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El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

Fue uno de los reyes más poderosos de la historia.

El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

Fue uno de los reyes más poderosos de la historia.

El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

Fue uno de los reyes más poderosos de la historia.

El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

Fue uno de los reyes más poderosos de la historia.

El rey español que reinó en Inglaterra y que se convirtió en toda una pesadilla para los británicos

Fue uno de los reyes más poderosos de la historia.

Mapa de Inglaterra 1602 (Foto de Buyenlarge/Getty Images)Getty Images

Pocas veces en la historia un monarca extranjero ha generado tanto temor y rechazo en un país como lo hizo Felipe II de España en Inglaterra. Hijo del emperador Carlos I y heredero del Imperio español, su reinado estuvo marcado por su ambición. Su objetivo era gobernar sobre un imperio donde "nunca se ponía el sol". Desde América hasta Asia, pasando por Europa, Felipe II, impulsado por su fe católica, consolidó el dominio español.

Su figura, sin embargo, no estuvo exenta de conflictos. Bajo su mandato, España enfrentó guerras contra los protestantes en los Países Bajos, la expansión otomana en el Mediterráneo y su gran enemiga, Inglaterra. Su matrimonio con María I Tudor lo convirtió en rey consorte de Inglaterra y, aunque fuese breve, su legado quedó marcado. Felipe II quedó en la memoria británica como un "demonio del sur", un soberano obsesionado con restaurar el catolicismo y controlar las islas británicas.

El matrimonio que cambió la historia

El matrimonio de Felipe II y María I fue una alianza política con la que España aspiraba a reforzar su influencia en Inglaterra y consolidar el catolicismo en el país. Sin embargo, la nobleza inglesa impuso condiciones tajantes como que Felipe no tendría poder si María fallecía sin herederos, y el país no estaría obligado a involucrarse en las guerras de los Habsburgo.

Felipe II, consciente de la resistencia de sus nuevos súbditos, intentó ganarse su favor organizando torneos y recompensando a los nobles católicos leales. Pero la desconfianza hacia él era evidente. Los ingleses lo veían como un extranjero que nunca aprendió su idioma, un monarca que gobernaba desde la sombra y que representaba una amenaza.

Su fracaso

El reinado de María y Felipe estuvo marcado por una brutal represión contra los protestantes, con casi 300 ejecuciones por herejía entre 1555 y 1558. Este período le valió a la reina el apodo de "Bloody Mary" (María la Sanguinaria) y alimentó el odio inglés hacia la influencia española.

El golpe definitivo llegó en 1558 con la pérdida de Calais, la última posesión inglesa en territorio francés. Felipe, necesitado de apoyo militar en sus guerras europeas, convenció a María de enviar tropas a un conflicto que Inglaterra no podía permitirse. La rendición de Calais fue vista como una humillación nacional, y María quedó devastada.

La mano de Isabel I

Tras la muerte de María sin descendencia, Felipe intentó un movimiento desesperado para mantener su influencia en Inglaterra proponiendo matrimonio a Isabel I, la hija de Ana Bolena y Enrique VIII. Sin embargo, la nueva reina Tudor, de firmes convicciones protestantes, rechazó la oferta y convirtió a España en su principal enemigo.

Desde ese momento, la relación entre ambos reinos se deterioró hasta desembocar en la guerra. Además, la fallida expedición de la Armada Invencible en 1588, fue un desastre naval que selló el destino de Felipe II como el villano más temido por los británicos. Paradójicamente, él mismo había impulsado décadas antes la construcción de barcos para fortalecer la flota inglesa, sin imaginar que esos mismos navíos serían clave en su derrota.

De rey consorte a "demonio del sur"

La historiografía anglosajona convirtió a Felipe II en un enemigo por excelencia de Inglaterra, un símbolo del fanatismo religioso y la amenaza española. Con su ascenso, Isabel I se encargó de borrar cualquier rastro de su reinado, ejecutó a los nobles católicos que lo habían apoyado y consolidó la hegemonía protestante en el país.

