La amenaza de denuncia sobrevuela Villamanín por el lío con el Gordo: "Creo que económicamente no compensa, pero el desgaste emocional y de tiempo, tampoco"
El cuento de Navidad ha tornado en pesadilla para los jóvenes que forman parte de la Comisión de Fiestas de este pueblo de León que vendió más papeletas que décimos compró.
"Si hace falta traemos a la Rosalía", decía una vecina de Villamanín el lunes pasado al Diario de León. En aquel momento todo era alegría y felicidad entre brindis y abrazos. La Comisión de Fiestas de este pequeño pueblo de la Montaña Central leonesa había vendido el número 79.432 en papeletas de cinco euros, cuatro se jugaban y uno era de donativo. ¡El Gordo había tocado allí y cada papeleta tenía un premio de 80.000 euros!
Pero la alegría y la unión entre sus apenas mil vecinos duró poco: 50 de las papeletas agraciadas con el primer premio de la Lotería de Navidad, es decir, con 4.000.000 de euros, no estaban respaldadas por los diez décimos correspondientes porque, según recogía El País, uno de los integrantes de la comisión se dejó en casa un talonario vendido y nunca fue consignado.
Y así fue como ese bonito cuento de Navidad se convirtió en una auténtica pesadilla para los 15 chicos de entre 18 y 25 años que componen esa Comisión de Fiestas que había promovido la venta de esas papeletas y a los que algunos vecinos recriminan haberlo hecho conscientemente para quedarse con los 250 euros que se habían pagado por esas participaciones. Reproches, acusaciones, ansiedad, rabia y desesperación son las emociones que se han apoderado del pueblo estos días, mientras otros vecinos y el propio Ayuntamiento tratan de encontrar la solución con el menor número de damnificados, incluida la imagen de Villamanín.
Para ello, el pasado viernes se celebró una reunión, por iniciativa del grupo de jóvenes de la comisión, en la que explicaron a los agraciados de forma detallada lo ocurrido y anunciaron que renunciaban al premio de sus papeletas. Como su parte no es suficiente para cubrir los cuatro millones de euros que faltan, se propuso deducir un pequeño porcentaje al resto de boletos ganadores. La tensión se palpaba a la salida entre acusaciones de estafa y amenazas de denuncia, aunque muchos se mostraban optimistas sobre un posible acuerdo.
¿Tiene sentido la denuncia penal o a la responsabilidad civil?
La posibilidad de que alguno de los agraciados con esas papeletas no consignadas denuncie planea sobre las calles de Villamanín desde esa fatídica noche de viernes, aunque, como asegura Cristina del Puerto, abogada experta en Derecho Civil de Legalitas, "realmente la denuncia no tiene mucho recorrido porque no hay dolo". "Ellos han cometido un error, pero no había una intención de ocasionar un daño y lo que han obtenido de más por esas papeletas vendidas han sido 250 euros. O sea, poca fiesta iban a hacer con ellos. Yo creo que es un error, efectivamente, y el recorrido por vía penal no lo veo", explica.
La letrada apunta que lo que sí es más viable es la reclamación por responsabilidad civil, la económica. "Estamos hablando de 4 millones y son 15 miembros de la asociación, se reconocería lo que cada uno está obligado a pagar y al final es que les va a perseguir toda la vida. Son gente de 18 a 25 años, gente muy joven, que se declararían insolventes, porque muchos estarán estudiando, y cuando empiecen a trabajar empezarán a pagarla. No sé hasta qué punto merece la pena, sobre todo porque supone tiempo hasta que finalmente se cobre todo el premio. Pueden pasar, yo que sé, 30 años."
Además, interponer esta denuncia puede hacer que, de momento, nadie cobre su premio si el juez acepta como medida cautelar paralizar el proceso hasta que se resuelva el procedimiento principal. Hablamos, según la abogada, de al menos un año para que se resuelva en primera instancia y luego el tiempo en resolver los recursos.
Lo que hay que tener claro es que, indica Cristina del Puerto, estamos hablando de un procedimiento declarativo con el que les dan la razón de que estos señores les tienen que pagar este dinero, "pero después si estos señores no lo pagan voluntariamente porque no tienen, porque no quieren, porque no pueden, por lo que sea, hay que ir a un procedimiento de ejecución. Y el procedimiento de ejecución hasta que finalmente se cobre si son insolventes puede llegar a 20-30 años. Y si hasta dentro de 30 años no empiezo a cobrar, igual, me tiro 50 o 60 años o no lo cobro jamás o cobro una parte pequeñita". Y aunque admite que hay compañeros que sí consideran que hay que reclamarlo judicialmente, ella cree que no compensa ni a premiados ni a los que tienen papeletas no asociadas porque puede tardar muchísimos años en cobrar ese premio y ni siquiera saben si finalmente lo van a cobrar entero. "Creo que económicamente no compensa a nadie, pero es que el desgaste emocional y de tiempo tampoco compensa a ninguno", asegura.
Apostar por la solidaridad
"Yo abogo, a título personal y tirando piedras sobre mi propio tejado, porque cuando estas reclamaciones son cuantiosas las minutas de los abogados también lo son, por la solidaridad", admite la abogada, que insiste en que es un pueblo pequeño y el día 21 ninguno de sus vecinos tenía ningún premio y el día 22 con cada papeleta les ha tocado 80.000 euros, y que todo forma parte de una iniciativa local y de un compromiso para que el pueblo mejore.
Esa vía solidaria a la que se refiere la experta en Derecho Civil es la propuesta lanzada por la comisión que ha puesto sus papeletas premiadas, por un valor de dos millones de euros, sobre la mesa y pide que se renuncie a 6.000 de esos 80.000 euros por papeleta para que todos los que han participado puedan cobrar. "Ha habido un chaval de esa comisión que ha ido y ha elegido ese número, que has tenido la suerte de que él ha elegido ese número frente a 200.000 que tenía delante", reivindica e insiste en que son chavales que están haciendo un bien para el pueblo y ellos se quedan a cero.
"Me da un poco de rabia porque estando en las fiestas en las que estamos tendríamos que ser un poquito más solidarios, más consecuentes con la esencia de este sorteo, con el compartir. Algo que podría ser superbonito y un ejemplo entre vecinos, una historia bonita, da pena que no sea así. Son vecinos y se tendrán que ver con frecuencia, se encontrarán por el pueblo", concluye la abogada.