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Un edificio protegido de Barcelona alberga un búnker soviético oculto

Un edificio protegido de Barcelona alberga un búnker soviético oculto

Está catalogado con nivel C de protección patrimonial por su alto valor urbanístico.

Vistas a BarcelonaGetty Images

Barcelona es una ciudad llena de historia y secretos ocultos entre sus calles modernistas. Algunos de sus edificios más emblemáticos guardan restos del pasado que han caido en el olvido. Uno de estos casos se encuentra en la avenida del Tibidabo número 17, donde un edificio protegido alberga un búnker soviético construido durante la Guerra Civil española.

La finca, hoy sede de la Mútua Universal, fue proyectada entre 1915 y 1918 por el prestigioso arquitecto Enric Sagnier, por encargo del farmacéutico y filántropo Salvador Andreu, impulsor de la urbanización de la avenida. 

Se trata de una mansión de estilo novecentista, catalogada con nivel C de protección patrimonial por su alto valor urbanístico. Sin embargo, lo más fascinante de esta joya arquitectónica se encuentra bajo sus cimientos.

Su evolución

En los primeros años de la Guerra Civil, la casa fue confiscada y convertida en consulado de la URSS. De hecho, actuaba también —aunque de manera no oficial— como embajada soviética en España, tras la reanudación de las relaciones diplomáticas interrumpidas desde la Revolución Rusa de 1917. 

Al frente de la legación estaba Vladímir Antónov-Ovseenko, un personaje clave de la Revolución de Octubre, conocido por dirigir el asalto al Palacio de Invierno del zar. Trágicamente, acabaría siendo purgado por el régimen de Stalin a finales de los años 30.

Durante el conflicto, Barcelona fue blanco habitual de los bombardeos de la aviación fascista, lo que llevó a construir refugios y búnkeres en diferentes puntos de la ciudad. Ante esta situación, el consulado soviético mandó construir en su interior un búnker de más de 50 metros cuadrados, completamente equipado para resistir los ataques aéreos.

Un refugio blindado y privado

El búnker todavía permanece intacto, según detalla la propia Mútua Universal en su web. Cuenta con muros de hormigón armado de 40 centímetros, dos puertas de hierro que solo podían abrirse desde dentro, despachos, letrinas y hasta un generador eléctrico autónomo, preparado para mantener las funciones del consulado incluso bajo ataque.

Aunque es una de las instalaciones defensivas mejor conservadas de la época, el búnker no está abierto al público. La finca es una propiedad privada, por lo que no se puede visitar ni acceder a su interior, pese al interés histórico que despierta.