Lo que comenzó como un matrimonio terminó con un odio mutuo entre España e Inglaterra que perduró durante siglos. Felipe II, el hombre que reinó en Inglaterra sin hablar su idioma, quedó marcado en la historia británica como el monarca extranjero más odiado de todos los tiempos.

Pocas veces en la historia un monarca extranjero ha generado tanto temor y rechazo en un país como lo hizo Felipe II de España en Inglaterra. Hijo del emperador Carlos I y heredero del Imperio español, su reinado estuvo marcado por su ambición. Su objetivo era gobernar sobre un imperio donde "nunca se ponía el sol". Desde América hasta Asia, pasando por Europa, Felipe II, impulsado por su fe católica, consolidó el dominio español.

Su figura, sin embargo, no estuvo exenta de conflictos. Bajo su mandato, España enfrentó guerras contra los protestantes en los Países Bajos, la expansión otomana en el Mediterráneo y su gran enemiga, Inglaterra. Su matrimonio con María I Tudor lo convirtió en rey consorte de Inglaterra y, aunque fuese breve, su legado quedó marcado. Felipe II quedó en la memoria británica como un "demonio del sur", un soberano obsesionado con restaurar el catolicismo y controlar las islas británicas.

El matrimonio que cambió la historia

El matrimonio de Felipe II y María I fue una alianza política con la que España aspiraba a reforzar su influencia en Inglaterra y consolidar el catolicismo en el país. Sin embargo, la nobleza inglesa impuso condiciones tajantes como que Felipe no tendría poder si María fallecía sin herederos, y el país no estaría obligado a involucrarse en las guerras de los Habsburgo.

Felipe II, consciente de la resistencia de sus nuevos súbditos, intentó ganarse su favor organizando torneos y recompensando a los nobles católicos leales. Pero la desconfianza hacia él era evidente. Los ingleses lo veían como un extranjero que nunca aprendió su idioma, un monarca que gobernaba desde la sombra y que representaba una amenaza.

Su fracaso

El reinado de María y Felipe estuvo marcado por una brutal represión contra los protestantes, con casi 300 ejecuciones por herejía entre 1555 y 1558. Este período le valió a la reina el apodo de "Bloody Mary" (María la Sanguinaria) y alimentó el odio inglés hacia la influencia española.

El golpe definitivo llegó en 1558 con la pérdida de Calais, la última posesión inglesa en territorio francés. Felipe, necesitado de apoyo militar en sus guerras europeas, convenció a María de enviar tropas a un conflicto que Inglaterra no podía permitirse. La rendición de Calais fue vista como una humillación nacional, y María quedó devastada.

La mano de Isabel I

Tras la muerte de María sin descendencia, Felipe intentó un movimiento desesperado para mantener su influencia en Inglaterra proponiendo matrimonio a Isabel I, la hija de Ana Bolena y Enrique VIII. Sin embargo, la nueva reina Tudor, de firmes convicciones protestantes, rechazó la oferta y convirtió a España en su principal enemigo.

Desde ese momento, la relación entre ambos reinos se deterioró hasta desembocar en la guerra. Además, la fallida expedición de la Armada Invencible en 1588, fue un desastre naval que selló el destino de Felipe II como el villano más temido por los británicos. Paradójicamente, él mismo había impulsado décadas antes la construcción de barcos para fortalecer la flota inglesa, sin imaginar que esos mismos navíos serían clave en su derrota.

De rey consorte a "demonio del sur"

La historiografía anglosajona convirtió a Felipe II en un enemigo por excelencia de Inglaterra, un símbolo del fanatismo religioso y la amenaza española. Con su ascenso, Isabel I se encargó de borrar cualquier rastro de su reinado, ejecutó a los nobles católicos que lo habían apoyado y consolidó la hegemonía protestante en el país.

