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Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un estudio confirma que el vino no era solo para dioses y nobles.

Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un estudio confirma que el vino no era solo para dioses y nobles.

Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un estudio confirma que el vino no era solo para dioses y nobles.

Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un estudio confirma que el vino no era solo para dioses y nobles.

Un nuevo descubrimiento sobre los troyanos y su cariño a la bebida de los dioses podría reescribir la historia

Un estudio confirma que el vino no era solo para dioses y nobles.

Jarras de arcillaGetty Images

Troya, la legendaria ciudad inmortalizada por Homero en La Ilíada, podría estar a punto de reescribir parte de su historia. Un nuevo estudio publicado en el American Journal of Archaeology, refuerza una antigua teoría formulada nada menos que por el propio descubridor de Troya, Heinrich Schliemann.

El hallazgo ha revelado que el vino no era un privilegio exclusivo de la élite troyana, sino una bebida cotidiana también para las clases populares. El hallazgo,

Durante mucho tiempo se creyó que el vino, símbolo de sofisticación y divinidad, era un lujo reservado a los poderosos y los dioses del Olimpo. Sin embargo, el equipo de científicos de las universidades de Tubinga, Bonn y Jena mediante un análisis químico de fragmentos de algunas copas halló la presencia de compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto significa que contenían vino.

Schliemann tenía razón

Lo más sorprendente de este descubrimiento es su contexto. Las copas no solo se hallaron en el centro de la ciudad de Troya, sino también en asentamientos en la periferia, por lo que el consumo de vino estaba extendido entre toda la población, y no restringido a banquetes palaciegos o rituales religiosos.

Heinrich Schliemann, el arqueólogo alemán que en el siglo XIX localizó la ciudad de Troya, ya había planteado la posibilidad de que el vino formara parte de la vida cotidiana de todos los troyanos. Su hipótesis, basada tanto en las copas halladas como en su lectura de Homero, fue vista en su tiempo como demasiado especulativa. 

según explica Stephan Blum, coautor del estudio y miembro del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga “Heinrich Schliemann ya conjeturaba que la copa depas se pasaba de mano en mano en las celebraciones, tal como se describe en la Ilíada”. 

El vino y la mitología

En La Ilíada, se describe cómo Hefesto pasa una copa doble a su madre, Hera, y luego sirve el dulce néctar al resto de los dioses, provocando carcajadas y celebración. Este tipo de escenas, hasta ahora interpretadas como ficción mitológica, cobran un nuevo sentido debido a estos descubrimientos arqueológicos. 

“La evidencia de los ácidos succínico y pirúvico fue concluyente, ahora podemos afirmar con certeza que el vino se bebía en las copas de depas y no solo jugo de uva”, señala Maxime Rageot, de la Universidad de Bonn. La investigación también sugiere una conexión más profunda entre los mitos griegos y la historia arqueológica, desdibujando la línea entre leyenda y realidad.

Lo que revelan las copas de Troya

Las más de 100 copas depas halladas hasta ahora, con capacidades que varían entre 0,25 y 1 litro, demuestran la importancia social del vino. Las técnicas de análisis avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas han permitido a los arqueólogos extraer información de fragmentos de tan solo 2 gramos.

Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el vino, más allá de ser un símbolo de estatus, era un elemento central de la vida cotidiana y la cultura compartida. Un lujo que, al parecer, estaba al alcance de todos.

Troya, la legendaria ciudad inmortalizada por Homero en La Ilíada, podría estar a punto de reescribir parte de su historia. Un nuevo estudio publicado en el American Journal of Archaeology, refuerza una antigua teoría formulada nada menos que por el propio descubridor de Troya, Heinrich Schliemann.

El hallazgo ha revelado que el vino no era un privilegio exclusivo de la élite troyana, sino una bebida cotidiana también para las clases populares. El hallazgo,

Durante mucho tiempo se creyó que el vino, símbolo de sofisticación y divinidad, era un lujo reservado a los poderosos y los dioses del Olimpo. Sin embargo, el equipo de científicos de las universidades de Tubinga, Bonn y Jena mediante un análisis químico de fragmentos de algunas copas halló la presencia de compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto significa que contenían vino.

Schliemann tenía razón

Lo más sorprendente de este descubrimiento es su contexto. Las copas no solo se hallaron en el centro de la ciudad de Troya, sino también en asentamientos en la periferia, por lo que el consumo de vino estaba extendido entre toda la población, y no restringido a banquetes palaciegos o rituales religiosos.

Heinrich Schliemann, el arqueólogo alemán que en el siglo XIX localizó la ciudad de Troya, ya había planteado la posibilidad de que el vino formara parte de la vida cotidiana de todos los troyanos. Su hipótesis, basada tanto en las copas halladas como en su lectura de Homero, fue vista en su tiempo como demasiado especulativa. 

según explica Stephan Blum, coautor del estudio y miembro del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga “Heinrich Schliemann ya conjeturaba que la copa depas se pasaba de mano en mano en las celebraciones, tal como se describe en la Ilíada”. 

