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¿De verdad da vergüenza tener novio?: tras el debate viral, el marketing aspiracional y la decepción amorosa

¿De verdad da vergüenza tener novio?: tras el debate viral, el marketing aspiracional y la decepción amorosa

Un artículo viral de la edición británica de la revista 'Vogue' ha abierto todo un debate en redes sociales sobre si las mujeres jóvenes han dejado de estar orgullosas de sus parejas masculinas.

Una pareja sonriente tirándose un selfie.
Una pareja sonriente tirándose un selfie.Getty Images

La pareja heterosexual está en crisis. O eso, al menos, es lo que se desprende de los debates de internet de las últimas semanas. En redes sociales se viralizó el artículo de la edición británica de Vogue titulado "¿Es que ahora da vergüenza tener novio?". En él, reflexionaba sobre la tendencia de cierto sector de influencers y jóvenes que ocultan a sus novios en su contenido en redes sociales o que incluso no airean el estar en una relación de pareja heterosexual. 

Según el artículo, algunas lo hacían por una supuesta superstición a que la relación se acabe, otras lo veían como una falta de independencia femenina, mientras que otras señalaban que estar con un hombre condicionaba su imagen en redes sociales. Pero, ¿es esto realmente así? ¿Tiene alguna relación con la tendencia, por ejemplo, promulgada por Rosalía del celibato voluntario o con movimientos feministas como el 4B extendido en Corea del Sur? 

Los expertos creen que hay un cambio de paradigma en la forma en la que hombres y mujeres se están relacionando, debido en buena parte a la independencia e igualdad que promulga el feminismo, pero también a la respuesta ultraderechista de muchos hombres jóvenes frente a los avances feministas.

El contenido aspiracional y el marketing de las influencers 

No obstante, el contenido de este artículo que tantas ampollas ha levantado y tanto debate ha generado en redes sociales no aborda una tendencia tan generalizada entre las jóvenes como sí entre las influencers y creadoras de contenido. "No le pasa a todas las mujeres, pero me he dado cuenta de que cuando estamos en una relación nos volvemos más anodinas y descafeinadas en internet, yo incluida", reflexionaba la creadora de contenido Sophie Milner en el artículo de Vogue.

"Estos contenidos en redes en los que se muestra ese individualismo, esa teoría de que no se necesita a nadie, se convierte en este contenido aspiracional y son los referentes que tenemos de mujeres empoderadas. Esto es peligroso porque es algo inalcanzable", explica la sexóloga Ana Lombardía, quien recuerda que "muchas de estas influencers sí que tienen pareja y la esconden", lo que considera un "engaño".

"Están manipulando la información por conseguir este contenido aspiracional, igual que pueden enseñar el rincón de su casa que tiene más bonito y a lo mejor el resto está hecho una leonera. Es como cuando se muestran solo cuando están maquilladas y arregladísimas, pero no cuando están en pijama con el moño y el flequillo grasiento; muestran una parte que no es real de su vida", recuerda.

La especialista cree que cuando se focaliza este debate en redes sociales entran otros factores, generalmente económicos, que van más allá de los sociológicos, sexuales o psicológicos que pueden estar vincularse a las relaciones de pareja.

"Estamos hablando de un entorno que no está diseñado para educar, está diseñado para vender. Esta gente que se dedica a crear contenido en redes, aspiracional, y que vende un determinado estilo de vida, lo están haciendo desde el que quieren venderte un producto, un viaje, ropa, lo que sea. Y, desde una relación saludable no hay nada que vender, no hay mercado", señala.

"Estos contenidos en redes en los que se muestra ese individualismo, esa teoría de que no se necesita a nadie, se convierte en este contenido aspiracional y son los referentes que tenemos de mujeres empoderadas. Esto es peligroso porque es algo inalcanzable"
Ana Lombardía, sexóloga

Para Lombardía, las relaciones satisfactorias, sanas y que podrían ser un referente mostrándose con naturalidad no venden. "Si conseguimos que la gente tenga relaciones que son satisfactorias y están a gusto con ellos, no hay una aspiración, ya lo tengo. Ya no necesito estas imágenes idílicas porque no me las creo, porque sé lo que es estar en casa con tu novio, sé lo que es discutir con él y luego arreglarte, sé lo que es vivir en los grises, y no en el mundo de Disney todo el rato, sé lo que es vivir en la vida real", recuerda.