Lo que comenzó como un matrimonio terminó con un odio mutuo entre España e Inglaterra que perduró durante siglos. Felipe II, el hombre que reinó en Inglaterra sin hablar su idioma, quedó marcado en la historia británica como el monarca extranjero más odiado de todos los tiempos.

Pocas veces en la historia un monarca extranjero ha generado tanto temor y rechazo en un país como lo hizo Felipe II de España en Inglaterra. Hijo del emperador Carlos I y heredero del Imperio español, su reinado estuvo marcado por su ambición. Su objetivo era gobernar sobre un imperio donde "nunca se ponía el sol". Desde América hasta Asia, pasando por Europa, Felipe II, impulsado por su fe católica, consolidó el dominio español.

Su figura, sin embargo, no estuvo exenta de conflictos. Bajo su mandato, España enfrentó guerras contra los protestantes en los Países Bajos, la expansión otomana en el Mediterráneo y su gran enemiga, Inglaterra. Su matrimonio con María I Tudor lo convirtió en rey consorte de Inglaterra y, aunque fuese breve, su legado quedó marcado. Felipe II quedó en la memoria británica como un "demonio del sur", un soberano obsesionado con restaurar el catolicismo y controlar las islas británicas.

El matrimonio que cambió la historia

El matrimonio de Felipe II y María I fue una alianza política con la que España aspiraba a reforzar su influencia en Inglaterra y consolidar el catolicismo en el país. Sin embargo, la nobleza inglesa impuso condiciones tajantes como que Felipe no tendría poder si María fallecía sin herederos, y el país no estaría obligado a involucrarse en las guerras de los Habsburgo.

Felipe II, consciente de la resistencia de sus nuevos súbditos, intentó ganarse su favor organizando torneos y recompensando a los nobles católicos leales. Pero la desconfianza hacia él era evidente. Los ingleses lo veían como un extranjero que nunca aprendió su idioma, un monarca que gobernaba desde la sombra y que representaba una amenaza.

Su fracaso

El reinado de María y Felipe estuvo marcado por una brutal represión contra los protestantes, con casi 300 ejecuciones por herejía entre 1555 y 1558. Este período le valió a la reina el apodo de "Bloody Mary" (María la Sanguinaria) y alimentó el odio inglés hacia la influencia española.

El golpe definitivo llegó en 1558 con la pérdida de Calais, la última posesión inglesa en territorio francés. Felipe, necesitado de apoyo militar en sus guerras europeas, convenció a María de enviar tropas a un conflicto que Inglaterra no podía permitirse. La rendición de Calais fue vista como una humillación nacional, y María quedó devastada.

La mano de Isabel I

Tras la muerte de María sin descendencia, Felipe intentó un movimiento desesperado para mantener su influencia en Inglaterra proponiendo matrimonio a Isabel I, la hija de Ana Bolena y Enrique VIII. Sin embargo, la nueva reina Tudor, de firmes convicciones protestantes, rechazó la oferta y convirtió a España en su principal enemigo.

Desde ese momento, la relación entre ambos reinos se deterioró hasta desembocar en la guerra. Además, la fallida expedición de la Armada Invencible en 1588, fue un desastre naval que selló el destino de Felipe II como el villano más temido por los británicos. Paradójicamente, él mismo había impulsado décadas antes la construcción de barcos para fortalecer la flota inglesa, sin imaginar que esos mismos navíos serían clave en su derrota.

De rey consorte a "demonio del sur"

La historiografía anglosajona convirtió a Felipe II en un enemigo por excelencia de Inglaterra, un símbolo del fanatismo religioso y la amenaza española. Con su ascenso, Isabel I se encargó de borrar cualquier rastro de su reinado, ejecutó a los nobles católicos que lo habían apoyado y consolidó la hegemonía protestante en el país.

Lo que comenzó como un matrimonio terminó con un odio mutuo entre España e Inglaterra que perduró durante siglos. Felipe II, el hombre que reinó en Inglaterra sin hablar su idioma, quedó marcado en la historia británica como el monarca extranjero más odiado de todos los tiempos.

