Así que quitar esa amenaza es importante”, valora Procter.

Restitución o contextualización
Desde que se ha intensificado el debate en los últimos años las opciones para que los museos sean más inclusivos son varias: desde restituir los objetos de las colecciones a los lugares de los que fueron expoliados hasta cambiar la museología o las cartelas para contextualizar cómo se gestaron las colecciones expuestas. El consenso entre los expertos es que no hay una misma solución para todos los casos.
“No se puede generalizar. Entramos en un tema controvertido. Si nosotros devolvemos todo lo que tenemos, al final lo primero es que se invisibiliza porque nosotros tampoco conocemos otras culturas y eso conlleva también un cierre de conocimiento y luego nos cargaríamos una parte de la historia sobre cómo se construyen estas colecciones. Que pueden ser cuestionadas pero al final forman parte de la historia contemporánea y de la propia museología”, defiende Inmaculada del Real.
Para Procter, depende de la pieza: “Hay algunos ejemplos en los que las comunidades de origen no están pidiendo que se devuelvan así que en esos casos sí, pones una nueva cartela en la que hablas de cómo llegó hasta allí y tienes permiso para quedarte con esas piezas. En otros casos eso no va a ser suficiente”.
“El problema que veo es cuando las instituciones asumen una política universal. Lo que realmente nos ha metido en este problema de primeras es que los museos se veían a sí mismos como instituciones universales, que podían contar una única y perfecta historia sobre el mundo. Hay casos en los que una comunidad puede decir 'no, puedes quedarte este objeto pero queremos tener opinión sobre cómo se expone, queremos asegurarnos de que las personas de nuestra comunidad tienen acceso'... y luego tienes casos en los que pueden decir 'no puedes quedártelo, lo necesitamos de vuelta ya mismo'. El problema es intentar buscar una solución similar para todas estas piezas”, defiende la historiadora. “Hay diferencias entre una pieza que fue creada para el intercambio, que fue diseñada para viajar a pesar de que es de la Goa portuguesa del siglo XVI y que fue hecha para ser vendida a comerciantes portugueses y una pieza que fue creada para formar parte de una ceremonia sagrada que ahora ha sido alterada. No hay una única solución”, insiste.
Real explica que en algunos países como Francia se ha legislado para tener una especie de guía en la que recoger las diferentes opciones. “En el año 2020 sí que aprueban a través de la Asamblea Nacional la restitución de parte del patrimonio africano y el museo Quai Branly, que está en París, decide devolver 26 esculturas de Benín. En el caso de Francia este es el museo en el que está el foco de atención, pero lo que hacen es devolver simbólicamente, no devuelven toda la colección. En Bélgica los museos nacionales también han hecho una devolución, pero al final es una devolución simbólica en el sentido en que van a cumplir éticamente con esa responsabilidad, que ya se recoge el código ético del ICOM”, cuenta la profesora.
“En ese borrador del ICOM, en el punto 7, se habla de la restitución de esos objetos, de cómo devolver material que fue adquirido de forma ilícita. Ahí es donde se tiene que demostrar que están cumpliendo con ello. De momento, en España no hay una legislación como la de Francia. Ellos directamente han regulado a través de una ley y a partir de ahora es a lo que se acogen. Queda de alguna forma regulado y en el caso español habría que valorar algo similar”, asegura Real.
El museo como algo sagrado
“Los museos tienen el potencial de ser algo totalmente diferente”, defiende Alice Procter después de trabajar en los tours y en su libro. “No empecé a hacer este trabajo no porque quiero que los museos empiecen a cerrar, que se destruyan o que empiecen de cero, sino porque quiero que sean mejores. Hay un mecanismo que nos permitiría hacer un trabajo histórico más preciso, más justo, igualitario, correcto. Tenemos investigadores, comisarios... todas esas personas con las habilidades necesarias para hacerlo pero requiere un cambio de mentalidad. Requiere abrir las instituciones también a otras formas de conocimiento”, destaca.
La historiadora cree que, inconscientemente, “no nos damos cuenta de lo mucho que consideramos un museo como algo sagrado”, algo que imposibilita en ocasiones los cambios. “Muchas personas con las que he hablado durante los tours, durante el trabajo, me han dicho ‘soy muy crítica con los museos y entiendo los proyectos para mostrar el colonialismo‘ pero luego entran en un museo y no quieren ser los primeros en aguar la fiesta”, cuenta Procter, que cree que todo tiene que ver con la educación y la mirada adquirida.
“Es formación cultural, es el tipo de prácticas que nos enseñan como visitantes de los museos, es cómo estamos condicionados a comportarnos”, destaca la historiadora, que señala que no solo afecta al visitante sino también al personal del museo. “Si vas a trabajar en comisariado, conservación, en historia del arte, tienes que tener un nivel de reverencia hacia las cosas con las que trabajas. Eso es bueno. Es bueno respetar las pinturas, los objetos o los materiales con los que trabajas y tratarlos con amor y cuidado. Pero lo que pasa es que en lugar de respetar los objetos algunas personas empiezan a valorar la institución como un objeto también, la convierten en algo intocable”, relata Procter.
Esa sacralidad de algunos museos se puede apreciar en actos como la reticencia a cambiar una cartela para contextualizar cómo llegó esa obra a la colección de la institución, algo que según Procter se relaciona con “la idea de autoridad y control”. “En algunos casos lo que tenemos es una institución que se ha construido sobre la idea de que ellos saben qué es lo mejor. Cogiendo el ejemplo del British Museum, es una institución que invierte mucho en ser EL MUSEO. Tienen esa historia, ese espíritu, esa actitud de que ellos saben qué es lo mejor. Como consecuencia, cualquier cosa que rasgue su armadura o que sea aceptar que no lo saben todo parece un shock, mientras que hay otros museos que son más flexibles, más abiertos y que están más dispuestos a revisar su propia historia y eso marca la diferencia”, cuenta Procter.