Para ella, el no estar buscando continuamente una mejora y fomentar la escucha, la aceptación y la generosidad hacia la pareja no trae consigo la venta de ningún producto: "Eso de vender la insatisfacción de la gente desde el mundo aspiracional y de las redes sociales no creo que suceda porque te mueres de hambre". 

Foto de una pareja heterosexual con él de espaldas.
  Foto de una pareja heterosexual con él de espaldas.Getty Images

Un caso excepcional a este tipo de influencers que, además utilizan la incertidumbre de los hombres misteriosos a los que muestran sibilinamente mediante una mano en el volante, una copa en un restaurante o directamente ocultando su cara en una pose abrazados para generar más interacciones y rumores, sería Celeste Barber.

Barber, con un cuerpo y una estética no normativa popularizó su contenido en redes sociales gracias a imitar a las poses de modelos y famosas con mucho humor y desde la cotidianidad. "Ella hace humor con eso, con lo de ‘soy fea, soy gorda, soy ridícula, y ha creado por ejemplo su propia línea de maquillaje’. Se han adueñado de esa parte de humor, de esa naturalidad, para vender eso. No sé qué cantidad de ingresos puede tener con esa marca, pero probablemente sea un poco la excepción de vender desde esa naturalidad y esa parodia, pero no es lo habitual", apunta Lombardía. 

No obstante, recuerda que en la mayoría de estos casos ponemos el foco en ellas y no en ellos y el tipo de referentes y contenido que consumen y qué rol juegan sus novias. "Ella muestra este marido, que está buenorro, es más atractivo que ella y que se encarga de cuidados, de tareas, la acompaña, la apoya... Que sí que parece que tiene una relación saludable, pero él no es el centro de las miradas, él no es un objeto aspiracional para los hombres. Puede ser aspiracional ella, de decir ‘pues soy una tía normal, con mi cuerpo normal, con mi aspecto normal, y estoy saliendo con un tío que está bueno y que me cuida’. Ella es aspiracional, pero él para los hombres no", explica.

La falta de referentes sanos para ellos

Lombardía pone el foco en esa falta de referentes de masculinidad sana en redes sociales, donde cada vez proliferan más contenidos orientados al triunfo masculino, el éxito, los criptobros, los gymbros, que suelen ir acompañados de la búsqueda de una supuesta "mujer de alto valor". Este concepto machista tiene a la mujer como aquella que cuida del hombre y se "deja ayudar" por un líder, sin querer acaparar protagonismo y que además encaja en los roles tradicionales en el hogar. 

De ahí que imágenes como las de Amadeo Llados acompañado prácticamente de "mujeres florero" campen a sus anchas por el algoritmo de muchos jóvenes. Lombardía reclama otros referentes sanos en los que no solo recaiga en ellas mostrar a sus parejas, sino también en ellos y hacerlo de una forma sana.

"No existen cuentas de hombres que digan 'yo le preparé el desayuno a mi mujer, limpio la casa y soy un hombre de éxito también porque me dedico a los cuidados"
Ana Lombardía, sexóloga

"No existen cuentas de hombres que digan 'yo le preparé el desayuno a mi mujer, limpio la casa y soy un hombre de éxito también porque me dedico a los cuidados'. Entonces hay esa falta de referentes que es lo que a mí me preocupa, porque no se permite discernir. Las personas necesitamos modelos de comportamiento y modelos de aprendizaje que nos permitan aprender y crecer", explica la sexóloga. 

"Todos estos discursos que se centran en estas mujeres que deciden no tener relaciones o que deciden no enseñar a los novios es como ‘vamos a hablar de estos novios, de quién está ahí detrás’. Dejemos de hablar un poco de las mujeres y hablemos de los hombres, démosles otros referentes y pongamos el foco", recuerda y lo compara con las campañas de violencia machista o prostitución orientadas hacia las víctimas en lugar de hacia ellos.

"Igual nos tenemos que plantear qué está pasando con los hombres, qué está pasando con esos privilegios que están perdiendo, cuál es su lugar ahora en las relaciones de pareja, cómo pueden encontrarse a gusto en una relación de igualdad, qué tenemos que hacer para que su autoestima y su identidad como hombre se pueda reconstruir de otra manera para que no se vea dañada y encuentre un lugar en el que se sientan cómodos", sentencia y explica que se encuentra mucha frustración entre los hombres cuando pierden los privilegios.