Pocas veces en la historia un monarca extranjero ha generado tanto temor y rechazo en un país como lo hizo Felipe II de España en Inglaterra. Hijo del emperador Carlos I y heredero del Imperio español, su reinado estuvo marcado por su ambición. Su objetivo era gobernar sobre un imperio donde "nunca se ponía el sol". Desde América hasta Asia, pasando por Europa, Felipe II, impulsado por su fe católica, consolidó el dominio español.

Su figura, sin embargo, no estuvo exenta de conflictos. Bajo su mandato, España enfrentó guerras contra los protestantes en los Países Bajos, la expansión otomana en el Mediterráneo y su gran enemiga, Inglaterra. Su matrimonio con María I Tudor lo convirtió en rey consorte de Inglaterra y, aunque fuese breve, su legado quedó marcado. Felipe II quedó en la memoria británica como un "demonio del sur", un soberano obsesionado con restaurar el catolicismo y controlar las islas británicas.

El matrimonio que cambió la historia

El matrimonio de Felipe II y María I fue una alianza política con la que España aspiraba a reforzar su influencia en Inglaterra y consolidar el catolicismo en el país. Sin embargo, la nobleza inglesa impuso condiciones tajantes como que Felipe no tendría poder si María fallecía sin herederos, y el país no estaría obligado a involucrarse en las guerras de los Habsburgo.

Felipe II, consciente de la resistencia de sus nuevos súbditos, intentó ganarse su favor organizando torneos y recompensando a los nobles católicos leales. Pero la desconfianza hacia él era evidente. Los ingleses lo veían como un extranjero que nunca aprendió su idioma, un monarca que gobernaba desde la sombra y que representaba una amenaza.

Su fracaso

El reinado de María y Felipe estuvo marcado por una brutal represión contra los protestantes, con casi 300 ejecuciones por herejía entre 1555 y 1558. Este período le valió a la reina el apodo de "Bloody Mary" (María la Sanguinaria) y alimentó el odio inglés hacia la influencia española.

El golpe definitivo llegó en 1558 con la pérdida de Calais, la última posesión inglesa en territorio francés. Felipe, necesitado de apoyo militar en sus guerras europeas, convenció a María de enviar tropas a un conflicto que Inglaterra no podía permitirse. La rendición de Calais fue vista como una humillación nacional, y María quedó devastada.

La mano de Isabel I

Tras la muerte de María sin descendencia, Felipe intentó un movimiento desesperado para mantener su influencia en Inglaterra proponiendo matrimonio a Isabel I, la hija de Ana Bolena y Enrique VIII. Sin embargo, la nueva reina Tudor, de firmes convicciones protestantes, rechazó la oferta y convirtió a España en su principal enemigo.

Desde ese momento, la relación entre ambos reinos se deterioró hasta desembocar en la guerra. Además, la fallida expedición de la Armada Invencible en 1588, fue un desastre naval que selló el destino de Felipe II como el villano más temido por los británicos. Paradójicamente, él mismo había impulsado décadas antes la construcción de barcos para fortalecer la flota inglesa, sin imaginar que esos mismos navíos serían clave en su derrota.

De rey consorte a "demonio del sur"

La historiografía anglosajona convirtió a Felipe II en un enemigo por excelencia de Inglaterra, un símbolo del fanatismo religioso y la amenaza española. Con su ascenso, Isabel I se encargó de borrar cualquier rastro de su reinado, ejecutó a los nobles católicos que lo habían apoyado y consolidó la hegemonía protestante en el país.

Lo que comenzó como un matrimonio terminó con un odio mutuo entre España e Inglaterra que perduró durante siglos. Felipe II, el hombre que reinó en Inglaterra sin hablar su idioma, quedó marcado en la historia británica como el monarca extranjero más odiado de todos los tiempos.