El vino y la mitología

En La Ilíada, se describe cómo Hefesto pasa una copa doble a su madre, Hera, y luego sirve el dulce néctar al resto de los dioses, provocando carcajadas y celebración. Este tipo de escenas, hasta ahora interpretadas como ficción mitológica, cobran un nuevo sentido debido a estos descubrimientos arqueológicos. 

“La evidencia de los ácidos succínico y pirúvico fue concluyente, ahora podemos afirmar con certeza que el vino se bebía en las copas de depas y no solo jugo de uva”, señala Maxime Rageot, de la Universidad de Bonn. La investigación también sugiere una conexión más profunda entre los mitos griegos y la historia arqueológica, desdibujando la línea entre leyenda y realidad.

Lo que revelan las copas de Troya

Las más de 100 copas depas halladas hasta ahora, con capacidades que varían entre 0,25 y 1 litro, demuestran la importancia social del vino. Las técnicas de análisis avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas han permitido a los arqueólogos extraer información de fragmentos de tan solo 2 gramos.

Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el vino, más allá de ser un símbolo de estatus, era un elemento central de la vida cotidiana y la cultura compartida. Un lujo que, al parecer, estaba al alcance de todos.

Troya, la legendaria ciudad inmortalizada por Homero en La Ilíada, podría estar a punto de reescribir parte de su historia. Un nuevo estudio publicado en el American Journal of Archaeology, refuerza una antigua teoría formulada nada menos que por el propio descubridor de Troya, Heinrich Schliemann.

El hallazgo ha revelado que el vino no era un privilegio exclusivo de la élite troyana, sino una bebida cotidiana también para las clases populares. El hallazgo,

Durante mucho tiempo se creyó que el vino, símbolo de sofisticación y divinidad, era un lujo reservado a los poderosos y los dioses del Olimpo. Sin embargo, el equipo de científicos de las universidades de Tubinga, Bonn y Jena mediante un análisis químico de fragmentos de algunas copas halló la presencia de compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto significa que contenían vino.

Schliemann tenía razón

Lo más sorprendente de este descubrimiento es su contexto. Las copas no solo se hallaron en el centro de la ciudad de Troya, sino también en asentamientos en la periferia, por lo que el consumo de vino estaba extendido entre toda la población, y no restringido a banquetes palaciegos o rituales religiosos.

Heinrich Schliemann, el arqueólogo alemán que en el siglo XIX localizó la ciudad de Troya, ya había planteado la posibilidad de que el vino formara parte de la vida cotidiana de todos los troyanos. Su hipótesis, basada tanto en las copas halladas como en su lectura de Homero, fue vista en su tiempo como demasiado especulativa. 

según explica Stephan Blum, coautor del estudio y miembro del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga “Heinrich Schliemann ya conjeturaba que la copa depas se pasaba de mano en mano en las celebraciones, tal como se describe en la Ilíada”. 

El vino y la mitología

En La Ilíada, se describe cómo Hefesto pasa una copa doble a su madre, Hera, y luego sirve el dulce néctar al resto de los dioses, provocando carcajadas y celebración. Este tipo de escenas, hasta ahora interpretadas como ficción mitológica, cobran un nuevo sentido debido a estos descubrimientos arqueológicos. 

“La evidencia de los ácidos succínico y pirúvico fue concluyente, ahora podemos afirmar con certeza que el vino se bebía en las copas de depas y no solo jugo de uva”, señala Maxime Rageot, de la Universidad de Bonn. La investigación también sugiere una conexión más profunda entre los mitos griegos y la historia arqueológica, desdibujando la línea entre leyenda y realidad.

Lo que revelan las copas de Troya

Las más de 100 copas depas halladas hasta ahora, con capacidades que varían entre 0,25 y 1 litro, demuestran la importancia social del vino. Las técnicas de análisis avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas han permitido a los arqueólogos extraer información de fragmentos de tan solo 2 gramos.

Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el vino, más allá de ser un símbolo de estatus, era un elemento central de la vida cotidiana y la cultura compartida. Un lujo que, al parecer, estaba al alcance de todos.

Troya, la legendaria ciudad inmortalizada por Homero en La Ilíada, podría estar a punto de reescribir parte de su historia. Un nuevo estudio publicado en el American Journal of Archaeology, refuerza una antigua teoría formulada nada menos que por el propio descubridor de Troya, Heinrich Schliemann.

El hallazgo ha revelado que el vino no era un privilegio exclusivo de la élite troyana, sino una bebida cotidiana también para las clases populares. El hallazgo,

Durante mucho tiempo se creyó que el vino, símbolo de sofisticación y divinidad, era un lujo reservado a los poderosos y los dioses del Olimpo. Sin embargo, el equipo de científicos de las universidades de Tubinga, Bonn y Jena mediante un análisis químico de fragmentos de algunas copas halló la presencia de compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto significa que contenían vino.