La decepción amorosa y la decisión de apartarse de los hombres

Pero esta decepción con su rol en una sociedad cambiante en pos de la igualdad no solo se da en ellos. Ellas tampoco están encontrando hombres a la altura y están optando por la soltería. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, hay más de 1,6 millones de mujeres solteras en la treintena, el doble de hace 23 años cuando la cifra se situaba en unas 800.000. Esta cifra ha crecido más aún entre las de 40 años, que superan el millón y que en 2002 apenas eran 300.000.  

Según explica el psicólogo clínico y terapeuta de pareja Antoni Bolinches, autor del libro El síndrome de las supermujeres, esto no es algo nuevo, sino que se ha ido dando poco a poco. 

"La revolución femenina de los últimos 60 años, desde que la mujer pudo disociar procreación de sexualidad, fue sexual, fue laboral, fue formacional... Todo eso ha llevado a que cada vez la mujer tenga un mayor protagonismo social y una mayor autonomía emocional. Eso ha generado en los hombres, que venían de un modelo ancestral de hombre dominante o mujer subordinada, que de golpe y porrazo, hablando desde una perspectiva evolutiva en 60 años, se ve descabalgado de esa situación o estatus de predominancia", explica el especialista.

Para él, en este paradigma de cada vez más igualdad o que tiende a esta igualdad en una sociedad feminista, "el hombre se siente desorientado" y las mujeres decepcionadas. Según Bolinches, las mujeres han buscado otro perfil de hombre y ellos siguen buscando un rol dominante. "Hay un desfase de hombres desorientados y de mujeres decepcionadas porque su propia evolución, en lugar de tener un premio amoroso, tiene un castigo porque la muestra de hombres disponibles para ellas es inferior", explica.

Lombardía apunta a que "hay varios fenómenos porque hay un descontento bastante generalizado en las relaciones, tanto en los hombres como en las mujeres". Coincide con Bolinches en que "los hombres están desconcertados porque las reglas del juego han cambiado" y no tienen claro lo que se espera de ellos, pero matiza que no es que las exigencias de las mujeres sean mayores sino que "no encuentran hombres con los que relacionarse desde la igualdad".

"Las mujeres buscan más relaciones de igualdad y no las encuentran, les cuesta relacionarse en ese terreno. Se está viendo como un signo de empoderamiento el no tener pareja", explica Lombardía, que cree que sí que hay una percepción de "lastre". "Algo así como ‘fíjate esta pobrecilla lo que tiene que aguantar", señala y recuerda que esto se ha incrementado por esa percepción de supuesto "empoderamiento" que han vendido algunas influencers en redes sociales y que "poco tiene que ver con un empoderamiento real".

"Hay un desfase de hombres desorientados y de mujeres decepcionadas porque su propia evolución, en lugar de tener un premio amoroso, tiene un castigo porque la muestra de hombres disponibles para ellas es inferior"
Antoni Bolinches, psicólogo clínico y terapeuta de parejas

Lombardía cree que estos cambios sociales, como en otros tantos ámbitos, hacen que las personas oscilen de un extremo a otro: "De ahí, este movimiento pendular en el que nos vamos al otro extremo de ‘ahora no quiero relaciones porque no encuentro lo que quiero’, entonces para no encontrar lo que quiero prefiero no tener pareja".

"Se enarbola esta bandera de independencia en la que se romantiza muchas veces este individualismo, que es la parte que a mí me preocupa. El romantizar el ‘estoy sola y soy libre como el viento y no necesito a nadie’ porque en realidad sí que necesitamos a las personas, somos todas interdependientes, eso es bueno y es saludable. No se trata de caer en relaciones de dependencia, de sumisión económica, de sumisión laboral, pero sí que al final las personas necesitamos a otras", explica la sexóloga.

El caso más extremo de esta separación y distanciamiento de las relaciones heterosexuales las vemos en casos de celibato voluntario, los movimientos como el 4B, que critican el machismo estructural y la radicalización de muchos jóvenes. El 4B movement nació en Corea del Sur como respuesta a un auge de misoginia y violencia sexual hacia las mujeres y se popularizó en Europa y EEUU tras la victoria de Trump. 