Pocas veces en la historia un monarca extranjero ha generado tanto temor y rechazo en un país como lo hizo Felipe II de España en Inglaterra. Hijo del emperador Carlos I y heredero del Imperio español, su reinado estuvo marcado por su ambición. Su objetivo era gobernar sobre un imperio donde "nunca se ponía el sol". Desde América hasta Asia, pasando por Europa, Felipe II, impulsado por su fe católica, consolidó el dominio español.

Su figura, sin embargo, no estuvo exenta de conflictos. Bajo su mandato, España enfrentó guerras contra los protestantes en los Países Bajos, la expansión otomana en el Mediterráneo y su gran enemiga, Inglaterra. Su matrimonio con María I Tudor lo convirtió en rey consorte de Inglaterra y, aunque fuese breve, su legado quedó marcado. Felipe II quedó en la memoria británica como un "demonio del sur", un soberano obsesionado con restaurar el catolicismo y controlar las islas británicas.

El matrimonio que cambió la historia

El matrimonio de Felipe II y María I fue una alianza política con la que España aspiraba a reforzar su influencia en Inglaterra y consolidar el catolicismo en el país. Sin embargo, la nobleza inglesa impuso condiciones tajantes como que Felipe no tendría poder si María fallecía sin herederos, y el país no estaría obligado a involucrarse en las guerras de los Habsburgo.

Felipe II, consciente de la resistencia de sus nuevos súbditos, intentó ganarse su favor organizando torneos y recompensando a los nobles católicos leales. Pero la desconfianza hacia él era evidente. Los ingleses lo veían como un extranjero que nunca aprendió su idioma, un monarca que gobernaba desde la sombra y que representaba una amenaza.

Su fracaso

El reinado de María y Felipe estuvo marcado por una brutal represión contra los protestantes, con casi 300 ejecuciones por herejía entre 1555 y 1558. Este período le valió a la reina el apodo de "Bloody Mary" (María la Sanguinaria) y alimentó el odio inglés hacia la influencia española.

El golpe definitivo llegó en 1558 con la pérdida de Calais, la última posesión inglesa en territorio francés. Felipe, necesitado de apoyo militar en sus guerras europeas, convenció a María de enviar tropas a un conflicto que Inglaterra no podía permitirse. La rendición de Calais fue vista como una humillación nacional, y María quedó devastada.

La mano de Isabel I

Tras la muerte de María sin descendencia, Felipe intentó un movimiento desesperado para mantener su influencia en Inglaterra proponiendo matrimonio a Isabel I, la hija de Ana Bolena y Enrique VIII. Sin embargo, la nueva reina Tudor, de firmes convicciones protestantes, rechazó la oferta y convirtió a España en su principal enemigo.

Desde ese momento, la relación entre ambos reinos se deterioró hasta desembocar en la guerra. Además, la fallida expedición de la Armada Invencible en 1588, fue un desastre naval que selló el destino de Felipe II como el villano más temido por los británicos. Paradójicamente, él mismo había impulsado décadas antes la construcción de barcos para fortalecer la flota inglesa, sin imaginar que esos mismos navíos serían clave en su derrota.

De rey consorte a "demonio del sur"

La historiografía anglosajona convirtió a Felipe II en un enemigo por excelencia de Inglaterra, un símbolo del fanatismo religioso y la amenaza española. Con su ascenso, Isabel I se encargó de borrar cualquier rastro de su reinado, ejecutó a los nobles católicos que lo habían apoyado y consolidó la hegemonía protestante en el país.

Lo que comenzó como un matrimonio terminó con un odio mutuo entre España e Inglaterra que perduró durante siglos. Felipe II, el hombre que reinó en Inglaterra sin hablar su idioma, quedó marcado en la historia británica como el monarca extranjero más odiado de todos los tiempos.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

Tengo el privilegio de escribir sobre una amplia variedad de temas, con un enfoque que abarca tanto actualidad como estilo de vida. Escribo con la intención de contarte historias que te interesen y ofrecerte información que hagan tu vida un poco más fácil.


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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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