Schliemann tenía razón

Lo más sorprendente de este descubrimiento es su contexto. Las copas no solo se hallaron en el centro de la ciudad de Troya, sino también en asentamientos en la periferia, por lo que el consumo de vino estaba extendido entre toda la población, y no restringido a banquetes palaciegos o rituales religiosos.

Heinrich Schliemann, el arqueólogo alemán que en el siglo XIX localizó la ciudad de Troya, ya había planteado la posibilidad de que el vino formara parte de la vida cotidiana de todos los troyanos. Su hipótesis, basada tanto en las copas halladas como en su lectura de Homero, fue vista en su tiempo como demasiado especulativa. 

según explica Stephan Blum, coautor del estudio y miembro del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga “Heinrich Schliemann ya conjeturaba que la copa depas se pasaba de mano en mano en las celebraciones, tal como se describe en la Ilíada”. 

El vino y la mitología

En La Ilíada, se describe cómo Hefesto pasa una copa doble a su madre, Hera, y luego sirve el dulce néctar al resto de los dioses, provocando carcajadas y celebración. Este tipo de escenas, hasta ahora interpretadas como ficción mitológica, cobran un nuevo sentido debido a estos descubrimientos arqueológicos. 

“La evidencia de los ácidos succínico y pirúvico fue concluyente, ahora podemos afirmar con certeza que el vino se bebía en las copas de depas y no solo jugo de uva”, señala Maxime Rageot, de la Universidad de Bonn. La investigación también sugiere una conexión más profunda entre los mitos griegos y la historia arqueológica, desdibujando la línea entre leyenda y realidad.

Lo que revelan las copas de Troya

Las más de 100 copas depas halladas hasta ahora, con capacidades que varían entre 0,25 y 1 litro, demuestran la importancia social del vino. Las técnicas de análisis avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas han permitido a los arqueólogos extraer información de fragmentos de tan solo 2 gramos.

Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el vino, más allá de ser un símbolo de estatus, era un elemento central de la vida cotidiana y la cultura compartida. Un lujo que, al parecer, estaba al alcance de todos.

Troya, la legendaria ciudad inmortalizada por Homero en La Ilíada, podría estar a punto de reescribir parte de su historia. Un nuevo estudio publicado en el American Journal of Archaeology, refuerza una antigua teoría formulada nada menos que por el propio descubridor de Troya, Heinrich Schliemann.

El hallazgo ha revelado que el vino no era un privilegio exclusivo de la élite troyana, sino una bebida cotidiana también para las clases populares. El hallazgo,

Durante mucho tiempo se creyó que el vino, símbolo de sofisticación y divinidad, era un lujo reservado a los poderosos y los dioses del Olimpo. Sin embargo, el equipo de científicos de las universidades de Tubinga, Bonn y Jena mediante un análisis químico de fragmentos de algunas copas halló la presencia de compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto significa que contenían vino.

Schliemann tenía razón

Lo más sorprendente de este descubrimiento es su contexto. Las copas no solo se hallaron en el centro de la ciudad de Troya, sino también en asentamientos en la periferia, por lo que el consumo de vino estaba extendido entre toda la población, y no restringido a banquetes palaciegos o rituales religiosos.

Heinrich Schliemann, el arqueólogo alemán que en el siglo XIX localizó la ciudad de Troya, ya había planteado la posibilidad de que el vino formara parte de la vida cotidiana de todos los troyanos. Su hipótesis, basada tanto en las copas halladas como en su lectura de Homero, fue vista en su tiempo como demasiado especulativa. 

según explica Stephan Blum, coautor del estudio y miembro del Instituto de Prehistoria de la Universidad de Tubinga “Heinrich Schliemann ya conjeturaba que la copa depas se pasaba de mano en mano en las celebraciones, tal como se describe en la Ilíada”. 

El vino y la mitología

En La Ilíada, se describe cómo Hefesto pasa una copa doble a su madre, Hera, y luego sirve el dulce néctar al resto de los dioses, provocando carcajadas y celebración. Este tipo de escenas, hasta ahora interpretadas como ficción mitológica, cobran un nuevo sentido debido a estos descubrimientos arqueológicos. 

“La evidencia de los ácidos succínico y pirúvico fue concluyente, ahora podemos afirmar con certeza que el vino se bebía en las copas de depas y no solo jugo de uva”, señala Maxime Rageot, de la Universidad de Bonn. La investigación también sugiere una conexión más profunda entre los mitos griegos y la historia arqueológica, desdibujando la línea entre leyenda y realidad.

Lo que revelan las copas de Troya

Las más de 100 copas depas halladas hasta ahora, con capacidades que varían entre 0,25 y 1 litro, demuestran la importancia social del vino. Las técnicas de análisis avanzadas como la cromatografía de gases y la espectrometría de masas han permitido a los arqueólogos extraer información de fragmentos de tan solo 2 gramos.

Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el vino, más allá de ser un símbolo de estatus, era un elemento central de la vida cotidiana y la cultura compartida. Un lujo que, al parecer, estaba al alcance de todos.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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