Según esta tendencia, las mujeres que se sumen no deben tener citas, relaciones sexuales, hijos o casarse con ningún hombre. En coreano, las cuatro palabras empiezan por B: bisekseu, bichulsan, biyeonae y bihon. Además, también se popularizaron vídeos de mujeres reivindicando raparse el pelo acabando con este tradicional símbolo de feminidad o apostando por ligarse las trompas. 

Al igual que Lombardía, el psicólogo apunta a que las relaciones son en cierto modo "necesarias" como personas sociales y una independencia total, sin depender de ningún tipo de vínculo ya sea romántico, sexual o sentimental con cualquier persona, no es realista. "No hay que contraponer la deseable y lógica evolución de la mujer hacia una dinámica social de igualdad de derechos, de igualdad de deberes, con relacionarnos para enriquecernos de la diferencia, no hay que contraponer", recuerda Bolinches. 

La separación entre chicos cada vez más de derechas y chicas cada vez más feministas

Esto se opone a otra tendencia popularizada por la extrema derecha que, mientras encumbra a los hombres como triunfadores, fuertes, exitosos y ricos, ubica a las mujeres como tradwives, es decir, en roles tradicionales basados en quedarse en casa, atender sin contemplaciones del hombre (y/o hijos) y encargarse de las labores de cuidados.

A esto se suma un discurso creciente de que "antes todo era más fácil", es decir, cuando los roles tradicionales estaban más fijados, tanto en ellos como en ellas. Esto para Lombardía estaría relacionado de nuevo con no plantear una alternativa clara ni referentes claros.

"Les estamos pidiendo que hagan unas renuncias tremendas y que pierdan una cantidad de privilegios que es normal que se estén resistiendo y que cada vez se estén radicalizando más hacia esa derecha, porque ahí se les promete y se les trata de asegurar que van a seguir manteniendo sus privilegios", explica Lombardía. 

"Lo que promueven son relaciones en las que se recaban estos roles de género y la mujer de alto valor, que está en casa y que te cuide... Es muy difícil, hay que hacer un ejercicio de mucha valentía, de mucha introspección para querer relaciones de igualdad. Por encima se está mucho más cómodo siempre", señala.

"Decir eso de ‘antes era más fácil’ es desde la no reflexión y desde la ignorancia. Igual que todos esos comentarios de que 'con Franco se vivía mejor'. Era más fácil antes porque las reglas del juego estaban más claras. No había dudas de cuál era tu papel en una relación, era más fácil en ese sentido: las reglas estaban claras, pero eso no significa que tuviese más beneficios", recuerda la especialista, quien apunta a que "el ser humano va a lo fácil y que satisfaga rápidamente". 

Bolinches recuerda que "muchos hombres también están en regresión. "Diría que el 50% de los hombres aceptan, reconocen y se están implicando en un proceso de automejoramiento para crear un modelo más simétrico, pero también es cierto que la otra mitad están en regresión. De la misma manera que muchas mujeres cuando ven que su propia evolución les puede generar una dificultad amorosa, también se lo están pensando y están en esa regresión", añade.

Esta falta de referentes y de respuestas a un rol social de los hombres está propiciando una diferencia cada vez más notable a nivel ideológico entre ellos y ellas, lo que daría lugar de nuevo a una decepción a una diferenciación de las relaciones. Según un estudio del Financial Times, en Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, los varones son entre 20 y 30 puntos porcentuales más conservadores que ellas, que cada vez viran más hacia la izquierda. 

En España, según el CIS, la diferencia es evidente en los partidos predilectos, con Vox disparado entre los hombres menores de 25 años, mientras que ellas en esta misma franja de edad se decantan por opciones progresistas como el PSOE o Sumar.

Aunque las relaciones con una posición política opuesta no son imposibles, sí que son más complicadas, especialmente cuando entran en juego valores como la igualdad o el feminismo y datos como hombres jóvenes que creen "la igualdad ha ido demasiado lejos", que son el 52%.

"En Asia eso ya estaba pasando y todos hemos visto estas noticias de hombres de Asia que se relacionan con las muñecas y mujeres que han decidido que no se van a casar jamás y que asumen que no se van relacionar con hombres. Aquí llega de otra forma, pero llega", recuerda Lombardía, quien vuelve a poner el foco en que es una cosa de ambos géneros y no solo de que ellas les oculten. "Es complicado porque se pone el foco en ellas, no en ellos, tenemos que ver qué está pasando con los hombres", recuerda.

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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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