Una terapeuta familiar pide dejar de dar estos premios a los niños cuando se portan bien: "Pagarán un precio muy alto por esta motivación"
Ella considera que las relaciones entre adultos y niños han de estar basadas en la cooperación y el desarrollo compartido.

Forma parte de la educación de un niño o una niña el aprender a contribuir en las tareas de casa de forma activa y esforzarse a nivel académico. Es por ello que, cuando lo hacen, hay familias que los recompensan. Ahora, la terapeuta familiar Christine Order ha explicado en el podcast Family Council por qué ella no lo considera una buena idea.
En la conversación, que la ha recogido el medio alemán Zeit, preguntan a la terapeuta por las recompensas en forma de dinero, dulces o algo más de tiempo disponible para usar la tablet o el teléfono móvil.
Ella considera que las recompensas tienen sentido "si quiero que mi hijo funcione y obedezca". "Y, por eso, pertenecen a métodos educativos muy anticuados y, de hecho, se encuentran en el museo", ha apostillado. Por ello, le han cuestionado si no es cierto que una recompensa refuerce algo positivo.
"Esa fue la idea original", ha señalado la terapeuta. "En mi infancia, la obediencia era una virtud. Y logro la obediencia mediante castigos apropiados... o mediante recompensas", ha continuado explicando, antes de esgrimir que vienen a ser "dos caras de una misma moneda". "Un niño que espera una recompensa y no la recibe lo ve como un castigo".
La experta considera que aquellos padres que usan incentivos para que sus hijos hagan tareas de casa "pagarán un precio muy alto por este incentivo y motivación", en palabras de Order.
Según ella, "cuando empiezo a asociar actividades como guardar juguetes con premios con niños de dos, tres o cuatro años, oriento al niño hacia el mundo exterior". "Lo distraigo de su percepción interior y de su deseo de ser parte de la comunidad, de trabajar juntos e imitar el ejemplo. Convierto al niño en un burro que sólo corre detrás de la zanahoria", ha ejemplificado.
Es por eso que ella es de las que apuesta por una relación entre adultos y niños basada en la cooperación y el desarrollo compartido. "Esta relación está corrompida, incluso destruida, por los sistemas de recompensa", ha concluido.