El árbol ideal para jardines pequeños que crece lento y su fruto es considerado el gran superalimento
No necesita apenas cuidados, se adapta bien a macetas grandes y tiene un aire rústico que conquista a cualquier amante de la jardinería.

¿Una planta que apenas crece, no pide apenas cuidados y encima da un superalimento? Existe. Y es más común de lo que imaginas. Se trata de la olivera, ese árbol mediterráneo de tronco retorcido y copa frondosa que, además de darle un aire rústico y elegante a cualquier terraza o jardín, produce uno de los alimentos más saludables del planeta: las aceitunas. Por si fuera poco, aguanta la sequía, no exige fertilizantes caros y se adapta sin problema a espacios reducidos. Pocas especies son tan agradecidas y completas.
La Olea europaea, más conocida como olivo u olivera, crece de forma lenta y controlada, lo que la convierte en una opción ideal para quienes tienen patios, terrazas o balcones con algo de sol. Aunque en campo abierto puede alcanzar hasta los diez metros de altura, en jardines pequeños y con podas ligeras, se mantiene fácilmente entre los dos y tres metros. Tal y como recoge el portal luso Meteored Tempo, este árbol milenario puede cultivarse incluso en macetas grandes, sin perder su vigor ni su capacidad de dar fruto.
Además de compacta, es una planta con una estética muy potente: su corteza grisácea, su tronco nudoso y sus hojas de tono verde plateado aportan un aire rústico y atemporal que encaja tanto en ambientes modernos como en jardines más clásicos. Pero lo mejor de todo es que apenas exige mantenimiento. Solo necesita unas seis horas de sol directo al día, un suelo bien drenado y riegos moderados: un par de veces por semana en verano y mucho menos en invierno. Nada de encharcarla. Si quieres que crezca fuerte y tenga más frutos, basta con una poda ligera al final del invierno o al inicio de la primavera.
Un superalimento sin salir de casa
Las aceitunas no solo sirven para acompañar el vermú. Son, según numerosos estudios, un auténtico superalimento. Su alto contenido en antioxidantes naturales, vitamina E, polifenoles y grasas saludables (especialmente ácido oleico) las convierte en una aliada potente para la salud cardiovascular y celular. Su consumo regular puede ayudar a reducir el colesterol malo, controlar la presión arterial y combatir procesos inflamatorios.
Y lo mejor de todo es que no necesitas un olivar para disfrutar de ellas. Si tienes una olivera en casa, puedes recoger tu propia cosecha (aunque sea pequeña) y curar las aceitunas de forma casera. Hay métodos tradicionales con agua, salmuera o incluso aliños personalizados con hierbas y especias. En pocas semanas, puedes tener un aperitivo saludable hecho por ti, con sabor casero y sin aditivos.
Si te animas a ir un paso más allá, también puedes extraer aceite en pequeñas cantidades mediante técnicas artesanales. No será para llenar botellas, pero sí lo justo para saborear unas gotas de oro líquido totalmente casero. Es una manera de reconectar con los ritmos naturales, de aprovechar hasta el último fruto del árbol y de convertir tu jardín en algo más que un espacio decorativo.
Cultivar un olivo en casa es también una pequeña apuesta por un estilo de vida más sostenible. No solo por la fruta que ofrece, sino porque se trata de una planta resistente, longeva y muy fácil de cuidar, ideal para quienes buscan darle vida a su espacio exterior sin pasarse la vida regando, abonando o sufriendo con las plagas. Si tienes sol, algo de espacio y un poco de paciencia, ya tienes la excusa perfecta para plantar una olivera.