Celebridades de Hollywood se bañaban en esta piscina de Madrid que a día de hoy está abandonada
Ava Gardner, Antonio Machín y la jet set internacional disfrutaron de este oasis madrileño.

Madrid no tiene playa, pero durante décadas tuvo un rincón que hizo olvidar el mar a la élite. Se trata de la Piscina-Club Stella, un lugar de ensueño donde el sol brillaba con glamour, los cócteles se servían junto al agua y las estrellas de Hollywood se mezclaban con aristócratas y famosos españoles.
La historia de la piscina Stella comienza en 1947, cuando el arquitecto Fermín Moscoso del Prado diseñó un club náutico de inspiración modernista por encargo del empresario Manuel Pérez-Vizcaíno.
Hoy, este legendario club de la calle Arturo Soria está cerrado, vandalizado y abandonado, es uno de los lugares más melancólicos de la ciudad. Para muchos, representa la nostalgia de una época dorada, cuando la capital soñaba con el Mediterráneo y el verano tenía sabor a Martini, música en vivo y bronceadores perfumados.
De símbolo del lujo a ruina urbana
Con sus líneas blancas, jardines amplios y una estética que evocaba los balnearios más exclusivos del Mediterráneo, Stella ofrecía mucho más que un chapuzón: peluquería, restaurante, pista de baile, gimnasio, bar, bolera, bingo y, sobre todo, estatus social.
Durante los años 50 y 60, Stella fue el epicentro del verano madrileño. Se dice que por su solárium pasaron Ava Gardner, Antonio Machín, futbolistas, diplomáticos y miembros de la aristocracia. Su ambiente era tan moderno que, en pleno franquismo, se rumorea que aquí se practicaba incluso el topless y el nudismo en un ambiente de discreta libertad.
Una gloria que no resistió el paso del tiempo
Con la llegada de los 80 y el auge de las piscinas privadas y los nuevos polideportivos municipales, la Stella comenzó su declive. Aquello que una vez fue sinónimo de sofisticación se volvió anacrónico. En 2006, tras décadas de decadencia y con una clientela cada vez menor, cerró sus puertas definitivamente.
Desde entonces, el deterioro ha sido imparable. La vegetación ha invadido los jardines, los grafitis cubren la fachada, y del luminoso “STELLA” apenas quedan unas letras. Lo que un día fue símbolo del lujo y el progreso es hoy una ruina a escasos metros de la M-30.
El edificio, que ocupa cerca de 9.000 metros cuadrados, fue protegido por un plan especial del Ayuntamiento de Madrid en 2011, lo que impide su demolición o alteración. Además, las disputas entre los herederos del fundador, la imposibilidad de encontrar un comprador y la falta de inversión han condenado a la Stella a un limbo legal y patrimonial.
