Los científicos resuelven el misterio de las 76 extrañas estructuras de piedra aparecidas en los Andes
Algunas podrían tener hasta 6.000 años de antigüedad.
Durante años, las montañas del norte de Chile escondieron un rompecabezas arqueológico que nadie había logrado descifrar. Desde la distancia, parecían simples muros de piedra, desperdigados sin orden por las laderas de la cuenca del río Camarones.
Desde lejos parecían simples formaciones rocosas, pero su colocación ––largos muros dispuestos en forma de “V” que desembocaban en círculos de piedra–– indicaba que allí había algo más. Ahora, un equipo de arqueólogos ha logrado descifrar su función.
Un hallazgo en lo alto de los Andes
El descubrimiento ha sido encabezado por el arqueólogo chileno Adrián Oyaneder, investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido), quien llevaba meses revisando fotografías aéreas de este remoto sector de los Andes cuando detectó los patrones inusuales.
Al principio, pensó que se trataba de un error visual. “Me pregunté si necesitaba gafas nuevas”, cuenta, según recoge National Geographic. Las estructuras, algunas de hasta 150 metros de largo y 1,5 metros de alto, eran demasiado grandes para haber pasado desapercibidas, y sin embargo nadie —ni siquiera los habitantes locales— sabía explicarlas.
Los antiguos sistemas de caza
Los habitantes de la zona las llamaban informalmente “trampas para burros”, un nombre que terminó siendo la pista clave. Al consultar antiguos informes de arqueología peruana, Oyaneder encontró referencias a grandes trampas de piedra usadas por los incas para conducir vicuñas, un camélido silvestre emparentado con la llama. Entonces todo encajó.
Según el estudio publicado en Antiquity, estas 76 estructuras chilenas funcionaban igual que los chacu peruanos: amplios corredores en forma de embudo que servían para dirigir a las manadas hacia zonas de captura. Algunas podrían tener hasta 6.000 años de antigüedad, mientras que otras se siguieron utilizando incluso después de la llegada de los españoles.
Una red de caza
La ubicación de estas trampas —por encima de los 2.700 metros de altitud— confirma que estaban diseñadas para la vicuña, especie que antiguamente vagaba en grandes manadas por la región. Alrededor de los chacu, el equipo ha identificado además los restos de 800 campamentos y refugios de piedra, lo que revela que esta práctica de caza fue mucho más común de lo que se creía.
Este tipo de trampas existen muy similares —conocidas como “cometas del desierto” por su forma— en Jordania, Arabia Saudí y Uzbekistán. Aunque no hay relación cultural entre estos lugares, las sociedades desarrollaron soluciones casi idénticas para dirigir grandes manadas con pocos cazadores.