“Una organización como el Museo Británico no responde ante sus visitantes de la misma forma que una pequeña galería regional, que saben que tienen que adaptarse, ser flexibles, hacer cosas nuevas... El Museo Británico no necesita preocuparse por perder visitantes. No sienten la misma presión para transformarse”, destaca la historiadora.
Los pasos de cara al futuro
Para Procter, es imprescindible que se aborde el tema de los restos humanos expuestos o almacenados en los museos de manera urgente. “Creo firmemente que no debería haber restos humanos expuestos en los museos y es verdad que eso es generalizar por mi parte, pero creo que algunas de las formas más significativas con las que una institución puede abrirse a la transformación es admitir que se equivocaron”, asegura la experta.
“Para una organización como el Museo Británico, como los museos de ciencias naturales, el Smithsonian en Estados Unidos, decir 'nos equivocamos, tenemos estos restos humanos que se obtuvieron de manera ilegal, incorrecta, hemos violado a personas y sus ancestros y no deberíamos haberlo hecho', abriría una conversación nueva. Hemos visto cosas increíbles en Nueva Zelanda, donde los restos humanos de comunidades indígenas han sido devueltos y se está haciendo un trabajo increíble para reconectar estos restos con sus comunidades”, pone como ejemplo Procter.

La experta recuerda que “algunos museos de ciencias naturales tienen colecciones que se crearon con la intención de demostrar el supremacismo blanco, basándose en ideas racistas”, por lo que abordarlo sería un buen paso para empezar a que los museos fueran lugares más justos.
En el caso de la carta publicada por el Ministerio de Cultura y los museos estatales, se recoge que deben retirarse restos humanos que "incluyen huesos, personas momificadas, tejidos blandos u objetos con elementos procedentes de restos humanos".
Los restos deberán ser almacenados y tratados “con respeto y dignidad, y de conformidad con los intereses y creencias de las comunidades y grupos étnicos o religiosos de origen”, y su manipulación y custodia, “debe realizarse en condiciones de respeto, ambientales y de seguridad”. Además, se ha especificado que el acceso a estos restos humanos queda limitado al personal técnico del museo, investigadores o miembros de las comunidades de origen acreditados.
“La mayoría de los problemas que tenemos al hablar de restitución es que los museos adoptan esta posición de 'oh, pero tendremos que cambiar todo nuestro display y perder cosas que están expuestas'. Tienes miles y miles de piezas almacenadas, empieza con las cosas que están en los almacenes. Esos restos que no están expuestos que están almacenados, ¿qué ganas quedándotelos? Es una situación obvia de ventaja para todos”, defiende la historiadora.
Por su parte Inmaculada Real recuerda que “el tema de la restitución como tal es un tema del que se hablaba antes de la descolonización”. “El patrimonio de los judíos expoliados, la UNESCO ya hablaba de la restitución de obras incluso del mercado no lícito. En el caso de la descolonización, el que ahora está llevando las directrices es el Consejo Internacional de Museos (ICOM), que está ejerciendo de portavoz”, explica la profesora.
“El ICOM en 2019 lanza una encuesta al comité de expertos para ver si realmente está interesado en que el ICOM abra esa línea para trabajar sobre la descolonización. Eso fue en el año 2019 y en el año 2022 es cuando se publica, después de varias vueltas, la definición de museos y en ella ya viene recogido que deben ser inclusivos y comunicar éticamente, por tanto ya tienen un grado de compromiso”, destaca Real.
La historiadora del arte cuenta que en 2023 el ICOM pone en marcha un grupo de trabajo para abordar el tema de la descolonización. “Ese grupo durante el mandato 23-25 tiene como objetivo mirar primero cómo se han desarrollado esas miradas coloniales en los museos, después desarrollar una estrategia o serie de acciones de descolonización para que exista una mirada comprometida y unánime entorno a la reconciliación, equidad e inclusión. El ICOM es el que va marcando esas líneas por las que los museos se pueden ir guiando”, asegura Real sobre los próximos pasos a seguir.
