Un experto en inteligencia emocional advierte a los padres: "Los hijos aprenden mucho más de lo que ven que de lo que les decimos"
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Un experto en inteligencia emocional advierte a los padres: "Los hijos aprenden mucho más de lo que ven que de lo que les decimos"

El especialista señala algunos consejos que son de lo más útiles para los padres primerizos.

Unos padres junto a sus dos hijosGetty Images

El coach educativo y especialista en inteligencia emocional, Félix Cuéllar, advierte a los padres sobre un aspecto clave en la educación de sus hijos: los niños no solo escuchan, también observan, y lo que ven en casa deja una huella mucho más profunda que cualquier discurso: . "Los hijos aprenden mucho más de lo que ven que de lo que les decimos", señala. El emeritense, afincado en León, presentó recientemente su libro ¿De qué va esto de la vida?, donde reflexiona sobre cómo aprender a gestionar las emociones puede cambiar tanto la vida personal como la relación con los demás.

Cuéllar insiste en que la inteligencia emocional es la herramienta más determinante para desenvolverse en lo cotidiano. La define como la capacidad de entender y regular los propios sentimientos, al tiempo que se conectan y comprenden los de quienes nos rodean. La resume como un mapa interior que, bien interpretado, ayuda a tomar decisiones más conscientes y acertadas en el día a día.

El experto señala que esta inteligencia se apoya en cinco pilares: la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. O, dicho de otro modo, aprender a reconocer lo que sentimos, manejar nuestras reacciones, orientar las emociones hacia objetivos constructivos, comprender a los demás y relacionarnos de forma positiva. Su fórmula: “saber sentir para saber vivir”.

A la hora de hablar de crianza, Cuéllar es tajante: “no se puede tratar igual a un adulto que a un niño”. Para él, la clave está en tres gestos básicos. El primero, escuchar sin prisas, dejando que los hijos se sientan comprendidos en lugar de ofrecer soluciones inmediatas. El segundo, predicar con el ejemplo: la manera en que un padre gestiona su ira o su tristeza será, tarde o temprano, la que imite su hijo. Y el tercero, poner palabras a las emociones para normalizar en casa conversaciones sobre lo que se siente.

Estas recomendaciones, asegura, son válidas en todas las etapas, desde la niñez hasta la adolescencia. En la infancia, el reto es aprender a identificar las emociones; en la adolescencia, respetar la búsqueda de identidad y el espacio propio de los jóvenes. “Amar no significa sobreproteger —subraya—, sino acompañar sin imponer, estar presentes sin invadir”.

El error más común, advierte, es vivir en “piloto automático”, sin prestar atención a lo que sentimos. Ignorar las emociones acaba generando un peso invisible que repercute en la salud, tanto mental como física. El estrés mal gestionado, recuerda, es origen de muchas dolencias actuales. Por eso, Cuéllar insiste en la importancia de parar, respirar y escucharse como primer paso hacia una vida más plena. Su libro, mezcla de vivencias, ejercicios prácticos y reflexiones, pretende ser una guía para quienes buscan precisamente eso: reconectar con lo esencial.

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